Cómo Dios nos Enseña las Cosas Profundas de Su Palabra
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Sufrimiento
Una parte de la serie Taste & See
Traducción por Paola Montano
La razón por la que el Salmo 119 tiene 176 versículos es porque el alfabeto hebreo tiene 22 letras. El salmista se regocija en la preciosidad multifacética de la palabra de Dios tomando cada letra del alfabeto y escribiendo ocho versículos de exaltación, cada uno comenzando con esa letra. Es como decir: "La palabra de Dios es preciosa en todos los sentidos, desde la A hasta la Z, más allá de la perfección". (Ocho es uno más que siete, el número de la integridad y la perfección).
Normalmente en cada grupo de ocho versículos, el salmista utiliza en su mayoría palabras diferentes que comienzan con la letra para esa sección del acróstico. Por ejemplo, los versículos que comienzan con la letra heth (versículos del 57 al 64) utilizan ocho palabras diferentes que comienzan con esa letra. Pero los versículos del 65 al 72 que comienzan con la letra hebrea teth, se destacan porque comienzan cinco veces con la misma palabra: la palabra "bueno" (tov). Esto hace que nos sentemos y tomar nota.
Se está enfatizando algo realmente bueno. ¿Qué es eso que quiere que veamos?
Aquí está mi torpe traducción al Inglés que te permite apreciar la prominencia de la palabra "bueno".
65: Bien (tov) hiciste, Yahvé, con tu siervo conforme a tu palabra.
66: Enséñame buen (tov) discernimiento y conocimiento, porque en tus mandamientos confío.
67: Antes que yo fuera afligido me equivoqué, pero ahora guardo tu palabra.
68: Bueno (tov) eres y haces que el bien suceda, enséñame tus estatutos.
69: Forjan sobre mí mentiras, también lo hacen los orgullosos, pero con todo mi corazón guardaré tus preceptos.
70: Desagradable como la grasa es su corazón, yo me deleito en tu ley.
71: Bueno es para mí (tov li) ser afligido, para aprender tus estatutos.
72: Buena es para mí (tov li) la ley de tu boca, más de miles de piezas de oro y de plata.
Estos no son comentarios cualquiera sobre lo que es bueno. Todos están conectados. Y un bien específico está en mente.
El versículo 65 dice que Dios hizo algo bueno. Está de acuerdo con su palabra. Eso significa que la palabra de Dios está diseñada para nuestro bien y que lo que Dios hace para ayudarnos a profundizar en su palabra es bueno. ¿Qué hizo él para que el salmista escribiera esto?
En el versículo 66 el salmista ora para que Dios le dé buen discernimiento porque confía en los mandamientos de Dios. Eso significa que Dios no bendice con discernimiento a una actitud negativa hacia su palabra. Si confiamos en que sus palabras son el mejor consejo del mundo, él nos dará discernimiento cuando se lo pidamos.
De modo que el salmista ruega por una mente y un corazón que penetren profundamente en la palabra de Dios y lleguen a discernir espiritualmente todos los cientos de situaciones que son abordadas directamente en la Biblia. Por lo tanto, ora así—y deberíamos orar así— Dios, haz lo que debas hacer para enseñarme tu palabra.
El versículo 67 nos dice lo que Dios hizo para responder a esta oración de discernimiento bíblico: “Antes que yo fuera afligido me equivoqué, pero ahora guardo tu palabra”. Dios envió aflicción. Y esta aflicción fue un gran maestro. Llevó al salmista a una obediencia más profunda (“Ahora guardo tu palabra”).
Pero no solo la obediencia, sino también entendimiento. Versículo 71: “Bueno es para mí ser afligido, para aprender tus estatutos”. La aflicción trajo aprendizaje. Este es el discernimiento por el que había orado.
Así que el bien que Dios obró (v. 65) fue la aflicción que ilumina la Palabra, que da discernimiento y que produce obediencia. ¿Cuál fue la aflicción? Fue calumnia de adversarios espiritualmente endurecidos. Versículo 69: “Los soberbios me manchan de mentiras, pero con todo mi corazón guardaré tus preceptos".
Este es el bien que el salmista quiere que veamos. Versículo 68: “Bueno eres y haces que el bien suceda, enséñame tus estatutos". Buena es la aflicción que trae entendimiento, discernimiento y obediencia. “Bueno es para mí ser afligido, para aprender tus estatutos” (v. 71).
¿Cómo puede llamar buena a la aflicción? Es porque en su esquema de valores, la comprensión profunda de la palabra de Dios es más valiosa que miles de piezas de oro y plata.
Versículo 72: “Buena es para mí la ley de tu boca, más de miles de piezas de oro y de plata". Si Dios y su palabra son tus valores más grandes—tus mayores deseos—entonces cualquier cosa que te ayude a conocerlos y experimentarlos profundamente será bueno—no fácil, y tal vez ni siquiera moralmente correcto (como una calumnia de tus adversarios), pero bueno en el sentido que Dios lo ordena para darte lo que es absolutamente mejor: el efecto iluminador de la palabra infinitamente valiosa de Dios.
En la meditación de Martín Lutero sobre estos versículos, dijo que las pruebas (Anfectungen) son uno de los mejores maestros:
Quiero que sepas cómo estudiar teología correctamente. He puesto en práctica este método yo mismo... Aquí encontrarás tres reglas. Se presentan con frecuencia a lo largo del Salmo [119] y se ejecutan así: Oratio, meditatio, tentatio (Oración, meditación, prueba).... [Las pruebas] te enseñan no solo a conocer y entender, sino también a experimentar cuán correcta, cuán verdadera, cuán dulce, cuán hermosa, cuán poderosa y cuán reconfortante es la palabra de Dios: es sabiduría suprema.
Tan pronto como la Palabra de Dios llega a ti, el diablo te afligirá... y te enseñará a través de esas tentaciones a buscar y amar la Palabra de Dios. Porque yo... debo agradecer grandemente a mis papistas por golpearme, presionarme y asustarme a través de la furia del diablo que me han convertido en un muy buen teólogo, llevandome hacia una meta que nunca debería haber alcanzado. ("What Luther Says: An Anthology", 359-1360)
Señor, inclina nuestros corazones a tu palabra y no al oro y la plata. Haz que valoremos tanto tu palabra que aceptemos todo lo que sea necesario para darnos entendimiento, buen discernimiento y fiel obediencia.
Y cuando llegue, danos la gracia de decir: "Bueno eres, y haces que el bien suceda”.
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