Cuando los ancianos discrepan
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Steven Lee sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Marcia Barrientos
Contenido |
¿Cómo manejar los conflictos pastorales?
¿Cómo deberían los ancianos de una misma iglesia manejar las discrepancias, la discordia y las diferencias? En la iglesia primitiva, hubo un conflicto entre Bernabé y Pablo que generó tensión y controversia (Hechos 15:39). Bernabé quería que Juan, llamado Marcos, volviera a acompañarlos en su viaje, pero Pablo quería seguir adelante sin él, pues lo consideraba poco confiable (Hechos 15:38). Este "fuerte desacuerdo" dio lugar a una de las divisiones más notables en la iglesia primitiva.
Hoy, en nuestros equipos de ancianos, los temas de discrepancia pueden ser interminables. ¿Celebramos la Cena del Señor cada semana o una vez al mes? ¿Servimos vino, jugo de uva o ambos? Si somos bautistas, ¿aceptamos como miembros a personas bautizadas de niños? ¿Realizamos un solo culto dominical o varios (o incluso en distintos lugares)? ¿Deberíamos tener un grupo de predicadores o un predicador principal? ¿Cuál es la edad ideal para que un niño creyente se bautice? ¿Adoptamos un solo estilo musical o combinamos cultos tradicionales y contemporáneos? ¿Cuánto deben durar los cultos? ¿Disciplinamos a ese miembro rebelde? ¿Enviamos a esa querida familia a servir en el extranjero? Y así sucesivamente.
Cuando los ancianos en un mismo equipo tienen opiniones distintas, ¿cómo podemos manejar esas diferencias? ¿Cómo podemos preservar la pluralidad, respetar las opiniones divergentes y seguir trabajando en unidad?
Fundamentos para manejar las diferencias
Podemos empezar estableciendo algunas bases que nos ayuden a evitar que los desacuerdos se conviertan en conflictos destructivos y, en algunos casos, incluso prevenirlos por completo.
Primero, cultiven confianza fuera de los momentos de desacuerdo. Tómense el tiempo para conocerse mejor, pasar tiempo juntos y crecer en gratitud. Busquen momentos para reír y fortalecer la relación. Aprendan uno del otro. Reconozcan las fortalezas y debilidades de cada miembro del equipo y valoren los dones espirituales que cada uno aporta. Establezcan un ambiente donde puedan hablar con honestidad y sin temor a represalias, donde los desacuerdos puedan darse de manera abierta, sin atacar el carácter ni la lealtad de los demás. Dense el beneficio de la duda.
Segundo, definan con claridad las creencias fundamentales para los candidatos a ancianos. Las doctrinas esenciales no deben quedar a la deriva. La unidad en las creencias centrales de la iglesia es crucial para la salud de un equipo de ancianos. Cuanto más sólida sea la declaración de fe, mayor será la base de unidad que tendrá el equipo para manejar sus desacuerdos. Esta unidad doctrinal fomenta una visión compartida sobre el ministerio, el pastoreo y la misión de la iglesia. Cuando el 97 % de las creencias y prácticas están alineadas, es más fácil resolver el 3 % restante.
Tercero, sean conscientes de las perspectivas y experiencias de los demás. El trasfondo, las experiencias y las relaciones personales de cada anciano moldean su forma de pensar. ¿Qué influye en sus preocupaciones, conclusiones o preferencias? Todos tenemos puntos ciegos, así que reconozcan las limitaciones de su propia perspectiva y consideren las de los demás. La pluralidad en un equipo de ancianos aporta perspectiva, responsabilidad y protección contra errores.
¿Cómo avanzar en medio de las diferencias?
Con las bases establecidas, ¿cómo pasamos de estar en desacuerdo a encontrar una solución? Aquí hay cuatro preguntas clave para reflexionar:
1. ¿Qué dice la Biblia?
Un equipo de ancianos debe estudiar las Escrituras juntos para entender qué enseña la Biblia sobre el tema en cuestión. Puede que este estudio no resuelva por completo el desacuerdo, pero siempre es el punto de partida para conformar nuestras ideas a la Palabra de Dios. Toda Escritura inspirada por Dios es útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, equipándonos para toda buena obra (2 Timoteo 3:16-17). Lean los pasajes relevantes, examinen comentarios y la historia de la iglesia, y consideren la posición histórica de su congregación sobre el tema. Busquen las alternativas que mejor se alineen con las enseñanzas de la Escritura. Trabajen unidos para permanecer fieles a la Palabra de Dios.
2. ¿Qué tan claro es este tema?
A menudo, los temas controversiales son ambiguos o están en desarrollo. Por ejemplo, durante una pandemia global: ¿Deberíamos cerrar la iglesia como medida de precaución? ¿Deberíamos reabrir aunque las autoridades lo prohíban? ¿Deberíamos demandar al gobierno? ¿Deberíamos cumplir con las regulaciones actuales?
Cuanto menos claro sea el tema, más gracia y paciencia debemos extendernos mutuamente. Examinen todo y retengan lo bueno (1 Tesalonicenses 5:21). Además de los principios bíblicos involucrados, debemos preguntarnos si estamos siendo influenciados por la sociedad, el miedo o el deseo de agradar a los poderes seculares. ¿Estamos realmente buscando servir a nuestra gente y ser fieles a nuestra misión?
Cuanto más claro sea el tema, más fácilmente podremos avanzar. Cuanto menos claro, más gracia y paciencia necesitamos tener los unos con los otros.
3. ¿Qué tan urgente es este tema?
Si el tema tiene un impacto inmediato en la iglesia o en el equipo, debe ser abordado rápidamente. Pero si es un debate teórico o de largo plazo, puede esperar. Saber distinguir entre lo urgente y lo que puede postergarse es esencial para evitar tensiones innecesarias.
Si no es algo urgente y no afecta a nuestra iglesia, podemos posponer la discusión para más adelante (y tal vez ya se haya resuelto para entonces). En otros casos, si es urgente, el equipo debe reunirse para orar, estudiar y pedirle al Señor cómo pastorear mejor a su rebaño según los últimos acontecimientos. Estén listos, a tiempo y fuera de tiempo, para usar la Palabra para el bien del pueblo de Dios (2 Timoteo 4:1-2).
4. ¿Cómo afecta este tema a nuestra iglesia?
Esta pregunta está ligada a la anterior sobre la urgencia. Si el tema tiene un impacto significativo en la congregación, debe tratarse. Pero si es algo que solo está siendo debatido en redes sociales o por un grupo reducido, quizás no sea prioritario. Los desacuerdos públicos van y vienen, y no todas las controversias deben ser comentadas por los ancianos. Enfóquense en lo que realmente importa. Recuérdenles que la hierba se seca, la flor se marchita, mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre (Isaías 40:8).
Posibles resultados
Cuando surjan desacuerdos, tengan un objetivo claro en mente. Anticipen cómo evolucionarán las conversaciones y el estudio. Evalúen el costo antes de empezar y oren por la guía de Dios mientras buscan una resolución. Aquí hay algunos posibles resultados cuando los ancianos enfrentan un tema:
Unidad
El mejor resultado, por supuesto, es cuando los ancianos logran estar de acuerdo. Después de un tiempo de estudio, discusión y un trato respetuoso de las diferentes opiniones, el equipo alcanza una perspectiva común. ¡Alabado sea Dios! Este es un buen y generoso resultado que proviene de confiar en Dios, estudiar su Palabra y vivir el proceso con paciencia.
Aceptar las diferencias
Otra opción es que el equipo acepte las diferencias. Que ahora entiendan los distintos puntos de vistas y perspectivas. Que todos se sientan oídos y comprendidos. Se ha estudiado la justificación bíblica y práctica de cada punto de vista, y se ha tratado con imparcialidad. Pero seguimos sin estar convencidos y debemos aceptar las diferencias. En la mayoría de los casos, las diferencias no impiden seguir trabajando juntos. Solo en raras ocasiones un anciano tendría que renunciar por convicciones personales. Normalmente, cuando hombres piadosos aceptan las diferencias, ambos grupos continúan felices de seguir pastoreando el rebaño de Dios.
Postergar la discusión
Una tercera opción es que el equipo decida postergar la discusión. Después de explorar el tema, los ancianos se dan cuenta de que es difícil llegar a un consenso, y el tema sigue siendo confuso. La complejidad del tema puede justificar un tiempo adicional de estudio. Si no es urgente y no está afectando directamente a la iglesia, se puede posponer para más adelante. Elijan un libro para leer juntos durante el próximo año o más. Pueden considerar invitar a un experto en el tema para que comparta su perspectiva. Algunos temas no necesitan resolverse de inmediato. Mientras tanto, como ancianos, sigan predicando la Palabra, pastoreando el rebaño y apacentando las ovejas.
El regalo de la pluralidad
Durante todo el proceso, extiendan gracia a los demás ancianos que Dios ha puesto para guiar su iglesia, porque la pluralidad de ancianos es un valioso regalo de Dios. Un anciano puede ser rápido, audaz y decisivo, mientras que otro puede traer equilibrio, sabiduría, paciencia y cuidado pastoral. A veces, uno será más compasivo, pero el otro lo alentará a mantenerse firme en los principios bíblicos y a liderar con claridad.
Cristo ha dado los ancianos a su iglesia para su edificación. Ellos son un ejemplo de unidad, desacuerdo saludable y trabajo bajo la soberanía de Jesús. Recuerden que sus compañeros y la iglesia están para edificarlos. Todos son necesarios, incluso los ancianos. Como 1 Corintios 12:7 nos recuerda: "Pero a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común".
No olviden la sabiduría y los dones que también pueden aportar los miembros de su iglesia. En la infinita sabiduría de Dios, Él dio a algunos el ser líderes, pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios (Efesios 4:11-13).
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