Deje su secreto pecado hoy
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Bradley Sullivan
Hoy es un día del juicio. Una ola de juicio está propagando a los líderes de sus posiciones altas de poder cultural, político, corporativo y religioso porque utilizaron esas posiciones para satisfacer sus apetitos sexuales egocéntricos en los subordinados.
Las cosas que, en los campos tenues y escondidos de su imaginación y control parecieron falsamente como beneficios de privilegio y entretenimiento sexual – placeres que persiguieron sin pensar seriamente en cómo los objetos humanos estarían dañados – ahora parecen espeluznantes, sucios, abusivos, patéticos y vergonzosos cuando salieron a la luz brillante de exposición pública.
Las víctimas están hablando, muchas por la primera vez. Su ira es justificada y palpable, y sus palabras llevan consecuencias reales a sus abusadores anteriormente protegidos. Hasta ahora esto ha sido algo muy bueno. Sería una gran misericordia si la intolerancia cultural duradera resultara en un cambio de poder entre líderes lujuriosos y subordinados vulnerables.
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¿Se está endurecido tu corazón?
Pero Dios está haciendo mucho más que exponer los pecados de los líderes: de nuevo, está demostrando cuán engañoso y desesperadamente enfermo está el corazón humano (Jeremías 17:9) aparte de Cristo, y nos recuerda que tenemos sangre tan mala que todavía fluye en nuestras venas, tan propensa a ser “endurecid[a] por el engaño del pecado” (Hebreos 3:13).
Para ellos que lo escucharán, Dios nos ofrece disculpas y libertad totales. Ha mandado a su Hijo al mundo precisamente para liberar a nosotros de nuestros corazones enfermos y la esclavitud del pecado, sin importar cuán espeluznante y vergonzoso. Hay un escape; hay un lugar seguro.
Pero la hora es urgente y corta. Dios puede convertir un día del juicio en un día de amnistía, pero llama hoy, “Hoy, si [oímos] su voz, no [endurezcamos] [nuestros] corazones” (Hebreos 3:15).
Los cristianos en esclavitud
Dios hace esta oferta tanto para cristianos como para no cristianos. Obviamente, los no cristianos permanecen en la esclavitud del pecado, pero muchos cristianos también están en la esclavitud de un pecado secreto que temen exponer. Les ofrecieron una fruta prohibida, escucharon a sus deseos engañosos, y comieron. No se dieron cuenta completamente de que se estaban esclavizando al pecado (Romanos 6:16), pero habiendo sido atrapados por la tentación, han descubierto que el pecado es un negrero despiadado.
La Biblia es muy clara, y nuestra experiencia confirme, que nosotros que somos nuevas creaciones en Cristo (2 Corintios 5:17) todavía sufrimos la experiencia extraña de tener remanentes dentro de nosotros del “viejo hombre, que en cuanto a [nuestra] anterior manera de vivir, se corrompe según los deseos engañosos” (Efesios 4:22).
Por lo tanto, tenemos que elegir a “[nos despojemos] del viejo hombre” y “[nos vistamos] del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:22, 24). Vivimos con una naturaleza regenerada y una naturaleza corrupta, un nuevo corazón pero una vieja enfermedad que todavía infecta a nuestro ser, y estamos llamados a dirigir nuestro corazón regenerado para seguir a Jesús (Proverbios 23:19) y morir a los deseos y directivas pecaminosas que todavía están en nosotros.
Eso es la razón que los avisos en Hebreos sobre el engaño del pecado y responder “hoy” están dirigidos a los cristianos.
Engaño traicionero
Así que, este proverbio está dirigido a nuestros deseos pecaminosos y engañosos: “Hay camino que al hombre le parece derecho, pero al final, es camino de muerte” (Proverbios 14:12). Este describe la naturaleza engañosa de todos los pecados, no solamente el tipo sexual que domina las noticias.
Sin embargo, el tipo sexual es un buen ejemplo de cómo el pecado nos atrapa en esclavitud. Nos seduce con una promesa de placer prohibido por hacer la manera de muerto parece “derecho” a nosotros. En la luz suave y brumosa de la tentación seductora en el mundo irreal de nuestra imaginación caída, parecemos autónomos, los otros parecen sin almas, y el pecado parece sin consecuencias – todos de los cuales son mentiras mortíferas.
Entonces, habiendo creído la promesa y obedecido el pecado, nos encontramos reinados por condenación y temor. La culpa baja sus golpes de martillo contra nosotros, y la exposición de nuestro pecado amenaza a destruir nuestra reputación, relaciones, y tal vez mucho más. Mientras tanto, debilitado por indulgencia y vergüenza, el pecado nos re-seduce como una forma malévola de buscar consuelo, y el ciclo sigue repitiéndose hasta que el escape parece inútil.
Esto es la estrategia serpentina anciana de encarcelarnos en malditos calabozos oscuros para distanciarnos a Dios y los otros – y, si es posible, para destruirnos. Pero en tanto que se llama “hoy”, no estamos sin esperanza. Hay un escape, pero sólo uno.
La puerta en el calabozo
Al calabozo oscuro del pecado, donde seguimos nuestros deseos desesperadamente enfermos y pecaminosos, vino Jesús.
Nuestro Creador sabía todo sobre nosotros – todo pensamiento pecaminoso que hemos tenido, toda palabra pecaminosa que hemos hablado, y toda cosa pecaminosa y despreciable que hemos hecho – y venía de todas maneras para rescatarnos de nuestros corazones por tomar el castigo completo de nuestros pecados y nuestra vergüenza profana en él mismo, y mejor, por ofrecernos su limpieza y santidad.
Cuando lo hizo, Jesús hizo una puerta – él convirtió en la puerta (Juan 10:9) – en la pared de nuestro calabozo del pecado que lleva a la libertad eterna alegre y sin culpa ni pecado. Se convirtió en la luz en nuestra oscuridad, nuestra salvación de condenación y la esclavitud del pecado, y nuestro refugio del juicio divino, eliminando toda razón real de miedo (Salmos 27:1-2).
En Cristo, Dios, que es el adversario más aterrador del pecador, que tiene el poder de arrojarnos al infierno, convierte en nuestro único lugar seguro libre de toda condenación y todo miedo (Romanos 8:1). Jesús nos ofrece un escape seguro afuera del calabozo.
Hoy
Pero esta oferta – una oferta hecha tanto a los no cristianos como a los que profesan ser cristianos – se hace a ellos que se confesarán sus pecados, se arrepentirán, y seguirán a Jesús. Esta oferta se hace a los perpetradores que han abusado y dañado egoístamente a otros y viven en una celda de vergüenza secreta. Se hace a sus víctimas que viven en celdas oscuras de rencor y resentimiento. El precio completo por el pecado ha sido pagado; se ha hecho la justicia completa. Por lo tanto, las disculpas y la libertad completas son tuyas, si las tomarás.
No espere más. Deje de escuchar a las amenazas tiránicas del pecado y de Satanás. Jesús ofrece este regalo hoy. Hoy es el día de salir por la puerta. “Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 3:15). “He aquí, ahora es el tiempo propicio; he aquí, ahora es el día de salvación” (2 Corintios 6:2). Si esperas más, tu corazón puede ser “endurecido por el engaño del pecado”, y la puerta puede cerrar (Hebreos 3:13).
Dios puede convertir un día de juicio en un día de amnistía. Pero llama hoy. Sal del calabozo.
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