Dos oraciones para padres cansados a la hora de dormir

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English: Two Bedtime Prayers for Weary Parents

© Desiring God

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Por Chad Ashby sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Mariana Ramirez


Dios ha llamado a los padres a una tarea difícil. Estamos llamados a prevenir que una pila gigante de ropa sucia tome el control de la casa, cocinar para niños quisquillosos y limpiar desórdenes que nunca terminan. Pero lo más importante, tenemos el deber eternamente significativo de “criarlos (a nuestros hijos) en la disciplina e instrucción del Señor” (Efesios 6:4 LBLA).

Puede ser un compromiso muy cansado. Algunos días te sumerges de cabeza en otro desafiante día de crianza de niños, orando para que Dios te ayude a llegar viva a la hora de dormir. Después del baño y cepillado de dientes, de ir por un vaso de agua, buscar el peluche perdido y todas las excusas para intentar dormir un poco más tarde, te sientes tentado a no tener tiempo de oración, decir un buenas noches rápido, cerrar la puerta, y echarse en el sofá más cercano.

Quiero sugerir dos modestas oraciones que te ayuden a bajar la velocidad durante esos momentos en los que pones a los niños a dormir. Esta no es una lista de principios teóricos ni una lista de quince elementos de peticiones de oración para tus hijos. Los padres cansados necesitan oraciones simples y memorables. Cuando tu mente aún está yendo a mil por hora por todas las labores del día, que estas oraciones de tres palabras te permitan tomar unos momentos extra para quedarte con tus hijos en la tranquilidad de la hora de dormir.

“Padre, perdóname”.

La mejor manera de evitar acostar a tus hijos en frustración o enojo es recordarte a ti mismo y a tus hijos que tú también eres un pecador que necesita ser perdonado. Confiesa a Dios tus errores como padre antes que a tus hijos. Pídele que proteja a tus hijos de tu enojo, falta de paciencia y no mostrar el Evangelio en toda su gloria. Pídele al Padre perdón frente a tus hijos.

Al hacer esto, le das el ejemplo a tus hijos. Ellos ven lo que es ser un hijo de Dios. Nuestro Padre no quiere que escondamos nuestro pecado de Él o de los demás. Él quiere que los confesemos para que Él nos “limpie de toda maldad” (1 Juan 1:9). En los momentos tranquilos antes de que se queden dormidos, podrán escuchar mientras experimentas reconciliación con el Padre de nuevo. Pueden ver cómo la gracia del Evangelio baña tu espíritu, reviviendo tu alma cansada.

“Padre, perdónalos”.

Seguido miro a los ojos de mis niños pequeños después de que le pegaron a su hermano o gritan con ira desobediente, buscando con la pregunta: “¿Por qué hiciste eso?”. La respuesta más común es: “No lo sé”. En esos momentos tristes, me acuerdo de la oración de Cristo mientras colgaba en la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Ese es el estado del corazón de nuestros hijos. Cuando pecan, no siempre entienden realmente lo que han hecho o porque lo hicieron. Como padres, debemos imitar a Jesús en rogar por la misericordia de Dios y el perdón para nuestros hijos con la simple oración, “Padre, perdónalos”.

Cada noche, Dios comenzará a cultivar en nosotros el corazón compasivo de Jesús. Él ve a nuestros hijos como “angustiadas y abatidas, como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9:36). Mientras oramos, las irritaciones del día se derretirán en súplicas gentiles y suaves en nombre de nuestros hijos que no entienden la ira que les espera a las almas pecaminosas que no se arrepienten. Cuando se trata de este tipo de oración intercesora, Pablo nos dice, “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:3-4).

En definitiva, esta es una oración de confianza. Le dice a Dios, “Te confío la vida de este niño. Confío en el Evangelio. Confío en que quieres salvar a los pecadores, justo como mi pequeño niño, o niña”. Dios ha puesto a ese niño en tu familia y bajo tu amoroso cuidado para un propósito. Ruégale para que perdone a través de la sangre de Jesús y ora para que en su tiempo traiga salvación.

Un Padre para ti y para tus hijos

Ambas oraciones empiezan con una de las palabras más amables en el vocabulario de los padres cristianos: Padre. En medio de todos los errores y batallas de la crianza, es fácil olvidar que tenemos un Padre celestial que nos observa con amor. Nadie lo puede decir mejor que el apóstol: “Mirad cuán gran amor nos ha otorgado el Padre, para que seamos llamados hijos; y eso somos” (1 Juan 3:1).

Al final de un día agotador, mientras te arrodillas a un lado de la cama con tus hijos, encuentra consuelo en el Padre que también está poniendo tu corazón agotado a descansar. Los momentos justo antes de que tus hijos se queden dormidos podría convertirse en los momentos más preciados juntos. Que estas oraciones ayuden a tu familia a crecer en la gracia de Dios nuestro Salvador.


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