Conflictos Maritales Para Nuevas Esposas
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Abigail Dodds sobre Matrimonio
Traducción por Sara Robles
Los primeros meses y años de matrimonio son un tiempo de cambios significativos. El matrimonio implica que al menos una o ambas personas se muden y se unan como marido y mujer bajo un mismo techo. Una esposa joven cambia su nombre para demostrar que ahora le pertenece a su marido para que los dos formen una nueva familia. ¡Ambos, el nuevo esposo y la nueva esposa, se embarcan en nuevos llamados que nunca antes han tenido! Con todos los cambios y transiciones, no debería sorprendernos cuando aparezcan conflictos, desacuerdos o malentendidos.
Si eres una mujer joven que se está preparando para el matrimonio, no necesitas preocuparte por que los conflictos maritales vayan a arruinar tus primeros años, ni deberías asumir que tú y tu esposo no vayan a lidiar con ningún problema ni momento tenso. En cambio, puedes prepararte para ser el tipo de esposa que maneja los conflictos con madurez, caridad y paz interna. Es decir, puedes prepararte para ser una esposa cristiana.
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Él no eres tú
El misterio profundo del matrimonio es que dos se convierten en uno: un hombre y una mujer, distintos y diferentes, fusionados en una unión como una sola carne. Aún así, en esa unión corporal, las dos mentes no se fusionan como una. Pensarás sobre cosas mayormente de la misma forma que siempre has pensado, y lo mismo hará tu nuevo esposo.
Luego de mucho tiempo y con mucho esfuerzo, empezarán a pensar juntos: a pensar junto a tu esposo, a contarle cómo se están desarrollando tus pensamientos y también a entender y apreciar que él siempre pensará distinto a ti, sin importar qué tan bien se comuniquen. Esta es una gran bendición del matrimonio: ¡él no eres tú!
Rápida para escuchar, lenta para hablar
Debido a estas diferencias (buenas y naturales) de perspectivas, una nueva esposa puede prepararse para momentos de desacuerdo al ser paciente cuando no le ve sentido a la opinión o decisión de su marido inmediatamente. Recuerda, él no eres tú. Puede que él tenga muchas buenas razones para para justificar cómo piensa, habla, actúa y lidera. Tal vez él ve un ángulo que tú no, tal vez él tiene una prioridad que tú no has considerado.
Santiago dijo: “Esto sabéis, mis amados hermanos. Pero que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira; pues la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Santiago 1:19-20). Si pudiera darte un consejo prematrimonial importante, sería este: frena y escucha antes de responder o reaccionar.
Adivino que el pecado por el que he tenido que pedir perdón más a menudo en mi matrimonio es haber juzgado precipitadamente una forma inofensiva (o incluso buena) en que mi marido estaba pensando o liderando. Yo malentendía y desafiaba su elección o su iniciativa porque pensaba que mi forma de pensar era normal y correcta, y su forma no era normal, y por lo tanto estaba mal. Muy a menudo me sorprendía lo diferentes que somos.
Ahora, luego de 21 años de Dios ayudándome a frenar y escuchar, puedo decir que estoy más agradecida de que nunca que la forma de pensar de mi marido sea distinta a la mía. Es un regalo de Dios el estar casada con un hombre piadoso que no es yo. No intentes hacer que tu esposo sea como tú o como tus amigas cercanas. Alaba a Dios por las diferencias y practica la paciencia mientras crece tu apreciación por él.
Los chismes queman el matrimonio
Proverbios 20:26 dice: “Por falta de leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso, se calma la contienda”. Este pedacito de sabiduría de Dios compara las peleas con un fuego. ¿Y cuál es el combustible para la pelea-fuego? Un chismoso; es decir, alguien que comparte información o secretos o asuntos privados con alguien que no debería saberlo.
Una esposa joven debería darse cuenta, desde el principio, que su matrimonio es una confianza sagrada. La Regla de Oro puede ayudarnos en gran manera a entender que debemos y qué no debemos compartir con otros: ¿Me gustaría que mi esposo compartiera (blanco) sobre mí? Como nos dice Proverbios 31:11-12, en ella confía el corazón de su marido, y no carecerá de ganancias. Ella le trae bien y no mal todos los días de su vida.
En los primeros años de nuestro matrimonio, me di cuenta de que algunas mujeres querían convertir las conversaciones en quejas sobre sus maridos. En el proceso, casi disfrutaban la miseria de otros aparte de la propia. Otras solo querían saber más de lo que deberían sobre los detalles íntimos de otra vida matrimonial.
Lo que puede que aún no sea obvio para ti es que unirse a este tipo de chismes indiscretos puede causar conflicto en tu matrimonio. Cuando te quejas sobre tu marido a tus amigas o compartes detalles íntimos de su vida juntos, es de esperar que tu forma de cuidar y tratar a tu esposo comience a faltarle honor y respeto. Y no te sorprendas cuando las cosas que chismoseaste sobre él lleguen a sus oídos.
Decide ahora no involucrarte en ese tipo de charla. Sé la clase de esposa en quien tu esposo puede confiar plenamente. Si hay algún asunto privado en el que tú y tu marido necesiten ayuda externa, vayan a un pastor de confianza o a una pareja piadosa para que los guíe. Pero no denigres el lazo sagrado de confianza que tienes con tu esposo a través de una indiscreción o chisme.
En desacuerdo con la sumisión
Incluso cuando evitamos hablar apresuradamente y ponemos en práctica la discreción, e incluso cuando nuestro marido nos ama así como Cristo amó a la iglesia, a veces aparecerán desacuerdos legítimos. Cuando así sea, la postura general de la esposa determinará si su aporte es un contrapunto a considerar o si es un obstáculo difícil de saltar.
Cuando una mujer confiable se dedica a la devoción, busca el bien para su marido y se somete a él, un esposo cristiano no se opondrá ni se sentirá amenazado por su desacuerdo sincero y respetuoso. Tal vez incluso te sorprendas al ver cuán dispuesto está a considerar tu aporte y cuán en serio lo tome, aún cuando no esté obligado a seguirlo (¡y tampoco quisieras que lo esté!). Tú quieres que él sea un hombre con temor de Dios y que actúe como alguien que da cuentas por cómo guía a su esposa y su familia.
Cuando una esposa joven mira a “las santas mujeres que esperaban en Dios”, como Sara (quién se sometió a Abraham, llamándolo “señor”), puede tener paz interior en medio de un desacuerdo marital (1 Pedro 3:5-6). ¿Por qué? Porque, como nos dice Pedro, su esperanza está en Dios, no en el resultado que desea o en la habilidad de su marido en tomar la decisión perfecta. Cuando la esperanza de una esposa joven está en Dios, puede confiar en Su trabajo en l corazón de él y en ella misma.
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