Cinco verdades sobre el sufrimiento cristiano
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Joseph Scheumann sobre Sufrimiento
Traducción por Ana M Burger
Todos los cristianos sufren. O tienes sufrimiento, o lo estas sufriendo o lo sufrirás: “a través de muchas tribulaciones debemos entrar en el reino de Dios” (Hechos 14:22).
Esta realidad es un claro recordatorio de que no hemos alcanzado los cielos nuevos ni la tierra nueva. La Nueva Jerusalén sin lágrimas ni dolor, sin duelo ni muerte, aún no ha llegado (Apocalipsis 21: 1, 4).
Pero solo porque experimentamos sufrimiento mientras esperamos la redención de nuestros cuerpos, no significa que nuestro sufrimiento sea aleatorio o sin propósito. Y tampoco significa que las Escrituras no nos digan cómo pensar en nuestro sufrimiento ahora.
Aquí hay cinco verdades bíblicas importantes sobre el sufrimiento que todo cristiano debería tener preparadas:
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1. El sufrimiento es multefacético
El sufrimiento tiene muchas caras. La Biblia no blanquea nuestra experiencia de sufrimiento diciendo que todo es de una sola línea. Más bien, reconoce las múltiples formas en que el sufrimiento puede sobrevenirnos. El apóstol Pablo escribió: “Somos afligidos en todo, pero no quebrantados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; abatidos, pero no destruidos” (2 Corintios 4: 8–9).
En estos dos versículos, Pablo enumera varios tipos de sufrimiento: mental, físico, emocional y espiritual. Cada una de estas son formas diferentes en las que podemos sufrir, y cuando llega el sufrimiento, a menudo están involucrados varios de estos tipos de sufrimiento.
2. El sufrimiento ocurre en la comunidad.
La iglesia no está destinada a ser una asociación vaga de Lone Rangers funcionales. Pablo confronta ese tipo de pensamiento cuando escribe: "Sobrellevad los unos las cargas de los demás y cumplid así la ley de Cristo" (Gálatas 6: 2).
La iglesia está destinada a ser un refugio para los que sufren. Cuando un miembro sufre, la iglesia aplica los vendajes; cuando un miembro está deprimido, la iglesia anima; cuando un miembro lo necesita, la iglesia se une para ayudar.
3. EL sufrimiento nos prepara para el ministerio
La experiencia de primera mano en el sufrimiento es esencial para prepararnos para el ministerio. Pablo escribe en 2 Corintios 1: 4 que Dios “nos consuela en toda nuestra aflicción, para que podamos consolar a los que están en cualquier aflicción, con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios”.
¿Pero cómo? ¿Y cuál es el vínculo entre experimentar sufrimiento y equiparse para el ministerio? David Powlison responde de esta manera:
Cuando hayas pasado por tus propias pruebas de fuego y hayas descubierto que Dios es fiel a lo que dice, tienes una ayuda real que ofrecer. Tienes experiencia de primera mano tanto de su gracia sustentadora como de su propósito decidido. Él te ha guardado a través del dolor; te ha remodelado más a su imagen…. Lo que estás experimentando de Dios, puedes regalarlo en mayor medida a otros. Estás aprendiendo tanto la ternura como la claridad necesaria para ayudar a santificar la angustia más profunda de otra persona. (El sufrimiento y la soberanía de Dios, 166)
4. El sufrimiento es un campo de batalla
Dondequiera que haya sufrimiento, hay una batalla, una batalla por tu alma. El libro de Job nos muestra que puede haber dos formas de responder al sufrimiento: una que maldice a Dios debido al sufrimiento y otra que alaba a Dios, incluso en medio del sufrimiento (Job 2: 9-10).
5. El sufrimiento te prepara para una gloria mayor.
Una de las verdades contradictorias sobre el sufrimiento es que prepara a los cristianos para más gloria. Pablo escribe en 2 Corintios 4: 17-18: “Esta leve aflicción momentánea nos está preparando un eterno peso de gloria más allá de toda comparación, ya que no miramos a las cosas que se ven sino a las que no se ven. Porque las cosas que se ven son pasajeras, pero las que no se ven son eternas ".
Estos versículos son como papel de lija sobre nuestros sentimientos modernos sobre el sufrimiento. Naturalmente, tratamos de evitar el sufrimiento a toda costa. Pero Dios trae sufrimiento a nuestras vidas para nuestro gozo eterno, sí, incluso para la gloria.
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