De que se Compone la Amistad
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Jasmine Holmes sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Patricia Alvarado
Hoy le mande un mensaje de texto a mí esposo diciéndole que no necesitaría me llevara a la casa tan temprano como pensé: “Voy a quedarme con una nueva amistad”, escribí.
Me dio risa cuando me respondió “¡OK!” con letras mayúsculas. Me volví hacia mi nueva amistad y le dije: “Me van a dar puntos por esto”.
Soy una persona introvertida casada con un extrovertido. Mi esposo estudia el arte de la amistad, la cual ve como una herramienta de crecimiento y motivación, mientras que yo trato de evitar amistades potenciales como si fueran una plaga, temiendo que puedan dejarme al descubierto.
Estas tendencias se hicieron más obvias cuando empezamos a tener conflictos ya de casados. La mayoría de mis amigos vivían en otro estado, así que evité aprender a lidiar con los conflictos del día a día con personas que no fueran de mi familia. Solo sabía solucionar conflictos de la misma forma en que lo hacía mi familia; sólo sabía aceptar críticas de mis padres; y sólo confiaba plenamente en aquellas personas que me habían amado toda mi vida.
Cuando nos casamos soñaba con tener el mejor amigo del que siempre había escuchado. Sin embargo, no tardé en darme cuenta que aunque mi esposo no se había convertido automáticamente en el mejor amigo, Dios podía usar nuestro matrimonio para finalmente darme unas lecciones de como ser una buena amiga para él y para los demás.
Nuestra Amistad no es Instantánea
Si me hubieran preguntado antes del porque no tenía amigos cercanos, hubiera bromeado diciendo: “Nunca he hecho click con nadie”. Para mí, yo no tenía una mejor amiga porque simplemente no había otra mujer en mi zona que me entendiera. Con mi matrimonio, pensaba que al casarme encontraría a alguien cuyo trabajo fuera el comprenderme todo el tiempo.
No tarde mucho en descubrir que mi matrimonio en lugar de otorgarme un amigo instantáneo, me daba un espejo instantáneo. Mi esposo me conoce mejor que nadie y durante nuestro corto tiempo de casados, he visto más fealdad y más pecados de los que alguna vez pensé ver en mí. Debido a la claridad que mi matrimonio me ha dado de mi naturaleza pecaminosa, no debería espantarme el hecho de que conservar una amistad lleve más trabajo del que había imaginado.
La amistad no es algo fácil. A veces hay que sacrificarse y luchar. Mi amistad con mi esposo me ha enseñado que en la vida, las relaciones más estrechas conllevan esfuerzos y sacrificios. También se necesita de paciencia y humildad para tener esa cercanía durante cierto tiempo para conocer a una persona, desde el pelo hasta la punta de los pies, y trabajar en entenderla y amarla de una mejor forma.
Aun cuando la amistad inicia teniendo cierto grado de intereses en común, conforme va creciendo la amistad, lo que la mantiene unida es más el amor y la lealtad que simples cosas en común.
Nuestra Amistad no es Idílica
Todos hemos visto a esa pareja en Instagram ¬– los que suben dos o tres fotos al día relatando lo perfecta que es su relación. “Caminata romántica en el parque con mi amor” “Cocinando cupcakes con mi otra mitad”. “¡Teniendo un excelente plática y tomando mocachinos!”
Antes de casarme, revisaba esas páginas y sin querer permitía que dictaran mis deseos para mi vida con mi esposo. Nos imaginaba teniendo largas e íntimas conversaciones mientras comíamos sundaes con chocolates derretido, nuestras selfies en el mercado local, y nuestros viajes en carretera cantando a todo pulmón con las ventanillas abajo.
Imaginaba que la relación con mi esposo se parecería un poco a la de Barbie Malibu en su cita de ensueño en el convertible de Ken.
Conforme vamos siendo más realistas, no tardamos en darnos cuenta que aunque podemos divertirnos mucho con nuestros seres queridos, esos momentos idílicos solo duran lo suficiente para que la cámara los capture. La amistad con mi esposo me ha enseñado que eso está bien; las relaciones más íntimas en nuestras vidas tienen momentos más íntimos que las banalidades que vemos en las redes sociales.
Nuestra Amistad es Como la Familia
Conforme nuestra conversación de la amistad continua, tengo que admitir que mis ideales de encontrar un mejor amigo estaban basados en el hecho de que había puesto a mis amigos en una categoría de personas que me no me conocían muy bien, y que amaban las partes llevaderas y fáciles de amar de mi persona. Ahora me doy cuenta que los amigos son personas que me conocen y aman por completo aun en las veces en que soy difícil y no es tan fácil amarme.
Los amigos son como la familia porque mis amigos son mi familia — somos miembros los unos de los otros (Romanos 12:5).
Sabemos que el matrimonio crea una nueva familia y una nueva amistad, pero tal vez eres como yo y no nos damos cuenta de que esos dos aspectos de la relación en el matrimonio son uno solo y a la vez el mismo. Hay una razón por la cual Pablo en sus exhortaciones, instruye acerca del significado de ser una pareja en el amor en Cristo en la misma sección de Efesios que habla acerca de los que significa ser un amoroso cuerpo en cristo. Ambas están relacionadas inexorablemente. Amar bien a nuestros esposos es parte de amar bien en nuestra comunidad.
En mi caso, fue mi esposo quien me enseñó que tenía mucho que aprender para cultivar amistades que honren a Dios. Tal vez en tu caso sea diferente.
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