¿Dios está provocando que desperdicie mi vida?
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Calley Sivils sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por E. G.
«Viaja mientras seas joven». Lo estoy intentando
«No te pierdas todos los lugares bonitos del mundo». Prometo que deseo verlos tanto como tú quieres que los vea.
«No estás utilizando tu titulación» Lo sé. Pero cada vez que intento pedir trabajo o trasladarme al extranjero para mejorar mi fluidez y poder usar mi titulación, nunca funciona.
Mi noveno o décimo intento de ir a vivir al extranjero a largo plazo se ha esfumado recientemente. He perdido la cuenta de estas decepciones, pero esta vez he estado cerca: tan cerca que casi podía oler el aire alpino y escuchar palabras en alemán fluyendo en mis oídos.
En mi corazón resuena profundamente la llamada a quedarme. No tiene sentido, la lógica me chirría. Soy joven. No tengo ataduras ni obligaciones que me vinculen a este lugar. Tengo más tiempo libre que el que voy a tener el resto de mi vida. Es el momento perfecto.
Sin embargo, solo el que es Perfecto conoce el momento perfecto. En la misma medida en que hace que rechinen mis deseos a largo plazo, siento paz al quedarme.
La opción de la obediencia
Señor, siento que estás desperdiciando mi vida. Parece que no puedo disfrutar de mi juventud. No lo entiendo. Quiero salir al extranjero para explorar este mundo que has creado y conseguir fluidez en idiomas extranjeros mientras todavía puedo y deseo mucho más que una vida en una pequeña ciudad de Estados Unidos. Quedarme estancado aquí es desesperante y acaba con mis nervios. No tengo opciones…
Pero todavía tengo la opción de la obediencia. Incluso cuando todo va mal (y ha sido así durante meses o años), la obediencia es siempre una opción. Incluso cuando todo en mí se desgarra entre gritos y llantos, reflejar al Salvador en obediencia es siempre una opción. Si Dios cierra la puerta, y confío en sus buenos propósitos, no necesito seguir golpeando mi cabeza contra la puerta.
Cuando veo otra maravillosa oportunidad que se desvanece en la distancia, mi corazón cae de rodillas y grita, ¿la obediencia es simplemente el lugar donde van a morir todos mis sueños? ¿Tu plan para mi vida es únicamente que caiga roto y atormentado entre fragmentos destrozados de mis esperanzas y deseos?
En estos momentos, nuestros corazones limitados olvidan fácilmente la terrible eternidad de la que hemos sido salvados (Lucas 13:28). Y la gloria de la eternidad, a la que hemos sido entregados (Apocalipsis 21:4). Para nosotros, que hemos experimentado solamente el tiempo en una forma, los horizontes temporales engullen y falsean tan fácilmente el horizonte que debemos estar siempre apuntando hacia delante: a Cristo y la eternidad con Él.
En nuestro sufrimiento, a través de nuestras lágrimas durante nuestro dolor, nos olvidamos fácilmente de que nos espera un lugar donde desaparecerán todos estos males. Aunque hayamos cumplido nuestros deseos aquí, nos instalamos en las comodidades y olvidamos que nuestro verdadero deseo aguarda para desbordar las eternidades de sus hijos con su presencia.
Sueños que deben morir
He olvidado que la obediencia es realmente el lugar al que voy a morir, crucificando todos los deseos de la carne como mi Salvador una vez hizo en la cruz (Gálatas 2:20). ¡Qué fácil es olvidar que mi vida no consiste en conseguir lo que quiero o ir a donde quiero!
No importa lo inofensivos que puedan parecer esos deseos, si superan mi deseo de obediencia, entonces requieren una crucifixión. Si intento que sucedan para controlar el futuro pensando que mi plan es el único plan, entonces no solo estoy cometiendo idolatría, sino también estoy traicionando las palabras de Pablo: «Pues para mí, el vivir es Cristo, y el morir es ganancia" (Filipenses 1:21, LBLA).
Por supuesto, en ese caso se refiere a la muerte física. Pero dar muerte a las riquezas es también una ganancia, porque Cristo es mucho más valioso que el peso del mundo en oro. Dar muerte a la popularidad también es una ganancia, porque Cristo es mucho más gratificante que tener infinitos seguidores. En la soltería, dar muerte al deseo es también una ganancia, porque Cristo es nuestro verdadero perseguidor. En el matrimonio, dar muerte al egocentrismo es también ganancia, porque nuestros corazones asumen una imagen más nítida de Cristo. Y dar muerte a los viajes también es una ganancia, porque la belleza de Cristo es más impresionante que todo el esplendor que este mundo ofrece, una aventura mucho más grande que la vida en la mayoría de culturas exóticas de la tierra.
La historia interminable
El corazón humano, en cada generación, está presionado por el mundo exterior para hacer lo que hace la sociedad, triunfar como ellos, vivir la vida que quieren que vivamos o nos perderemos la vida de verdad. Viajar es lo más grande ahora, y está retrasando la edad adulta. Esta combinación hace que sea fácil decir: "donde vayas, iré", pero a menudo es mucho más difícil decir: "donde te quedes, me quedaré". Eso significa quedarse incluso cuando es inquietante, doloroso y solitario.
Pero hace solo cincuenta años, la ruta más sencilla era asentarse pronto y formar una familia. Los ídolos de cada generación serán diferentes. Pero la obediencia por la fe en Jesús sigue siendo la misma: negarse a inclinar la rodilla ante todos salvo ante aquel que sufrió los clavos en sus manos y el desgarro en su costado. La lealtad de Daniel no flaqueó esos miles de años atrás, y nuestra lealtad no debería flaquear frente al FOMO (miedo de perderse algo, por sus siglas en inglés) y YOLO (solo se vive una vez, por sus siglas en inglés).
No necesito dar vueltas por los Alpes, o caminar por los arrozales de Japón, o explorar el mundo salvaje de Escocia para ser obediente. Para amar al Señor mi Dios con todo mi corazón, toda mi alma y toda mi fuerza (Deuteronomio 6:5). Solo necesito buscar su rostro en cualquier sitio en el que Él me haya colocado: en la punta del Kilimanjaro o en las colinas del medio oeste estadounidense. Y en cualquier estación del corazón que me haya traído: ya sea en el más seco de los desiertos o en el más sombrío de los valles.
El Espíritu de Dios es un guía dispuesto, siempre nos anima a avanzar hacia aquel ante quien todas las aventuras palidecen si se le comparan, y en quien todas las aventuras se realizan. Porque cuando todas las aventuras de esta vida lleguen a su fin, Dios seguirá siendo insondable y totalmente satisfactorio, la aventura que nunca termina.
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