Compadece de Nuestras Debilidades

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English: Sympathetic to Weakness

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Por Ligonier Ministries Staff sobre Jesucristo
Una parte de la serie Tabletalk

Traducción por Javier Matus


“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino Uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Heb. 4:15).

-Hebreos 4:15

Ayer vimos cómo la ascensión de Cristo le hace un Sumo Sacerdote mayor que los sumos sacerdotes del Antiguo Pacto. Jesús no entró en el santuario terrenal para hacer el sacrificio, ni está en la tierra intercediendo por Su pueblo. Más bien, Él ascendió a lo sumo a través de la cortina de las nubes (Heb. 4:14) para entrar en el santuario celestial donde siempre está intercediendo por su pueblo (7:25).

Aunque Cristo es altamente exaltado ahora, sería un error pensar que nuestro gran Sumo Sacerdote está muy separado de nuestra experiencia humana. Lejos de ser un Salvador que no sabe nada acerca de la condición humana, el Señor Jesús puede compadecerse con nosotros en todas nuestras debilidades (4:15). Estas debilidades, dice John Calvin, incluyen tanto los males externos como los sentimientos internos del alma.

Jesús puede compadecerse de nuestras debilidades porque Él vivió como un ser humano y experimentó las cosas que nosotros experimentamos. Según John Owen, la compadecencia de Cristo de nosotros significa tres cosas. En primer lugar, significa que Él se preocupa por nosotros. Cristo se preocupa por nosotros cuando tenemos hambre. Él se preocupa por nosotros cuando estamos en problemas. Él se preocupa por nosotros cuando somos tentados. En segundo lugar, la compadecencia de Cristo de nosotros significa que Él puede aliviar nuestro sufrimiento. Él puede proveer para nuestras necesidades diarias. Él puede salvarnos cuando estamos en problemas. Él puede ayudarnos a evitar que participemos en el pecado. Y en tercer lugar, la compadecencia de Cristo de nosotros significa que Él puede experimentar lo que nosotros sentimos emocionalmente, mientras que nuestras emociones no sean pecaminosas. Se regocija con nosotros cuando nos regocijamos por las cosas buenas y piadosas. Él llora con nosotros cuando lloramos por la pérdida de cosas buenas y piadosas.

Antes de la Encarnación, Dios estaba preocupado por su pueblo. Sintió dolor por Su pueblo (Is. 63:9), y Él ayudó a Su pueblo en el tiempo de angustia. En la Encarnación, Jesucristo, la segunda persona de la Trinidad, se humilló y vino en la semejanza de los hombres (Fil. 2:5-11). Por lo tanto, Cristo, quien es completamente Dios, se hizo completamente hombre y se compadece de nuestras debilidades. Tal compadecencia divina se expresa cuando nosotros, el pueblo de Dios, somos tentados. Hebreos 4:15 hace la sorprendente afirmación de que Cristo fue tentado y aún estuvo sin pecado. Él vivió una vida como la nuestra, sin embargo, ¡nada de Su experiencia fue mancillada por el pecado! Jesús es un Sumo Sacerdote mayor porque Él nunca cedió a la tentación.

Coram Deo

Algunos teólogos pintan la compadecencia de Cristo de su pueblo como débil e ineficaz. Aunque Cristo puede sentir lo que sentimos (mientras que nuestras emociones no sean pecaminosas), no se limita a estar junto a nosotros lloriqueando y abrumado por la emoción. Más bien, Él puede y va a hacernos resucitar a una vida nueva y rejuvenecerá nuestras emociones cuando vayamos a Él.

Pasajes para Estudio Adicional

Jue. 2:18
Isa. 53:4, 63:7-14
Mat. 9:35-36
Ap. 14:9-11


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