Todas las cosas están sujetas a Cristo resucitado

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Por John Piper.

Domingo de Resurrección Filipenses 3:20-21


“Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo”.


Estos versículos suponen algo formidable. Y ese algo tenemos que hacerlo sencillo para que podamos admirar lo que hay. Ese es mi objetivo, que usted admire lo que hay aquí, que admire a Aquel de quien se está hablando aquí. Y ese no es mi único objetivo, también es el objetivo de Dios para usted. Le digo esto porque en la segunda carta de Pablo a los Tesalonicenses (1:10), la palabra de Dios respecto a la segunda venida de Cristo dice: “cuando Él venga para ser glorificado en sus santos en aquel día y para ser admirado entre todos los que han creído (…)” El objetivo de la Historia es: el pueblo de Dios admirando la majestad de Jesucristo. Por tanto, ese es mi objetivo este Domingo de Resurrección: que admiren lo que se revela de Cristo en Filipenses 3:20-21.


Pero aquí se asume algo que tenemos que hacer sencillo antes de que podamos admirar con entendimiento, el único tipo de admiración que importa. Admiración con entendimiento. Si alguien lo engaña para que admire algo y le hacen creer que está viendo algo maravilloso cuando no lo es, su admiración no dice mucho de ellos, dice que usted es tonto. Sólo la admiración con entendimiento dice mucho del Único que es verdadero y hermoso.


Por eso hay algo asumido en Filipenses 3:20-21, que Jesús fue resucitado de entre los muertos y ahora vive y tiene mucho poder (por decirlo suavemente). La razón por la cual Pablo asume esto es porque ya lo dijo en el capítulo dos. Entonces deberíamos volver atrás y decirlo de manera explícita y clara. Filipenses 2:6-11 describe la eterna deidad de Cristo, la encarnación de Cristo, la obediencia hasta la muerte de Cristo, la resurrección de Cristo y el reinado de Cristo sobre todo el universo. Se trata de un pasaje asombroso. Usted nunca leerá en ningún lugar ni en ningún tipo de literatura algo más radical, importante y verdadero que esto:


“El cual, aunque existía en forma de Dios, [Él] no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre”.


Así que Cristo era y es igual a Dios. Él es Dios. También se hizo ser humano. Él sufrió y murió obedientemente, obedientemente. Eso significa que Dios Padre le dijo que lo hiciera, significa que era una muerte planeada. Y la razón de ese plan era que el Cristo fuese pagase como sustituto por la condena de todos los pecadores que pusieran su confianza en Jesús. Como se dice en Gálatas 3:13: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros (…)”. Él fue el sustituto que cargó con nuestra condenación. Este era el plan de amor de Dios para la salvación de pecadores como nosotros que merecen el infierno, por eso dice en el versículo 8 “haciéndose obediente hasta la muerte”. No estaba muriendo simplemente, estaba obedeciendo. Dios tenía un plan, Dios dio una orden. El Hijo la estaba cumpliendo voluntariamente, obedientemente. El plan era “sé un sustituto para la condena de todos los que creerán en ti. Carga por ellos mi santa y justa maldición y los haré mis hijos, herederos junto a ti de todo lo que me pertenece”.


Y después en el versículo 9, se puede ver el más grande “por lo cual” de la Biblia. “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo”. En otras palabras, por su obediencia y su victoriosa vida y muerte, Dios lo resucitó de entre los muertos y le dio la mayor gloria como el Señor del universo. Esto está formidablemente asumido en Filipenses 3:20-21.


Ahora volvamos ahí otra vez. “Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo, (y ahora sabemos cómo llegó al cielo: fue resucitado de los muertos) el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, (y ahora sabemos cómo obtuvo un cuerpo en el cielo: fue resucitado corporalmente de los muertos) por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo”.


Ahora estamos preparados para meditar en esto y admirarlo. Hay tres puntos que admirar en este Domingo de Resurrección: 1) Admirar hoy el poder de Cristo resucitado que tiene todas las cosas sujetas a Él. 2) Admirar que un día, con su venida, Él usará este poder para transformar nuestro cuerpo en un cuerpo como el suyo. 3) Admirar que hoy nuestra ciudadanía está en el cielo donde Cristo gobierna (y si aún no lo está, póngala hoy...)


Admire hoy el poder de Jesús resucitado a quien todas las cosas le están sujetas.


Versículo 21: “(…) por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo”. Por una parte, Cristo tiene el derecho de gobernar el universo porque es Dios, no porque murió y resucitó. Él no tuvo que morir y resucitar para poder ser lo que era, y era Dios desde toda la eternidad. Esto le da derecho de ejercer autoridad sobre todas las cosas. “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1). Cristo es Dios y como Dios tiene toda autoridad para someter todas las cosas a Él.


Pero por otra parte, Dios Padre decretó que sería más digno, adecuado, hermoso, bueno y justo para aquel que gobernase el mundo de la humanidad caída y todo aquello ligado al sufrimiento del hombre, que fuese Uno que cargó con su semejanza y que sufrió sus tentaciones y padecimientos y murió por ellos. Dios decretó que Aquel que gobernaría con poder sería un redentor que sufriría con nosotros y por nosotros en este mundo. Dios decretó que cuando el león de Judá venga en poder y gran gloria para juzgar a la tierra habrá sido un cordero al que se le dio muerte por el pecado de esa tierra (Apocalipsis 6:16).


Un versículo a este respecto es Hebreos 2:10, “Porque convenía que Aquel para quien son todas las cosas y por quien son todas las cosas, llevando muchos hijos a la gloria, hiciera perfecto por medio de los padecimientos al autor de la salvación de ellos”. El Salvador, Juez y Señor de todo el universo fue probado y encontrado perfecto por medio de los padecimientos humanos. Ahora está doblemente preparado para su papel de Señor del universo: Él es Dios con derechos naturales y Redentor con derecho de compra. Puede pisar el cuello de Satán no solo por su puro poder divino, lo cual hubiera bastado, sino también porque se expuso a las tentaciones de Satán y a su arma final, la muerte, y lo destrozó en la mañana del domingo de Resurrección. Por eso está doblemente preparado para juzgar, tiene derechos de Creador y de Redentor.


Y con todo eso en mente ahora leemos en Filipenses 3:21 “por el ejercicio del poder que [Él] tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo”. Para poder admirar hoy este poder de Cristo tenga en cuenta 1) su alcance, 2) el proceso, 3) su omnipresencia, 4) su triunfo, 5) el propósito para el hombre, 6) su duración y 7) su base final de operaciones.


1.1. Admire el alcance del poder de Cristo hoy.


Tras su resurrección, Jesús dijo en Mateo 28:18, “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra”. No hay autoridad más alta que la de Cristo ni en la tierra ni en el cielo. Y Filipenses 2:10 añade: ni “debajo de la tierra”. No existe ningún lugar en la esfera de la realidad o en la dimensión existencial en ninguna parte del universo que no esté bajo la absoluta autoridad de Jesucristo.


Cuando el mundo no parece que está bajo la autoridad de Cristo, sería más sabio que admirásemos el misterio de sus caminos (a la manera que lo hace Pablo en Romanos 11:33) antes que cuestionar el alcance de su poder.


1.2. Admire el proceso del poder de Cristo hoy.


Aunque Cristo tiene absoluta autoridad y poder sobre todas las cosas, aún así no emplea ese poder para someter completamente a sus enemigos. Aún no. Su reino avanza mediante la predicación del evangelio y por el sacrificio de amor de su pueblo. De esta manera, se vence la incredulidad, la oscuridad espiritual y el engaño demoniaco mediante el poder y la hermosura de Cristo. Cuando este proceso haya llegado tan lejos como sea la voluntad de Dios, Cristo intervendrá y acabará con la victoria.


Así lo dijo Pablo en 1ª de Corintios 15:24-27:

“Entonces vendrá el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, después que haya abolido todo dominio y toda autoridad y poder. Pues Él debe reinar hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el último enemigo que será abolido es la muerte. Porque Él ha puesto todo en sujeción bajo sus pies. Pero cuando dice que todas las cosas le están sujetas, es evidente que se exceptúa a aquel que ha sometido a Él todas las cosas”.


“Pues Él debe reinar hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies”. Y su poder y autoridad es total. Sin embargo, el proceso de sujeción avanza al ritmo que Él decide. Nuestra tarea no es conocer los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado con su propia autoridad (Hechos 1:7). Nuestra tarea es admirar el alcance y el proceso de su poder, y predicar el evangelio.


1.3. Admirar la omnipresencia del poder de Cristo hoy.

El poder de Cristo domina en el universo desde el menor hasta el mayor de los elementos de la realidad. Colosenses 1:17 dice: “Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen”. Y Hebreos 1:3 dice: “… sostiene todas las cosas por la palabra de su poder”. La autoridad de Cristo es totalmente omnipresente. Ninguna galaxia, átomo o demonio puede permanecer sin estar bajo la autoridad de Jesucristo.


1.4. Admirar el triunfo del poder de Cristo hoy.

1ª de Pedro 3:22 dice: Él “quien está a la diestra de Dios, habiendo subido al cielo después de que le habían sido sometidos ángeles, autoridades y potestades”. Cuando Cristo murió y resucitó, triunfó sobre todos los poderes del infierno. Él sabía que su triunfo venía, por eso le dijo a Pedro en Mateo 16:18, “Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. En otras palabras, el infierno no puede derrotar a Jesús, su triunfo está asegurado. Él cumplirá todos sus propósitos para con la iglesia y para con el universo.


1.5. Admire el propósito para el hombre del poder de Cristo hoy.

Jesús dijo en Juan 5:27, “[Dios] y le dio autoridad para ejecutar juicio, porque es el Hijo del Hombre”. El Dios-Hombre tiene el derecho de actuar como Dios en el juicio a los hombres, y lo hará, y será final. No existe la corte de apelación ante Cristo. Y Juan 17:2 enseña cómo esta autoridad está llena de esperanza para los que pertenecen a Jesús, “por cuanto [Dios] le diste autoridad sobre todo ser humano para que dé vida eterna a todos los que Tú le has dado”. Tanto el juicio como la vida eterna están en sus manos para con todo ser humano. Admire el propósito de la autoridad de dicho juicio.


1.6. Admire la duración del poder de Cristo hoy.

En Apocalipsis 11:15 grandes voces dijeron en el cielo: “El reino del mundo ha venido a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos”. No habrá ningún otro capítulo después de Cristo. Nada viene después de Cristo, su poder y autoridad duran para siempre. No sea hallado enemigo de ese poder. Admírelo, no se burle.


1.7. Admire base final de operaciones del poder de Cristo.

O sea, la tierra. Será renovada. Todo pecado, enfermedad y poder satánico será eliminado. Habrá un nuevo cielo y una nueva tierra pero no otro, el que hay será renovado. Por eso va a volver con poder. Mateo 24:30, “y entonces todas las tribus de la tierra harán duelo, y verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria”. Por tanto, admire que el alcance, el proceso, la omnipresencia, el triunfo, el propósito y la duración del poder de Cristo por el que todas las cosas le están sujetas tendrán lugar finalmente en la tierra.

Este es el primer punto de nuestra admiración a Cristo esta mañana. Admire su poder por el que todas las cosas le están sujetas. Filipenses 3:21 “. . . por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo”.


Admire que un día, en su venida, Él usará ese poder para transformar su cuerpo en un cuerpo como el suyo.

Filipenses 3:21 “[Él] transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo”. Pablo dice que todo ese poder que acabamos de ver tomará vuestro cuerpo descompuesto y lo levantará de entre los muertos. Ya nadie más estará enfermo, discapacitado, débil, cansado, enfermo mental, adicto, tentador ni tentado, sino que en su lugar tendrá un cuerpo como su cuerpo glorioso.


No sobre “espiritualice” o infra “espiritualice” esto. Lo estaría infravalorando si pensase que se puede explicarse simplemente en la categoría de la realidad física o material que vive ahora. No es igual a lo que tenemos ahora. Pablo dijo en 1ª de Corintios 15:44 “se siembra un cuerpo natural, se resucita un cuerpo espiritual. Si hay un cuerpo natural, hay también un cuerpo espiritual”. Llevar el peso de la gloria de perfectas almas espirituales nos sentará perfectamente bien".


Pero lo estaría sobrevalorando si pensase que no podrá comer pescado o ser reconocido por sus amigos después de la resurrección. A Jesús lo reconocieron sus discípulos en su cuerpo resucitado (Lucas 24:31). Y Él dijo en Lucas 24:39-43:

“Mirad mis manos y mis pies, que soy yo mismo; palpadme y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo. Y cuando dijo esto les mostró las manos y los pies. Como ellos todavía no lo creían a causa de la alegría y que estaban asombrados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces ellos le presentaron parte de un pescado asado. Y Él lo tomó y comió delante de ellos”.


Y eso es lo que usted hará. Si usted pertenece a Cristo confiando en Él, le dará un nuevo cuerpo espiritual y sus amigos lo reconocerán y comerá y beberá con ellos en el reino de Dios (Mateo 26:29). Admire entonces que Cristo va a usar su infinita autoridad y poder para levantarle de entre los muertos y darle un cuerpo como el suyo.


Admire que hoy su ciudadanía está en el cielo donde Cristo gobierna.

Filipenses 3:20, “Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo”. Si usted es un creyente en Cristo, no tiene que esperar a la segunda venida para saber dónde está su hogar, si en el cielo o en el infierno. Cuando usted pone su confianza en Cristo, su nombre está sellado en los pergaminos de ciudadanía del cielo.

Y no porque usted vaya a vivir allí para siempre en lugar de en la nueva tierra sino porque su Rey está allí. Y cuando venga, su ciudadanía viene con Él. Donde Él esté, ahí es donde usted tiene el privilegio y el derecho de estar.

Y por tanto estará con Él para siempre y su admiración nunca cesará, sólo aumentará por y para siempre.


¿Su ciudadanía está en el cielo? ¿Ha depuesto las armas de la incredulidad y de la rebelión contra Cristo? ¿Ha recibido la amnistía comprada con sangre que Él ofrece a todos los rebeldes? ¿Ha doblado la rodilla de sumisión y lealtad ante el Rey del universo? Hágalo hoy y únase a los ciudadanos del cielo para esperar “a un Salvador, el Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo”.


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