Distracciones santas
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Paula De Monte
Contenido |
Cuando Dios interrumpe nuestra productividad
La creciente cantidad de literatura sobre productividad coincide en gran medida en lo que todos sabemos por experiencia: las interrupciones reducen nuestra productividad. Así que naturalmente, la mayor parte de la literatura disponible se enfoca en maneras en las que podemos reducir las interrupciones porque nos distraen del trabajo productivo.
Y por un buen motivo: muchas de nuestras interrupciones son distracciones. Pero no todas las interrupciones son distracciones. Algunas interrupciones son más importantes que nuestra productividad actual. Sin embargo, el problema es que a menudo nos resulta difícil reconocer estas interrupciones importantes en el momento.
Como cristianos, el problema se agudiza cuando consideramos que lo que al principio puede parecer una simple interrupción es en realidad una misión imprevista de nuestro Señor. Entonces, ¿cómo podemos discernir la diferencia?
Primero, tendría que definir lo que quiero decir con interrupción, distracción y misión imprevista.
- Interrupción: Un suceso imprevisto que le hace quitar la atención de alguna de sus responsabilidades para dedicarla a otra cosa.
- Distracción: Un suceso imprevisto que lo tienta a cambiar la atención de algo de mayor importancia a algo de menor importancia.
- Misión imprevista: Un suceso imprevisto que lo llama a quitar la atención de algo que cree que es un buen uso del tiempo como siervo de Cristo a algo que Cristo podría considerar un mejor uso del tiempo.
Por supuesto, Dios no nos ha dado una fórmula que podamos aplicar a todas las situaciones. En realidad, una interrupción que es una misión imprevista un día podría ser una distracción otro día. En otras palabras, es una cuestión de discernimiento. Y el discernimiento se aprende con la práctica constante (Hebreos 5:14) a medida que somos transformados en Cristo mediante la renovación de nuestra mente (Romanos 12:2).
Pero la Biblia ofrece principios que podemos usar para perfeccionar nuestro discernimiento. Hay dos relatos que proveen la ayuda necesaria.
Distracción apostólica
En Hechos 6, se estaba desarrollando una situación potencialmente explosiva en la nueva iglesia que crecía rápidamente. “Surgió una queja de parte de los judíos helenistas [cristianos judíos de naciones que hablaban griego] en contra de los judíos nativos [cristianos judíos nativos de Palestina], porque sus viudas eran desatendidas en la distribución diaria de los alimentos” (Hechos 6:1).
No se nos dice por qué estas mujeres vulnerables estaban siendo desatendidas. Pero queda claro que no se estaba abordando el problema, y la frustración iba en aumento. Las quejas generaban tensión étnica. Como se nos ha recordado en los últimos años, problemas como ese pueden amargar las relaciones, romper la confianza y sembrar sospechas. Entonces, la situación se estaba agravando, y se rogó a los apóstoles que se hicieran cargo.
Esta situación se presentó como una posible interrupción al trabajo de los apóstoles. ¿Fue una distracción o una misión imprevista?
Después de que los apóstoles oraron y hablaron sobre este problema, esto es lo que discernieron:
“No es conveniente que nosotros descuidemos la palabra de Dios para servir mesas. Por tanto, hermanos, escoged de entre vosotros siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes podamos encargar esta tarea. Y nosotros nos entregaremos a la oración y al ministerio de la palabra” (Hechos 6:2–4).
Los apóstoles discernieron que era una distracción.
Este ejemplo ilustra lo mucho que necesitamos el discernimiento. Una interrupción puede al principio parecernos, a nosotros o a los demás, una misión imprevista de Dios para nosotros porque el problema es importante, e incluso podríamos asumir la responsabilidad para asegurarnos de que se aborde la situación. Pero sigue siendo una distracción si nuestra participación directa no es más importante que permanecer enfocados en nuestro llamado principal. Cristo le ha dado esta misión a otra persona.
Misión parabólica
En Lucas 10, Jesús contó la parábola del Buen Samaritano, quien mientras viajaba de Jerusalén a Jericó, se encontró con un hombre gravemente herido tirado en el camino, víctima de ladrones. Esta situación interrumpió el viaje del samaritano. ¿Fue una distracción o una misión imprevista?
La historia que contó Jesús sirve de ejemplo porque todos los que lo escucharon sabían que se basaba en hechos reales. El camino a Jericó tenía fama de ser peligroso debido a los ladrones; los viajeros de verdad se encontraban con heridos de verdad.
Esto es lo que discernió el hombre samaritano:
“Acercándose, le vendó sus heridas, derramando aceite y vino sobre ellas; y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al mesonero, y dijo: ‘Cuídalo, y todo lo demás que gastes, cuando yo regrese te lo pagaré’” (Lucas 10:34–35).
El samaritano discernió que esta era una misión imprevista.
Este ejemplo también ilustra lo mucho que necesitamos el discernimiento. Una interrupción puede al principio parecernos, a nosotros o a los demás, una distracción. El problema puede ser importante, pero no parece ser nuestra responsabilidad. Y va a consumir nuestro precioso tiempo, y tal vez otros recursos, y desbaratar o demorar nuestros planes. Pero es una misión imprevista, ya que nuestra participación directa (y costosa) es más importante que permanecer enfocados en nuestro trabajo planificado.
Principios del discernimiento
¿Qué principios podemos extraer de estos dos ejemplos bíblicos que nos ayuden a discernir lo que podría ser una distracción o una misión imprevista? Consideremos tres.
1. Clarifique su llamado.
¿A qué lo ha llamado Dios a enfocarse objetivamente en esta etapa de la vida? Es importante reconocer en qué etapa nos encontramos porque nuestro llamado cambia con el tiempo. En una etapa diferente, estaba bien que los doce discípulos sirvieran mesas (recuerde la alimentación de los cinco mil). Pero una vez que Jesús ascendió, dejó a los hombres a los que había designado apóstoles, como testigos de su vida y resurrección, portavoces y maestros. Clarificar su llamado en cualquier etapa de la vida puede ayudarle a discernir aquello a lo que Dios quiere que le dé prioridad.
2. Busque consejo.
Cuando le cueste discernir si debería resistirse o recibir una interrupción que no requiera acción inmediata, busque el asesoramiento de consejeros sabios y con discernimiento espiritual. Los apóstoles se tenían unos a otros. ¿Quién son sus consejeros de confianza?
3. Pregúntese: “¿A qué nos obliga el amor?”.
Cuando el samaritano vio al hombre herido en el camino, estoy seguro de que debe de haber tenido numerosos motivos para seguir con su viaje. Pero por causa del amor, asumió su misión imprevista. Por otra parte, fue por causa del amor que los apóstoles se resistieron a la distracción de involucrarse personalmente en asegurarse que las viudas recibieran alimento. Discernieron que otros podrían satisfacer esta necesidad, pero no había otros que pudieran dedicarse a la oración y el ministerio de la palabra como ellos podían hacerlo.
El arte marcial del discernimiento
La mayoría de las artes marciales enseñan a los estudiantes cómo responder en defensa personal cuando los atacan. Ninguna situación de ataque es siempre la misma, así que los estudiantes aprenden técnicas que pueden adaptarse a lo que requiera cualquier situación. Y aumentan sus habilidades al practicar continuamente en situaciones cada vez más difíciles.
Aprender a distinguir las misiones imprevistas de las distracciones es como un arte marcial. Ninguna situación de interrupción es siempre la misma, así que debemos aprender técnicas que podamos adaptar a lo que requiera cualquier situación. “Por la práctica [tenemos] los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal” (Hebreos 5:14).
Raras veces queda claro al principio si una interrupción es una distracción o una misión. Esta ambigüedad nos lleva a orar: “¿Qué debo hacer, Señor?”. Nos lleva a ser humildes para buscar consejo de los demás. Y pone a prueba nuestros corazones. ¿Nos gobierna nuestro amor a Dios y al prójimo o nuestros deseos egoístas? ¿Vemos el tiempo, el dinero, la reputación y la productividad como administraciones que hemos recibido de nuestro Señor para usarlos como a Él mejor le parece, o vemos estos recursos como “nuestros”?
Cultive la capacidad de respuesta llena de fe al liderazgo de Dios. Esté dispuesto a decirle que no a una distracción que parezca urgente para enfocarse fielmente en la tarea que Dios le ha encomendado claramente. Y esté dispuesto a decirle que sí a una interrupción inconveniente y costosa a sus planes para responder fielmente a la misión imprevista que Dios le ha dado.
Y cuando tenga dudas, apartarse de la elección de su discernimiento exige que extienda el más grande amor a los demás y ejerza la más grande fe en Dios.
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