La Chequera del Banco de la Fe/12 de Noviembre

De Libros y Sermones Bíblicos

Revisión a fecha de 18:04 3 sep 2010; Stephenyee (Discusión | contribuciones)
(dif) ← Revisión anterior | Revisión actual (dif) | Revisión siguiente → (dif)
Saltar anavegación, buscar

Recursos Relacionados
Leer más Por Charles H. Spurgeon
Indice de Autores
Leer más sobre Vida Devocional
Indice de Temas
Recurso de la Semana
Cada semana enviamos un nuevo recurso bíblico de autores como John Piper, R.C. Sproul, Mark Dever, y Charles Spurgeon. Inscríbete aquí—es gratis. RSS.

Sobre esta Traducción
English: Faith's Checkbook/November 12

© Public Domain

Compartir esto
Nuestra Misión
Esta traducción ha sido publicada por Traducciones Evangelio, un ministerio que existe en internet para poner a disponibilidad de todas las naciones, sin costo alguno, libros y artículos centrados en el evangelio traducidos a diferentes idiomas.

Lea más (English).
Como Puedes Ayudar
Si tú puedes hablar Inglés bien, puedes ofrecerte de voluntario en traducir

Lea más (English).

Por Charles H. Spurgeon sobre Vida Devocional
Capítulo 318 del Libro La Chequera del Banco de la Fe

Traducción por Allan Aviles


12 de Noviembre

“Y mi pueblo será saciado de mi bien, dice Jehová.” Jeremías 31: 14.

Noten la palabra “mi” que aparece dos veces: “Mi pueblo será saciado de mi bien.” Las personas que son saciadas por Dios están marcadas como pertenecientes a Dios. Dios se agrada con ellas, pues ellas se agradan con Él. Ellas le llaman su Dios, y Él las llama Su pueblo; Él se agrada de tomarlas como una porción, y ellas se sacian con Él como su porción. Hay una comunión mutua de deleite entre el Israel de Dios y el Dios de Israel.

Estas personas están saciadas. Eso es algo grandioso. Muy pocos de los hijos de los hombres son saciados alguna vez, sin importar cuál sea su porción; se han tragado la sanguijuela borriquera que continuamente clama: “¡dame! ¡Dame!” Únicamente las almas santificadas son almas saciadas. El propio Dios es quien ha de convertirnos y contentarnos.

No es sorprendente que el pueblo del Señor sea saciado con el bien de su Señor. Pues allí hay bien sin mezcla, liberalidad sin restricción, misericordia sin reprensión, amor sin cambio, favor sin reserva. Si el bien de Dios no nos sacia, ¿qué podría saciarnos? ¡Cómo!, ¿todavía estamos gimiendo? Con certeza hay un deseo maligno internamente si es un deseo que el bien de Dios no sacia. Señor, yo estoy saciado. Bendito sea Tu nombre.


Vota esta traducción

Puntúa utilizando las estrellas