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English: What Will You Leave Behind?

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Por Jon Bloom sobre Trabajo y Vocación

Traducción por Ada Asencio-Ovalle


La autora, escritora, poeta y apologista cristiana, Dorothy Sayers, escribió en una ocasión, “Lo que hacemos es más importante que lo que somos, particularmente si “hacer” es nuestra profesión.”

Con “Hacer” profesionalmente hablando, Sayers se estaba refiriendo específicamente a los artistas. Pero en realidad, todos nosotros somos hacedores, sea cual sea nuestra profesión. El hacer no solamente está en el ámbito de los artistas. Dios ha otorgado a todos los humanos un privilegio increíble de ser sub-hacedores. Todos nosotros hacemos cosas todo el tiempo. Y lo que hacemos es de gran importancia para Dios.

Pero ¿Es verdad que lo que hacemos es más importante que lo que somos?

Contenido

¿Qué es más importante: lo que hacemos o lo que somos?

En un sentido, si, lo es. Lo que nosotros hacemos debería ser medido contra los objetivos estándares de lo que sea que se considere verdadero, puro, noble, excelente y bueno, como Dios lo define (Filipenses 4:8). Nuestros fracasos personales no alteran esas cosas. Como cristiana, Sayers estaba dolorosamente consciente de su propio pecado y luchas con su fe. Aun así, ella estaba convencida de la verdad del cristianismo y contendía con este en sus escritos y discursos. Ella creía que sus fracasos personales no invalidaban esa verdad. Y en ese sentido, ella tenía razón.

En último caso, lo que hacemos no es más importante que lo que somos, como explicaba un amigo de Sayers, C.S. Lewis.

Si las personas solamente viven setenta años, entonces un estado o una nación o una civilización los cuales puede durar mil años son más importantes que un individuo. Pero si el cristianismo es verdadero, entonces una persona no solamente es más importante, pero incomparablemente más importante ya que este es eterno y la vida de un estado o civilización comparada con este, es solo un momento.”

Cada uno de nosotros es “incomparablemente más importante” que una civilización. Esto significa que cada uno de nosotros es incomparablemente más importante y duradero que cualquier cosa que hagamos.

La importancia de lo que hacemos

Sin embargo, lo que hacemos permanece en una inmensa importancia porque en realidad revela en alguna medida lo que somos. Esto es la verdad de Dios (Romanos 1:20) y la verdad de nosotros (Mateo 12:33). Lo que producimos y nuestros motivos para producirlo revelan lo que creemos y valoramos.

Este es el mensaje de la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30): la inversión fiel de lo que se te ha sido dado produce fruto. Este es el mensaje de la parábola de las ovejas y las cabras (Mateo 25:31-46): lo que hacemos evidencia lo que somos. Las obras evidencian la fe.

Entonces, la pregunta para todos nosotros hacedores se vuelve, ¿Qué debemos hacer de y con nuestras vidas? Para cada uno, la respuesta es diferente. Pero todos nosotros debemos ver la vida del Gran Maestro (Juan 1:3, 14:6) para saber nuestra respuesta. Lo que Él hizo con su vida tiene un gran impacto en lo que deberíamos hacer con la nuestra. Nuestra meta final debería de ser la misma que Él.

¿Qué nos dejó el Gran Maestro?

¿Qué hizo el Hijo de Dios cuando se entregó a si mismo volviéndose carne y habitando entre nosotros? ¿Con qué nos edificó Jesús para la eternidad? Solamente dos cosas: su palabra (enseñanza) y su iglesia (transformada-personas nacidas de nuevo) Eso es todo lo que Jesús le dejo a este mundo cuando lo dejó. Él no determinó ningún otro artefacto que valiera la pena preservar.

Pero estos dos artefactos han impactado al mundo más que nada en la historia. De hecho, estas dos cosas son de lo que se trata la historia mundial. Por dos milenios, la palabra de Dios se ha expandido con gran velocidad (2 Tesalonicenses 3:1) y su iglesia se ha propagado por todo el mundo (Mateo 24:14). Y cuando cada civilización humana y artefacto y el mundo como nosotros sabemos, haya finalmente perecido, estas dos cosas permanecerán. La palabra de Jesús es para siempre (Mateo 24:35) y su iglesia es para siempre (Apocalipsis 22:4-5).

Lo que Jesús hizo no es más importante de lo que Él es. Lo que Él ha hecho revela lo que Él es. Lo que hace que lo que Él ha hecho sea de importancia incalculable.

¿Qué dejaras tú?

¿Qué implicaciones tiene lo que hizo Jesús en lo que nosotros hacemos? Esencialmente, esto significa que nosotros debemos hacer las prioridades de Jesús nuestras prioridades. Si Jesús dedico su vida terrenal a dar a conocer su palabra y hacer crecer a su iglesia, entonces el objetivo de lo que hagamos debe ser conocer y propagar su palabra (Mateo 28:19) y trabajar para el crecimiento y sanidad de su iglesia (Efesios 4:13)

¿Esto significa que todos nosotros debemos trabajar tiempo completo en un ministerio cristiano? ¡De ninguna manera! Lo que significa es que todos nosotros deberíamos ver la vida como un ministerio cristiano de tiempo completo, no importando nuestra profesión. Para el cristiano no hay una distinción sagrada o secular permanente. Todas las cosas son de Dios (Romanos 11:36) y hacemos las cosas para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31)

Dios apartó a algunos para que se dedicaran al ministerio de su palabra, el cuidado de la iglesia y la equipación de los santos (Hechos 6:4; 1 Pedro 5:1-3; Efesios 4:12). Pero la gran mayoría de nosotros somos enviados por Dios a todas las esferas de la vida para repartir su palabra y reunirnos y servir en su iglesia. Él nos da muchos talentos diferentes para invertirlos, nos da una variedad de dones para usarlos (1 Pedro 4:10) Y todos ellos son hechos santos por la palabra y la oración (1 Timoteo 4:4-5).

Nada de lo que hagamos en esta tierra es seguro que dure, excepto los efectos de los avances en la palabra de Dios y su iglesia. En este sentido, es verdad que “solo lo que Cristo ha hecho, durará”.

Entonces, ¿A qué estás dedicando tu vida? Cuando esta se termine, ¿Qué dejaras que realmente sea duradero? Cuando entregues cuentas a tu maestro de como invertiste los talentos que Él te dio, ¿qué le mostraras?

Lo que tú eres es de importancia eterna. Y lo que haces revela lo que eres. Entonces haz las prioridades de tu Maestro, tus prioridades. Haz de lo que haces duradero y para la eternidad (1 Corintios 3:12-13) sirviendo para el avance de la palabra y de la iglesia.


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