Doce pasajes del evangelio en los que sumergirse

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English: Twelve Gospel Passages to Soak In

© Desiring God

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Por David Mathis sobre El Evangelio

Traducción por María Gigliola Montealegre-Chaves


Con solo la verdad no será suficiente. Nuestras almas necesitan desesperadamente del evangelio.

"La gracia de Dios en verdad" (Colosenses 1:6, LBLA) es la descarga que trae un alma muerta a la vida, y la energía que la mantiene viva. El Evangelio es el combustible que despierta y da vigor al corazón humano, no solo la verdad (aun siendo esta esencial). Es cierto que dos más dos son cuatro, pero esto no ayuda a impulsar, encender y dirigir un alma que languidece.

Es bueno y maravilloso aprender diversas verdades de la Biblia – y hay muchas verdades fundamentales que aprender – pero no debemos olvidar o minimizar la verdad única del Evangelio, “la palabra de verdad” (Efesios 1:13; Colosenses 1:5). El mensaje es tan importante y significativo que el apóstol, en las Epístolas Pastorales, no lo llama simplemente verdad, sino la verdad, (1 Timoteo 2:4; 3:15; 4:3; 6:5; 2 Timoteo 2:18, 25; 3:7, 8; 4:4; Tito 1:1, 14).

Contenido

Una docena de textos sobre la verdad

Hace poco, compilamos dos breves listas de versículos bíblicos que recompensan especialmente el esfuerzo de almacenar de manera atenta en nuestros corazones. Una contenía diez pasajes para que los pastores los memorizaran bien; la otra, para todas las personas, consistía en diez resúmenes de un versículo del Evangelio. Y aquí están, doce "pasajes del Evangelio" que se han seleccionado cuidadosamente y que, en tan sólo dos o cuatro versos, llegan al corazón mismo de la buena nueva bíblica.

Estas breves secciones están listas para ser memorizadas y merecen, por lo menos, un tiempo prolongado de reflexión. Construye tu vida sobre ellas y alrededor de ellas y permíteles que den forma y sabor a todo. Sumérgete en ellas y empápate de ellas.

Isaías 53:4-6

Ciertamente Él llevó nuestras enfermedades y cargó con nuestros dolores; con todo, nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido. Mas Él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él y por sus heridas hemos sido sanados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero el Señor hizo que cayera sobre Él la iniquidad de todos nosotros.

Romanos 3:23-24

Por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús.

Romanos 4:4-5

Ahora bien, al que trabaja, el salario no se le cuenta como favor, sino como deuda. Mas al que no trabaja, pero cree en Aquel que justifica al impío, su fe se le cuenta por justicia.

1 Corintios 15:3-4

Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras.

Gálatas 3:13-14

Cristo nos redimió de la maldición de la ley habiéndose hecho maldición por nosotros (porque escrito está: Maldito todo el que cuelga de un madero), a fin de que en Cristo Jesús la bendición de Abraham viniera a los gentiles para que recibiéramos la promesa del Espíritu mediante la fe.

Efesios 2:4-5

Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aún cuando estábamos muertos a causa de nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados).

Filipenses 2:6-8

El cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz.

Colosenses 1:19-20

Porque agradó al Padre que en Él habitara toda la plenitud y por medio de Él reconciliar todas las cosas consigo, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de su cruz.

Colosenses 2:13-14

Y cuando estabais muertos en vuestros delitos y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con Él, habiéndonos perdonado todos los delitos, habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio clavándolo en la cruz.

Tito 3:4–7

Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor hacia la humanidad, Él nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo, que Él derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que justificados por su gracia, fuésemos hechos herederos según la esperanza de la vida eterna.

Hebreos 2:14–17

Así que, por cuanto los hijos participan de carne y sangre, Él igualmente participó también de lo mismo para anular mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo y librar a los que por el temor a la muerte estaban sujetos a esclavitud eterna. Porque ciertamente no ayuda a los ángeles, sino que ayuda a la descendencia de Abraham, por tanto, tenía que ser hecho semejante a sus hermanos en todo, a fin de que llegara a ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote en las cosas que a Dios atañen, para hacer propiciación por los pecados del pueblo.

1 Pedro 2:22-25

(Jesús) no cometió pecado, ni engaño alguno se halló en su boca y quien cuando le ultrajaban, no respondía ultrajando; cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a aquel que juzga con justicia; y Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por sus heridas fuisteis sanados, pues vosotros andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Guardián de vuestras almas.



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