Cinco Señales Mas De la Auto-Glorificación
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Paul Tripp sobre Ministerio Pastoral
Traducción por Anthony Ottey
La semana pasada observamos cinco maneras en que la persecución de la gloria personal moldea el ministerio. Aquí hay cinco señales de advertencia adicionales a considerar para tratar de buscar la sabiduría y la santidad. Que Dios use estas señales adicionales para exponer tu corazón y redirigir tu ministerio.
La auto-glorificación le causará a:
6. Preocuparse demasiado poco de lo que la gente piense de ti.
Si crees que ya has llegado, estarás tan seguro de ti mismo que simplemente no pensarás que los demás deban juzgar tus pensamientos, ideas, acciones, palabras, planes, metas, actitudes o iniciativas. Creerás que de verdad no necesitas ayuda. Harás cosas solo que deberían ser hechas en grupo. Y si trabajas con un grupo, tenderás a rodearte con personas que están muy impresionadas contigo y encantadas de ser incluidas en tus proyectos, y que encuentran difícil decirte algo que no sea "sí". Te habrás olvidado de quién eres y que es lo que tu Salvador dice que necesitas todos los días. Vivirás en un sitio peligroso, tanto personal como ministerialmente.
7. Resistirse a enfrentar y admitir tus pecados, tus debilidades y tus fallas.
¿Por qué cualquiera de nosotros se enoja o se pone tenso cuando estamos siendo confrontados? ¿Por qué cualquiera de nosotros activa su abogado interno y se levanta en nuestra propia defensa? ¿Por qué cualquiera de nosotros da la vuelta a la mesa y recuerda a la otra persona que no somos el único pecador presente? ¿Por qué discutimos acerca de los hechos o disputamos la interpretación de la otra persona? hacemos todo esto porque estamos convencidos de que somos más justos que la otra persona. Las personas orgullosas no dan la bienvenida a la advertencia amigable, la reprensión, la confrontación, la crítica o la rendición de cuentas.Y cuando fallan, son muy buenos para dar excusas y razones por lo que dijeron o hicieron dadas las tensiones de la situación o relación.
¿Admites rápido tu debilidad? ¿Estás listo para hacer frente a tus fracasos ante Dios y ante los demás? ¿Estás listo para encarar tus debilidades con humildad? Recuerda, si los ojos o las orejas de un compañero en el ministerio ven o escuchan tu pecado, debilidad o fracaso, nunca es una molestia, ni una interrupción al ministerio, y nunca debe ser visto como un insulto. Siempre es la gracia. Dios te ama, y te ha puesto en esta comunidad de fe, y revelará tus necesidades espirituales a los que te rodean, para que puedan ser sus instrumentos de convicción, salvación y transformación.
8. Contender con las bendiciones de los demás
La auto-glorificación es siempre la raíz de la envidia. Tienes envidia de las bendiciones de los demás porque los ves menos merecedores que tú. Y debido a que crees que eres más merecedor, es difícil no enojarte cuando otros obtienen lo que tú mereces, y es casi imposible para ti no desear y codiciar lo que otros injustamente disfrutan. En la envidia de tu propia gloria, estás culpando a Dios de ser injusto y desleal. En maneras en que quizás no te des cuenta, empiezas a sentirte bien dudando de la sabiduría de Dios, su justicia y su bondad. Crees que Él no ha sido amable contigo de la manera que mereces. Esto comienza a privarte de la motivación para hacer lo que es correcto, ya que no parece haber ninguna diferencia. Es importante reconocer que hay un paso corto entre la envidia y amargura. Por esa razón, Asaf, envidioso, grita en el Salmo 73:13 (LBLA), "Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, Y lavado mis manos en inocencia." Está diciendo, "Yo obedecí, ¿y esto es lo que obtengo?" A continuación, escribe: "Se llenó de amargura mi alma, en mi corazón sentía punzadas., Tan torpe era yo, que no entendía; Era como una bestia delante de ti" ¡Vaya imagen! --- ¡una bestia amarga!
He conocido a muchos pastores amargados. Hombres convencidos de que han sufrido penurias que en realidad no merecen. He conocido a muchos pastores amargados, envidiosos de los ministerios de otros, que han perdido su motivación y su alegría. He conocido a muchos pastores que han llegado a dudar de la bondad de Dios. Y en el momento de necesidad, no se tiende a buscar ayuda en alguien de quien has llegado a dudar.
9. Ser más orientado a la posición que a la sumisión
La auto-glorificación te convertirá en alguien cada vez más orientado hacia el lugar, el poder y la posición que a la sumisión a la voluntad del rey. Podemos ver esto en la vida de los discípulos. Jesús no los había llamado para hacer realidad los propósitos de sus pequeños reinos, sino para aceptarlos como receptores y herramientas de un reino mejor. Sin embargo, en su orgullo, equivocaron completamente la intención. Estaban demasiado centrados en la cuestión de quién sería el mayor en el reino.
Nunca podrás cumplir tu vocación como embajador si quieres el poder y la posición de un rey. El orientarse a la posición le hará ser político cuando debes de ser pastoral. Te hará requerir servicio cuando deberías estar dispuesto a servir. Te hará exigir de los demás lo que tu no estas dispuesto a hacer. Te llevará a pedir privilegios cuando deberías estar dispuesto a renunciar a tus derechos. Te llevará a pensar demasiado en cómo las cosas te afectarán, en lugar de pensar en cómo las cosas reflejarán a Cristo. te llevará a querer establecer el orden del día, en lugar de encontrar alegría en someterte a la agenda de otros. La auto-glorificación convierte aquellos que han sido elegidos y llamados a ser embajadores en reyes autodeclarados.
10. Controlar el Ministerio en lugar de delegar el ministerio.
Cuando estás lleno de ti mismo, cuando está demasiado seguro de te mismo, tiendes a pensar que eres la persona más capaz en el círculo de tu ministerio. Encontrarás difícil reconocer y apreciar los dones dados por Dios a los demás, y al hacerlo, será difícil conseguir que el ministerio sea un proceso comunitario. El pensar más favorablemente de uno mismo de lo debido siempre lleva a despreciar a los demás.
La humildad personal y la necesidad te llevará a buscar y estimar los dones y las contribuciones de los demás. Los pastores que creen haber llegado, tienden a ver la delegación como una pérdida de tiempo. En sus corazones piensan ¿Por qué debería dar a otro lo que podría hacer mejor yo mismo? El orgullo pastoral destruirá el ministerio esencial del Cuerpo de Cristo, que es compartido.
El dolor y el remordimiento personal
Es importante para mí decir que escribí estas precauciones con dolor y remordimiento personal. En mi auto-gloria, he caído en algún momento de mi ministerio en todas estas trampas. Dominé cuando debería haber escuchado. Controlé lo que debería haber dado a los demás. Estuve a la defensiva cuando necesitaba desesperadamente ser reprendido. Rechacé la ayuda cuando debía haber clamado por ella. Estuve demasiado lleno de mis opiniones y demasiado desdeñoso de la perspectiva de los demás.
Me entristece al reflexionar sobre mis muchos años de ministerio, pero no estoy deprimido. Porque en todas mis debilidades, la gracia extraordinaria de Dios me ha salvado y restaurado una y otra vez. Me ha ido libertando progresivamente de mí mismo. Y al ser dividido entre el reino del ser y el reino de Dios, milagrosamente me ha usado en las vidas de muchos otros. En amor él ha obrado para mellar y desfigurar mi gloria de forma que su gloria sea mi deleite. Ha saqueado mi reino para que su reino sea mi alegría. Y ha aplastado mi corona bajo sus pies de modo que busque ser un embajador y no codicie ser un rey.
En esta misericordia violenta hay esperanza para todos. Tu Señor no está solamente buscando el éxito de tu ministerio; está obrando también para destronarte. Sólo cuando el trono de Dios es más importante que el tuyo, encontrarás alegría en el trabajo duro y humillante del ministerio. Su gracia no cejará hasta que nuestros corazones hallan sido completamente capturados por su gloria. ¡Eso son buenas noticias!
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