Al Monte de Sion
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Ligonier Ministries Staff
sobre Los Pactos
Una parte de la serie Tabletalk
Traducción por Javier Matus
“Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles” (Heb. 12:22).
- Hebreos 12:22-23
Al acercarnos al final de la epístola a los Hebreos, encontramos en el capítulo 12 que el autor compara una vez más la gloria y la perfección del nuevo pacto con la imperfección del antiguo. En este punto, el público original del libro debería haber estado convencido de la superioridad de Cristo sobre todos los que vinieron antes que Él. Sin embargo, para que el público no tuviese ninguna duda, el pasaje de hoy una vez más nos recuerda que bajo el nuevo pacto tenemos algo mucho mejor que bajo el antiguo.
En la primera mitad del capítulo 12, leemos acerca de la necesidad que tenemos de fortalecernos a nosotros mismos y de evitar el pecado para que perseveremos en la fe hasta el final de nuestras vidas. Tal como los versículos 18-24 dejan claro, tenemos que hacer esto debido al mejor pacto bajo el cual vivimos ahora. Porque nosotros no nos hemos acercado al monte Sinaí y a las restricciones hechas allí con respecto a nuestro acceso a la presencia de Dios (vv. 18-21). Más bien, nos hemos “acercado al monte Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles” (v. 22).
Debemos fortalecernos para la carrera por delante debido a los mejores días en los cuales vivimos. Nosotros ya no vivimos anticipando la venida del Mesías; más bien, vivimos después de que el Mesías ha venido. Nos hemos acercado al monte Sion, sólo que ahora no es el Monte Sion físico. Tal como el resto del versículo 22 deja claro, es el Monte Sion celestial al cual hemos llegado —la ciudad celestial donde la perfección ya reina.
En cierto modo, esta declaración parece difícil de creer. Después de todo, cuando miramos a nuestro alrededor, vemos que la perfección todavía no está aquí. Es difícil entender cómo podemos estar en la presencia de “Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos” (v. 23).
En la actualidad, hay una separación entre lo que experimentamos y las realidades del cielo. Pero, al mismo tiempo, por la fe, no hay tal separación. Cristo ha venido y realizado toda la obra necesaria para llevar a cabo la renovación y la consumación de todas las cosas. Cuando estamos unidos a Él por la fe, nos unimos a Él en el cielo (Ef. 2:4-6) a pesar de que esta realidad aún no se manifiesta plenamente en nuestras experiencias del día a día. Ya no nos sentamos bajo tipos y sombras, sino que vivimos posicionalmente en el cielo. En Jesús, nuestra posición ha cambiado, y esta realidad celestial también está garantizada en convertirse en una terrenal.
Coram Deo
Debido a nuestra nueva posición, nuestra adoración es algo más que una colección de creyentes terrenales o la ofrenda de un solo individuo. Más bien, cuando adoramos en espíritu y verdad, nos unimos a la gran multitud que ya rodea el trono de gloria. Cuando usted adora al Señor, recuerde que usted adora junto con los santos de todas las edades.
Pasajes para Estudio Adicional
Salss. 22:27; 48 • Isa. 12:5-6 • Marcos 15:37-38 • Ap. 7:9-12
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