Cuando el Futuro parezca Imposible
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Vaneetha Rendall Risner sobre Sufrimiento
Traducción por Carlos Diaz
Un estimado amigo mío está atravesando una enfermedad desgarradora.
Cuando escuché las noticias, estaba estremecida. Yo, que escribo acerca del sufrimiento, no tenía palabras que ofrecer. ¿Qué podía decir de todos modos? Las palabras parecían inadecuadas. Triviales. Incluso condescendientes. ¿Cómo motivar a alguien que esté empezando un viaje devastador a lo desconocido?
Me tomó unos pocos días procesar lo que está sucediendo. Nuestros amigos también están teniendo problemas para procesarlo. A medida que rezamos, intentamos recordar nosotros mismos las verdades que conocemos. Las verdades sólidas que nos han transportado hacia nuestra propia aflicción. Verdades que todo cristiano puede soportar. Las verdades que soportarán el peso de nuestra pena.
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Él controla el mundo
Primero y principal, Dios es soberano. Nada que nos sucede es una sorpresa para él. Ni uno de los gorriones caerá a tierra sin que lo permita el Padre (Mateo 10:29). Por el contrario, todo lo que enfrentamos ha sido colocado allí con un propósito. Podemos confiar lo que es mejor para nosotros. Y difícil como es comprender, los problemas que aterrizan en su puerta también son buenos para nuestra familia, para nuestros amigos, para todos los que amams, si ellos aman a Dios.
Incluso cuando redacto esto, creo que nuestro sufrimiento definitivamente será mejor para nuestros seres querido suena loco. Garantizarlo suena imposible. Pero el Dios del universo, que mantiene la tierra girando sobre su eje, que le dice al océano que hasta aquí llegará y no pasará (Job 38:11), quien manda al viento y las olas (Marcos 4:41), quien viste a los lirios del campo (Mateo 6:28-30), y quien ha enumerado los cabellos en nuestra cabeza (Lucas 12:7) puede garantizar que todas las cosas funcionen juntas para bien de quienes lo aman (Romanos 8:28).
Dios nos ama. Él observó a su Hijo tener una muerte horrible, separado de él en sus últimas horas, de modo que nunca estaríamos separados de él. Él desea estar con nosotros, cuidar de nosotros y darnos buenos dones. ¿Cómo pudiera él, quien no salvó a su propio hijo, no darnos todas las cosas (Romanos 8:32)?
Él camina con nosotros
Dios ha enumerado nuestros días. Tus ojos ya veían mis acciones, todas ellas estaban en tu Libro; mis días estaban escritos y señalados, antes que uno solo de ellos existiera (Salmos 139:16). Nada puede acortar nuestras vidas. Nadie vivirá un segundo menos de lo que Dios determinó antes de la fundación del mundo.
Dios camina con nosotros cada minuto de nuestras vidas. Jesús dice, “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia” (Mateo 28:20). Dios dice a Josué, “Mientras vivas, nadie podrá resistirte. Estaré contigo así como estuve con Moisés. No te olvidaré ni te abandonaré jamás” (Josué 1:5). Cuando atravesemos los ríos, no nos superarán porque el Señor los atraviesa junto a nosotros (Isaías 43:2).
Jamás beberemos taza amarga o soportaremos todo dolor sin El.
El vencerá las dificultades
Cristo está con nosotros y nos dará la comodidad y fortaleza que necesitamos cada día. Como Deuteronomio 33:25 nos asegura, “Y como tus días serán tus fuerzas”.
Octavius Winslow, un predicador en Inglaterra a inicios de 1800, nos recuerda que Dios nos da más de lo que necesitamos en nuestra hora de sufrimiento. Dice, “¿No siempre el Señor ha sido mejor que todas sus anticipaciones de problemas, reprimiendo sus temores, volviendo a garantizar su mente dubitativa, y escuchándolos de forma gentíl y segura a través de la hora de sufrimiento que temieron? ¡Entonces confíen en El ahora! ¡El jamás, jamás los abandonará!
Aún a pesar de la fidelidad pasada de Dios, una de nuestras más grandes preocupaciones es si el Señor estará con nosotros en futuras pruebas duras. John Ross MacDuff, un contemporáneo escocés de Winslow, comprende este temor. Dice,
- Dios no da gracia hasta que la hora del juicio venga. Pero cuando lo haga, la cantidad de gracia y la naturaleza de la gracia especial requerida está dignada a darse. Mi alma, no mora con el desasosiego sobre el futuro. No anticipen venidas en pesares; perplejándote tú mismo con la gracia necesaria para emergencias futuras; mañana traerá su gracia prometida junto con los juicios del mañana . . . ¡y la fortaleza que la hora del juicio conlleva a menudo hace del Cristiano una maravilla para sí mismo!
Sin importar lo que suceda
No necesitamos comprender ahora cómo enfrentaremos el futuro. Dios nos dará todo lo que necesitamos todos días que tengamos aliento. Y cuando demos el último respiro sobre la tierra, el Señor nos traerá seguramente al cielo para que podamos disfrutar de El por siempre.
Un día nuestros ojos se cerrarán con la muerte y se abrirán con la sorprendente realidad que estamos en la presencia de nuestro Salvador. Nos sentiremos vivos, más vibrantes, más energéticos, y más gozosos que nunca lo hubiéramos estado en la tierra. El Dios al que hemos conocido pero nunca visto estará ante nosotros. Contemplaremos su gloria con nuestros propios ojos, sin distorsión o filtro. Nuestras almas estarán completamente en descanso y en paz, llenas a la medida de toda la plenitud de Dios. Será glorioso. Esa es nuestra esperanza. Nuestra promesa. Nuestra ancla.
Estas son las verdades en la que nosotros como Cristianos basamos nuestras vidas. Son promesas seguras e indelebles, garantizadas por el Unico que sostiene el universo. Sin importar lo que suceda, nunca caminaremos solos.
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