¿Se Puede Empezar por el Espíritu y Concluir por la carne?
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Santificación y Crecimiento
Una parte de la serie Galatians: Broken by His Cross Healed by His Spirit
Traducción por Maria del Carmen Zanassi
Gálatas 3:1-5
¡Oh Gálatas insensatos! ¿Quién os ha fascinado a vosotros, ante quienes Jesucristo fue presentado públicamente como crucificado? Esto es lo único que quiero averiguar de vosotros: ¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por escuchar con fe? ¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿vais a terminar ahora por la carne? ¿Habéis padecido tantas cosas en vano? ¡Si es que en realidad fue en vano! Aquel que os prodiga el Espíritu y hace milagros entre vosotros ¿lo hace por las obras de la ley o porque ha escuchado con fe?
Aprendimos al menos cuatro cosas de los capítulos 1 y 2, que debemos tener en cuenta al comenzar el contenido principal de la carta. 1) Hay falsos predicadores en las iglesias de Galacia anunciando lo que Pablo llama un evangelio diferente (1:6), el cual no es evangelio en absoluto 2) Los oponentes de Pablo desacreditan su mensaje al negar la autoridad de Pablo como apóstol. Dicen que no recibió su apostolado y su evangelio de la fuente original y que las verdaderas autoridades son los apóstoles de Jerusalén. 3) Pablo establece, a través de sus informes históricos, que su evangelio y su autoridad no provienen de hombre alguno sino de una revelación de Jesucristo; y no solo eso, sino que hay una profunda unidad en la teología y en la fe entre Pablo y los apóstoles de Jerusalén, a pesar de ser independientes. 4) La manera en la que Pablo defiende su autoridad y su evangelio demuestra la clase de enseñanzas falsas que amenazan las iglesias de Galacia. Parece que un grupo judío de cristianos profesos, que declaran tener a Jacobo de su parte (2:12), enseñan que no es suficiente confiar en Cristo para obtener la justicia. Contar únicamente con la fe es convertirse en “gentiles pecadores” y hacer de Cristo un ministro del pecado (2:17) – decían ellos. Por lo tanto la fe debe complementarse con “obras de la ley”. Confiar en lo que Cristo hizo por vosotros tiene que complementarse con lo que vosotros podéis hacer por Cristo. La obra de Dios más vuestras obras es igual a la justificación. Por lo tanto, los judaizantes obligaban a circuncidarse (2:3), a observar las restricciones sobre los alimentos (2:12,13), a observar las fiestas y los días sagrados (4:10) y al menos daban a entender que por medio de estas obras, los gálatas podían aportar su parte para negociar la justificación.
En lo que concierne a Pablo, sobornar con esta mezcla de fe y obras es anular la gracia de Dios (2:21), es falta de coincidencia con la verdad del evangelio (2:14) y es eliminar el obstáculo de la cruz. Aunque parezca cercano a la verdad, aunque parezca ligado a los apóstoles, es otro evangelio, que no es evangelio (1:7) y aquellos que lo siguen serán maldecidos y separados de Cristo (1:8-9)
“Lo Importante no es cómo das el tiro de salida, sino cómo llegas”
La importancia y la relevancia de esta cuestión aumenta mientras nos adentramos en Gálatas 3:1-5. Porque allí está clarísimo que la herejía de los judaizantes no está tan relacionada con la manera en que se comienza la vida cristiana, sino como se vive y como se termina. Cualquiera que dice: “Se que comencé la vida cristiana solamente por medio de la fe, por lo tanto las advertencias hechas a los gálatas no están destinadas a mí”—esa persona no entendió el libro, especialmente 3:1-5. Como mi papá me decía siempre cuando, jugando al golf, con mi primer tiro lo desplazaba 45 metros del punto de salida: “No se trata de cómo das el tiro de salida, sino de cómo llegas”. Y tenía razón.
En 3:1-5, Pablo hace lo mismo que hizo Pedro con los gálatas en 2:11, 14ff. Los confronta de lleno con su insensatez y la falta de coherencia de sus comportamientos. Los judaizantes estaban empezando a absorberlos y Pablo les demuestra que sus actos se contradicen con la obra de Cristo en la cruz y con la obra del Espíritu en sus vidas. Veamos como lo hace. Si quieren conocer el punto principal de antemano, está expresado en 5:5. Gálatas 3:1-5 es una serie de preguntas retóricas que no expresan el punto de Pablo. Pero, 5:5 sí lo hace: “A través del Espíritu, por la fe, aguardamos la esperanza de justicia”. La esperanza y la confianza de todo cristiano es que, al final del mundo, cuando se encuentre ante el Juez del universo, el veredicto que escuchará es: “justo”. Y el punto de este versículo es que la única manera de oír ese veredicto es esperarlo por medio del Espíritu, no de la carne, y por la fe, no por las obras. Ese es la cuestión principal de 3:1-5, en realidad, de todo el libro. Por lo tanto, prestemos atención a 3:1-5 y dejemos que el Señor nos enseñe a vivir mediante el Espíritu por la fe, para que no vivamos mediante la carne por las obras. Pues, como Pablo dice, en Romanos 8:13, “Los que viven conforme a la carne, habrán de morir”.
Los Gálatas Insensatos
Dos veces Pablo llama insensatos a los gálatas. Versículo 1: “Oh, gálatas insensatos”; y el versículo 3: “¿Tan insensatos sois? La siguiente frase en el versículo 1 explica lo que Pablo quiere decir al llamarlos insensatos: “¿Quién os ha fascinado a vosotros?”. Se refiere a que ellos están actuando como si alguien los hubiera hechizado. Parece como si estuvieran hipnotizados. Se muestran irracionales, fuera de contacto con la realidad, mentalmente ebrios.
Voy a extraer dos conclusiones secundarias de estas palabras. Primero, nunca olviden que la gente que vive en un mundo de ensueño es la gente que no tiene en cuenta a Cristo. El verdadero cuento de hadas no es la encarnación, muerte y resurrección de Cristo, sino la fantasía de la impiedad. Los que no creen en los demonios son los que están gravemente hechizados. El sedante del secularismo causa el estupor más engañoso del mundo. Si Cristo es verdadero, no son sus seguidores los que son insensatos.
Segundo. Aunque los gálatas están, por decirlo así, hechizados, fuera de la realidad y son irracionales, Pablo les escribe una carta muy sensata y rigurosamente argumentada, para romper el hechizo. Algunos dicen: “Si están muertos en sus pecados” (Efesios 2:1) “y cegados por el dios de este mundo” (2 Corintios 4:4), no hay motivo para hacerlos entrar en razón. Solo el Espíritu Santo puede abrirles los ojos”. Durante seis capítulos, Pablo trata de razonar con personas tan engañadas que las llama hechizadas. La razón es que el Espíritu Santo no funciona en el vacío. Usa la Palabra para romper el hechizo de confusión y de incredulidad. No dejen que la irracionalidad de sus amistades les haga abandonar la riqueza del evangelio. Dios les concede el arrepentimiento que conduce a la verdad y así poder escaparse del lazo del diablo (2 Timoteo 2:25-26).
Contradecir la Obra de Cristo
Lo más importante que hace Pablo es ayudar a los gálatas a darse cuenta del motivo por el cual sus acciones son tan insensatas. Las dos razones que da son: contradicen la obra de Cristo en la cruz y contradicen la obra del Espíritu en sus vidas. El versículo 1 dice: “¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os ha fascinado a vosotros, ante quienes Jesucristo fue presentado como crucificado?”. Pablo no podía creer que alguien, a pesar de haber visto en el evangelio que Cristo fue crucificado, aún se sintiera atrapado por el legalismo. La muerte de Cristo por nuestros pecados nos muestra que estamos completamente perdidos y que no podemos hacer ningún aporte para obtener nuestra salvación. El obstáculo de la cruz, que hace que eso sea tan ofensivo, significa que estamos indefensos (Romanos 5:6) y no podemos hacer nada para aumentar nuestra justificación o santificación. En gálatas 5:11, Pablo dice: “Si predico la circuncisión……el obstáculo de la cruz se habría eliminado”. Si creen que por circuncidarse o hacer cualquier obra de la ley (ofrendar el diezmo, ir a la iglesia, enseñar en la escuela del domingo) podemos sumar a la obra de Cristo, entonces estamos hechizados y no entendemos el evangelio.
La muerte de Cristo por nuestros pecados no solo nos muestra que estamos completamente perdidos, sino también que la expiación de nuestros pecados, que Dios concibió en Cristo, es absolutamente suficiente. La muerte de Cristo es la sentencia de muerte para nuestro orgullo, pero también el nacimiento de nuestra esperanza. El hecho de que la muerte del Hijo de Dios se llevó a cabo para la expiación de mis pecados debe cerrar mi boca para siempre y terminar con mi vida. Pero esto no es menos importante que el Hijo de Dios, que me amó y dio su vida por mí (2:20), despierte en mí una vida de esperanza y fe. La cruz mata mi independencia, la confianza en mí mismo y mi rebeldía; y la cruz acelera un nuevo ser en mí que vive solo por la fe en la suficiencia absoluta de Cristo y no tiene ninguna expectativa de poder o virtud en sí mismo. Por consiguiente, cuando nosotros o los gálatas seguimos a los judaizantes y erigimos la ley como una escalera al cielo, en la que demostramos nuestra contribución de voluntad y esfuerzo, anulamos la gracia de Dios (2:21), eliminamos el obstáculo de la cruz (5:11) y demostramos que estamos hechizados y somos insensatos (3:1,3) Esas es la primera explicación que Pablo da de porqué la manera de actuar de los gálatas es tan insensata: contradice la obra de Cristo en la cruz.
Contradecir la Obra del Espíritu
La segunda razón que Pablo da acerca de la insensatez de los gálatas es que sus actos se contradicen con la obra del Espíritu en sus vidas. Algunos de ustedes expresaron un interés especial en saber más sobre el significado práctico de gálatas 2:20: “No soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí, y la vida que ahora vivo en la carne la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó por mí”. Gálatas 3:2-5 son un comentario sobre este versículo, solo que en vez de hablar de Cristo en nosotros, Pablo habla del Espíritu. La experiencia es la misma, porque 4:6 dice que el Espíritu que Dios manda es el Espíritu de su Hijo. Cristo y el Espíritu son uno solo. Cristo viene a nosotros en su Espíritu. Por eso, tengan en mente 2:20 mientras analizamos 3:2-5.
Pablo comienza mostrándoles cómo sus actos contradicen la obra del Espíritu, al recordarles como recibieron el Espíritu al comienzo de sus vidas cristianas. Versículo 2: “Quiero averiguar de vosotros: ¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por escuchar con fe?” Este versículo plantea tres preguntas: 1) ¿Cuál es la relación entre convertirse en cristiano y recibir el Espíritu? 2) ¿Cuál es la prueba de que el Espíritu está presente en sus vidas? ¿Cómo reciben el Espíritu?
Convertirse en Cristiano y Recibir el Espíritu
1) La respuesta a la primera pregunta es que convertirse en cristiano significa recibir el Espíritu de Cristo. En este versículo, Pablo asume que todos los cristianos recibieron el Espíritu. No es algo que sucede después. Romanos 8:9 lo aclara muy bien: “El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo”. Es imposible pensar que el Cristianismo es simplemente un cambio de creencias y un cambio de estado ante Dios. Convertirse en cristiano implica siempre que Cristo mora y obra en el creyente. Como dice 2:20, el antiguo ser muere con Cristo y es Cristo resucitado quien vive en su lugar. Como cristiano no somos más nosotros mismos, fuimos redimidos por Cristo y poseídos por su Espíritu.
Evidencia de la Presencia del Espíritu
2) ¿Cuál es la prueba de la presencia del Espíritu en nuestras vidas? El Nuevo Testamento nos da tres clases de evidencias, las cuales se mencionan en Gálatas. La primera se menciona en el versículo 5: “Aquel que os prodiga el Espíritu y hace milagros entre vosotros, ¿lo hace por las obras de ley o porque ha escuchado con fe?”. Una prueba a la cual los gálatas podían apuntar era que Dios hacía milagros entre ellos a través del Espíritu. Eso se refiere a las señales milagrosas que Jesús hizo, puesto que el lenguaje que se usa es parecido al que describe los milagros de Jesús en Mateo 14:2 y el legado de dones en 1 Corintios 12:6. En otras palabras, las obras poderosas como curaciones, exorcismos y la significativa alteración de las circunstancias mediante la oración- todo esto les dio a los gálatas creyentes la prueba de que el Espíritu inundó sus vidas. Pablo es consciente de que los milagros físicos no verifican la obra del Espíritu de Dios, ya que Satanás puede producir señales poderosas y prodigios.
Es importante que consideremos la segunda prueba de la presencia del Espíritu en la vida cristiana, es decir, la seguridad profunda que Dios es nuestro Padre y nosotros somos sus hijos. Gálatas 4:6 dice: “Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando ¡Abba! ¡Padre!”. Cuando nuestro corazón clama sinceramente que Dios es nuestro amado Padre, es la prueba de que el Espíritu de filiación está en nosotros. En Romanos 8:15-16, Pablo lo refiere así: “Habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba! ¡Padre!. El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios”. Por lo tanto, la segunda evidencia de la presencia del Espíritu es la seguridad de sentir que Dios es nuestro Padre y que somos herederos de la gloria junto con Cristo. (Consulten también 1 Corintios 12:3: “Ninguno puede decir: ´Jesús es el Señor´, excepto por el Espíritu Santo”).
Aún la certeza puede resultar engañosa. Jesús nos cuenta sobre personas que sentían que eran sus discípulos, pero que no serían admitidos en el cielo porque no habían cambiado su forma de vivir (Mateo 7:21-23). La tercera evidencia de la presencia del Espíritu es un estímulo genuino de amor. Gálatas 5:22 dice: “El fruto del Espíritu es amor”. Lo fundamental de la evidencia del Espíritu es la prueba de amor. Para muchos de nosotros hay una combinación de estas y otras evidencias (como el gozo en la tribulación, 1 Tesalonicenses 1:6; y el valor en el testimonio, Hechos 4:31), que indican la realidad del Espíritu en nuestras vidas.
Cómo se Recibe el Espíritu
3) La tercera pregunta que plantea el versículo 2 (y la respuesta) es cómo se recibe el Espíritu. “¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por escuchar con fe?”. Respuesta: Por escuchar con fe. Pablo les pregunta: ¿Recuerdan aquellos tiempos en que predicaba en las sinagogas y en las calles? Les hacía comprender que, según las Escrituras del Antiguo Testamento, Jesús era el Cristo; les demostraba que todos son pecadores, que este Jesús murió por los pecados y resucitó, que cualquiera que confiara en Él podía obtener perdón y esperanza… y mientras escuchaban mi mensaje tenían fe. No la planearon, no la forzaron. Llegó a ustedes como llega la luz a una ciudad oscura, y con ella- no se puede saber si antes o después- llegó el Espíritu. Sienten que sus corazones claman “Abba” “Padre” (Gálatas 4:6), y “Jesús es el Señor” (1 Corintios 12:3). No hicieron ninguna obra. Sino que se obró en ustedes. La Palabra de Dios, “más cortante que cualquier espada de doble filo” (Hebreos 4:12), corta todas sus defensas y deja al descubierto todas sus necesidades y la providencia de Dios. “La luz del evangelio de la gloria de Cristo” desplazó a la oscuridad de la incredulidad. Se sentían tan indefensos como un niño pequeño, a pesar de estar absolutamente seguros en el amor de Jesús. Él había llegado a ustedes por la Palabra, la Palabra produjo fe, la rebelión del antiguo ser murió y el Espíritu de Cristo se estableció en sus corazones. Gálatas, ustedes no recibieron el Espíritu ni se convirtieron en cristianos por hacer obras para Dios. Recibieron el Espíritu cuando Dios obró en ustedes. Como dice Santiago 1:18 “En el ejercicio de su voluntad, Él nos hizo nacer por la palabra de la verdad”
El versículo 2 es el primer paso para demostrar que los hechos de los gálatas contradicen la obra del Espíritu en sus vidas. Pablo les recordaba como comenzaron sus vidas cristianas. Como segundo paso, Pablo les dice, en el versículo 3, tienen que continuar de la misma manera que empezaron ¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿vais a terminar (o concluir) ahora por la carne?”. La conclusión es clara: no se puede realizar. Aunque traten, convertirán su vida cristiana en una catástrofe (Romanos 8:13). Por lo tanto tenemos que tener muy claro lo que los gálatas estaban por hacer para que lo evitemos como si fuera una plaga.
El Espíritu o la Carne
Noten el cambio de terminología entre los versículos 2 y 3. En el versículo 2 la diferencia se encuentra entre las obras de la ley y el escuchar con fe. En el versículo 3, la diferencia es entre comenzar por el Espíritu y tratar de concluir por la carne. Hemos hablado sobre el Espíritu. Pero, ¿qué significa esta “carne”? No es algo físico. Es el antiguo “yo”, el cual aprecia la independencia y la seguridad en sí mismo. Romanos 8:7 dice: “La mente puesta en la carne es enemiga de Dios, pues no se sujeta a la ley de Dios, porque ni siquiera puede hacerlo” La carne es el ser autónomo tan seducido por su poder personal y su autonomía que no puede ni se somete a la autoridad absoluta de Dios. Pero no piensen que la carne se muestra siempre malvada. En su forma irreligiosa, la carne hace alarde de su insubordinación a Dios con la inmoralidad, la idolatría, la envidia, embriaguez y cosas por el estilo, como dice Pablo en Gálatas 5:19, donde describe las obras de la carne. Pero en su forma religiosa, la sutileza de la insubordinación y autonomía se puede manifestar en el desarrollo de una filosofía cristiana que incentiva a la gente, que comienza con fe, a crecer mediante las obras.
Examinen el versículo 3 con mucha atención. No está dirigido a aquellos que van a empezar su vida cristiana. Está escrito para nosotros, que empezamos hace tiempo y ahora nos encontramos en el grave peligro de tratar de vivir la vida cristiana de una manera que nulifica la gracia y conduce a la destrucción. El punto de este versículo es que debemos continuar en la vida cristiana de la misma manera en que empezamos. Si comenzamos por la obra del Espíritu, debemos continuar confiando en el Espíritu. La esencia de la herejía gálata es enseñar que se comienza la vida cristiana por medio de la fe y luego se desarrolla por las obras, es decir, recurriendo a los poderes propios para contribuir a la propia salvación. Una forma de herejía moderna es: “Dios ayuda al que se ayuda a sí mismo”. Si creen en eso como una manera de avanzar en la vida cristiana, anteponen las obras de la ley en lugar de la fe. La fe es la única respuesta a la Palabra de Dios, que hace lugar para que el Espíritu obre en nosotros y a través de nosotros. Por otra parte, la carne es el ego rebelde e independiente, que en las personas religiosas responde a la Palabra de Dios sin poner confianza en el Espíritu, sino en sí mismo. Esto puede ocasionar una moralidad muy rigurosa, pero anula la gracia y elimina el obstáculo de la cruz.
Espero que puedan comprender que lo que distingue a un cristiano no es cuánto progresa en la santificación, sino en lo que confía para llegar allí. ¿Se esfuerzan para obtener la santificación mediante las obras? ¿O por obtenerla mediante la fe? (Observen bien, la cuestión en el versículo 3 es cómo llegamos, esto es, a la santificación ¿Avanzan en la vida de amor mediante el poder del Espíritu? ¿O tratan de amar por el poder de la carne, es decir, por sus obras?
Consejo Práctico
Voy a terminar describiendo, de un modo práctico, cómo vivo mi vida cristiana de manera que puedo decir “no soy yo, sino Cristo”, no es mediante la carne sino por el Espíritu. Uso un acrónimo: ROCOA. Comienzo mi día con esto y lo practico cuando tengo que hacer algún esfuerzo para hacer lo correcto. El objetivo de esta manera de pensar y de sentir es que se convierte tanto en parte de mí mismo que todo en la vida lo enfoco así.
“R”
Reconozco que separado de Cristo no puedo hacer nada que tenga valor eterno (Juan 15:5). Reconozco lo que dice Pablo en Romanos 7:18 “Se que en mí, es decir en mi carne, no habita nada bueno”. Reconozco que el antiguo “yo”, al que le encantaba negar este hecho, fue crucificado con Cristo.
“O”
Oro. Oro, como lo hace Pablo en 1 Tesalonicenses 3:12, para que Cristo haga abundar en mí el amor. Oro para que la gracia reine en mi vida por medio de la justicia (Romanos 5: 21) Oro para que Dios produzca en mí la obediencia que me pide (Hebreos 13:21; 2 Tesalonicenses 1:11).
“C”
Confío. Esta es la clave, porque Gálatas 3:5 dice: “Aquel que los dota del Espíritu y hace milagros entre vosotros ¿lo hace por las obras de la ley o por que escuchan con fe?”. En otras palabras, la continua obra del Espíritu que hace posible que amemos como debemos, solo sucede si confiamos en las promesas de Dios (Gálatas 5.6). Por lo tanto, me aferro a una promesa por medio de la fe, como Isaías 41:10: “No temas porque yo estoy contigo; no te desalientes porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, te sostendré con la diestra de mi justicia”. Confío en que cuando obro, no seré yo sino el poder de Cristo en mí y yo aferrándome a él solamente con la fe.
“O”
Obro en obediencia a la Palabra de Dios. Hay un mundo de diferencia entre esa manera de obrar y lo que Pablo llama obrar según la ley. Reconocer que estoy indefenso, orar para que me conceda el poder divino, confiar en que Cristo es mi ayuda y es mi fuerza – todo esto transforma mi manera de obrar para que esta sea fruto del Espíritu y no de la carne.
“A”
Finalmente, cuando ya lo he hecho y el día termina, agradezco a Dios por todo lo bueno que pudo acontecer en mi vida (Colosenses 1:3-5). Le agradezco por vencer, en cierta medida, mi egoísmo y mi orgullo. A Él pertenece la gloria (1 Pedro 4:11).
ROCOA: R- Reconozcan su incapacidad de hacer el bien por sí mismos. O- Oren para obtener el poder divino. C- Confíen en las promesas de Dios de darles fe, fuerza y guiarlos. O- Obren en obediencia a la Palabra de Dios. A- Agradezcan a Dios por todo lo bueno que reciben. Si piensan que esto les hace sentir que Dios es mucho más importante que ustedes mismos, entonces les insto a que contrasten lo que ustedes declaran con el testimonio de Pablo en 1 Corintios 15:10, que dice: “He trabajado mucho más que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios en mí”. Y en Romanos 15:18 “No me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho en mí”. Por consiguiente, volvemos al punto principal de 3:1-5, referido en 5:5. A través del Espíritu (no de la carne) por la fe (no por las obras), tenemos esperanza en la justicia. Solo cuando eso es verdadero podemos decir: “Estoy convencido de que el que comenzó en mí la buena obra, él (¡y solo él! la irá completando hasta el día de Cristo Jesús (Filipenses 1:6).
Vota esta traducción
Puntúa utilizando las estrellas