Como Dios impacta en nuestro dinero y en lo demás

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El amor al dinero es más que peligroso: es suicidio espiritual.

La constante advertencia de Las Escrituras es que las personas de Dios cuiden mejor sus espaldas cuando se trata del atractivo de las ganancias financieras (Mateo 6:24; 1 Timoteo 6:10). El ganar un salario fuerte puede ser algo bueno, pero lo que hacemos con esas ganancias es lo importante: y el escritor a los Hebreos puede ayudarnos.

En una lista de exhortaciones prácticas, él escribe,

Mantengan su vida lejos del amor al dinero, y estén contentos con lo que tienen, porque Él lo ha dicho, “nunca los dejaré ni los abandonaré”. (Hebreos 13:5).

Este es un versículo sencillo, pero la línea de argumento es admirable. Noten las primeras dos líenas. Los mandamientos en paralelo uno con otro:

mantengan su vida lejos del amor al dinero, y estén contentos con lo que tienen.

Satisfacción y Libertad

Los mandamientos parecen distintos ángulos sobre la misma postura. Nos exhortan a liberarnos del amor al dinero (y su llamado de sirenas para adquirir más), y luego, en el mismo espíritu, nos exhortan a estar contentos con lo que ya tenemos.

Este último mandamiento (“estén contentos”) funciona como un tipo de desarollo del anterior. Para en verdad alejarnos del amor al dinero, tenemos que creer sinceramente en que lo que tenemos es suficiente. Hay comida en la mesa y ropas en nuestras espaldas. Todos vamos a estar bien (1 Timoteo 6:8). Si carecemos de satisfacción, si siempre estamos pensando sobre lo que queremos después, entonces nuestra orientación sobre el dinero avanza del valor a la veneración. El dinero se convierte en nuestro boleto para más. Se convierte en el portal hacia esa cosa que nos dará lo que pensamos que no tenemos, lo que significa que se convierta en un héroe. Y en cualquier momento le atribuímos cualidades salvadoras a algo, sin importar lo sutíl que pudiera ser, nuestras afecciones también le seguirán. Si seguimos soñando en lo que no tenemos, pronto estaremos haciendo un encuentro adultero con la ganancia.

La tracción más rotunda contra esta pendiente resbalosa es estar sencillamente bien con lo que tienen. El escritor a los Hebreos dice que estemos contentos. Estamos bien. Estaremos bien. Podemos pausar nuestro jadeo por más. Y luego él nos dice por qué.

Él Está Ahí

Mantengan su vida lejos del amor al dinero, y estén contentos con lo que tienen, porque [Dios] lo ha dicho, “nunca los dejaré ni los abandonaré”.

El mandamiento para nosotros de ser libres y contentos está anclado en la promesa de Dios de estar siempre ahí. La cita aquí es tomada de Josué 1:5, pero ahora conlleva un significado amplificado después de la ascensión de Jesús. En la Comisión a sus discípulos, Jesús dice claramente, “Estoy siempre con ustedes, hasta el fin de los tiempos” (Mateo 28:20). Y como nos dijo acerca del Espíritu Santo, “Le pediré al Padre, y él les dará otro Salvador, para que esté con ustedes por siempre” (Juan 14:16).

Tenemos la certeza trinitaria de que donde sea que estemos, Dios está ahí. Cualquiera que sea la circunstancia, si tenemos o queremos abundancia (Filipenses 4:11-12), Dios está ahí y no nos abandona.

Esto podría parecer como una influencia extraña en nuestra situación financiera, pero en realidad no lo es. La presencia de Dios, como con muchas otras cosas, altera drásticamente nuestra perspectiva sobre el dinero y otras cosas. No amamos el dinero, y estamos contentos con lo que tenemos, porque tenemos a Dios.

No amamos el dinero, y estamos contentos con lo que tenemos, porque tenemos a Dios. Siempre podemos decir, sin importar el estado de nuestros activos terrenales, que “tenemos una mejor posesión y un ser perdurable” (Hebreos 10:34). Dios es nuestra porción (Salmos 73:26). Él es un banquete para nuestras almas (Salmos 63:5).

“Nunca los dejaré ni los abandonaré”, dice.

Nuestro tesoro, el Ser más deseable en el universo, está comprometido irreversiblemente a mantenernos cerca por siempre. Así que es cierto, el dinero es solo dinero, y lo que ya tenemos es prosperidad.


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