El Corazón de la Depresión

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English: The Heart of Depression

© Ligonier Ministries

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Por Edward T. Welch sobre Sufrimiento
Una parte de la serie Tabletalk

Traducción por Wendy M. Soto

 

Las causas de la depresión espiritual dependen de cómo se define la palabra espiritual. Si se la define en sentido estricto para significar la depresión causada por el pecado, entonces ya termina la búsqueda de una causa. Pero supongamos que toda la depresión es la depresión espiritual, que, efectivamente es. La depresión es una experiencia desagradable que se describe típicamente con imágenes de vacío, oscuridad, pesadez, y aún el infierno mismo. Cualquier cosa tan desagradable, lo que sea la causa, siempre es espiritual. No es decir que la depresión siempre sea causada por el pecado, pero por cierto formula preguntas espirituales, y llega a ser ocasión para una batalla declarada espiritual, y se puede estar seguro de que durante ella, el pecado será una trampa.

Las teorías del desequilibrio químico de la depresión han reducido el campo del término depresión espiritual, y los guardianes de nuestros términos generalmente controlan la discusión. Un buen punto de partida en la búsqueda de una causa es extender la depresión espiritual a su tamaño original.

Entonces, ¿cuál es la causa de la depresión? Es como preguntar, ¿cuál es la causa del sufrimiento? Hay por lo menos cinco causas diferentes.

Primero, nosotros podemos causar nuestra depresión. Nuestro propio pecado, incredulidad, compromiso a buscar nuestras interpretaciones en vez de buscar las de Dios, todos pueden ser motivos de la depresión. Segundo, las otras personas pueden causar nuestra depresión. Un régimen constante de palabras desalentadoras de las personas que suponemos que nos aman, o la violación sexual y la vergüenza asociada con ella por cierto pueden contribuir a la depresión. Tercero, nuestros cuerpos pueden causar la depresión. Los cuerpos no pueden crear la desesperanza o la perdida de propósito, pero pueden interrumpir el sueño, ofuscar nuestros pensamientos, y ocasionar sentimientos físicos de la depresión. Cuarto, se puede decir que Satanás es una causa de la depresión. Puede aquejar el cuerpo y apilar acusaciones en la concienca sensitiva. Y Quinto, Dios gobierna todas las cosas, incluso la depresión y el sufrimiento. Podemos decir que Él lo permite, y podemos decir que hay veces cuando Él lo ordena.

De estas cinco causas, las dos que nos interesan particularmente son nosotros mismos — nuestros propios corazones — y nuestros propios cuerpos. En cuanto a la segunda causa, los pecados de los otros típicamente necesitan estar impulsados por una falta de perdon o incredulidad para alcanzar el estatus de depresión. En cuanto a la cuarta causa, Satanás podría tener sus huellas digitales en la depresión, pero no es esencial para entender los detalles de su influencia. En la quinta causa, Dios es soberano sobre todas las cosas, pero usualmente cuando preguntamos por las causas, buscamos las causas más urgentes que las que usa Dios para Sus propósitos.

Causas Físicas. Las causas que han recibido más atención por las últimas décadas han sido las físicas. Hay unas enfermedades conocidas, como la enfermedad de Parkinson y el hipotiroidismo, que pueden causar la depresión, y un número de medicamentos prescritos pueden causar la depresión como efecto secundario. Pero las discusiones presentes sobre las causas físicas de la depresión se refieren a algo más. Asumen un desequilibrio químico en el cerebro que causa la depresión. Todos los medicamentos antidepresivos se dirigen a estos presuntos desequilibrios químicos.

Es evidente que los cerebros de la gente deprimida son químicamente diferentes de los cerebros de la gente no deprimida. Somos personas encarnadas. Todo lo que pensamos, sentimos, y hacemos se imprime en la tela neuronal de nuestros cerebros. Piensa en las cosas buenas, verdaderas y bellas, y el cerebro demostrará una cierta huella química; permite imaginaciones pecaminosas y tendrás otra. Sin embargo, esas diferencias químicas no son las causas. Son manifestaciones físicas y concomitantes del pensamiento. Ellas no nos causan tener pensamientos pecaminosos ni divinos.

Las investigaciones de la depresión tropiezan con este mismo fenómeno. Incluso si las investigaciones pudieran demostrar la diferencia entre los cerebros de los deprimidos y los no deprimidos, no te podrían decir si esos cambios son causa o consecuencia de la depresión. Pero las investigaciones de las causas físicas de la depresión no son muy avanzadas. En este momento, los investigadores continuan buscando las diferencias químicas definitivas en el cerebro deprimido.

A continuación hay un resumen de las causas físicas posibles: Para algunas pesronas, la depresión parece tener orígenes físicos. Puede surgir sin motivo aparente, y parece que no se relaciona con la condición espiritual. La fé en Jesucristo puede fortalecer a los que la experimentan, pero la fé no tranquiliza la tormenta emocional. Para muchos otros, la depresión se entremezcla con varios problemas en vivir. El enojo, el miedo, la culpa, la verguenza, la perdida, o una combinación de todas estas cosas forman parte de la experiencia depresiva. La desesperanza casi siempre está presente. Se podrían aliviar los sentimientos y acompañamientos físicos de estas experiencias por un medicamento, pero los medicamentos no necesariamente van a la raíz del problema.

Causas espirituales. La desesperanza puede revelar las raices espirituales de algunas formas de la depresión. La desesperanza no es un problema físico; es espiritual. Esto ha perdido de vista los propósitos del reino de Dios que Él hasta usa el sufrimiento para lograr Sus fines. La desesperanza conoce la introducción de Salmos 22, " Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" Pero su tono puede estar atado con la frustración, y no ve el Salmo hasta el final.

Tome cualquier problema espiritual — el enojo, el miedo, la incredulidad, la culpa o la vergüenza. Déje que persista sin oír la verdad y el consuelo del evangelio y responda a ello. El resultado, para los propensos, puede ser la depresión. Las emociones son un tipo de lenguaje. Dicen algo. Escuche la depresión y oiga lo que tiene que decir. Algunas veces simplemente dice, "Estoy sufriendo." Con estas incidencias, las causas de la depresión no son aparentes. Otras veces, sin embargo, puedes oír el grito del corazón, "Yo deseo," "Tengo miedo," "No estoy bien," "Soy un fracaso." Estas tal vez señalan las causas espirituales de la depresión. Por lo menos, señalan los asuntos espirituales que han sido revelados por el sufrimiento de la depresión.

Discernimiento. ¿Cómo puedes determinar si la depresión tiene una causa física o una causa espiritual? Al principio, la respuesta podría ser decepcionante, pero en efecto es muy profunda. La respuesta es que no se necesita distinguir la misma causa. Se puede efectivamente ayudar a alguien depremido sin saber la causa.

El estudio prototípico es Job. Job aguantaba los sufrimientos más duros, y nunca sabía la causa de ellos. Entendió que merodeadores malos fueron una causa, pero ellas nunca se mencionaron en sus preguntas. La pregunta básica fué, "¿Soy yo la causa o no?" La respuesta de Dios no fue dividir en porcentajes las diferentes causas. Más bien, Él simplemente dijo que Él era el Dios soberano, y que en Él se podía confiar. Cuando uno experimenta el sufrimiento severo, no es momento generalmente para especular las causas. Es momento para confiar en Aquel que reina sobre todo el sufrimiento. Es tiempo de conocer el consuelo de Dios (2 Cor. 1) y confiar en Sus métodos. Desde esta perspectiva, el sufrimiento y la depresión resultan algunas veces de una causa física, y otras veces de una causa espiritual. Sin embargo, siempre tiene que ver con la relación entre la persona deprimida y Dios. ¿Confiaremos en Dios en medio de nuestro sufrimiento?

Esto no significa que la búsqueda de una causa es equivocada o inútil. Lo que significa, como sea, que una causa clara no esta siempre a la mano. Cuando no lo es, confiamos en Dios, andamos por fé — con el ánimo de la gente de Dios — y nos arrepentimos cuando el pecado es descubierto. Además, tenemos la libertad para tratar de minimizar nuestro sufrimiento, si eso es posible.

Dirección del Ministerio. La manera más sabia para abordar la depresión es categorizarla como sufrimiento y, por lo menos al principio, quedarse escéptico en cuanto a las causas. Acércate a las personas que sufren y camina con ellos. Ora para el alivio de su sufrimiento. Trata de ofrecer palabras de aliento. Reconoce que los sentimientos depresivos podrían significar que aún no pueden imaginar algo bueno, como el amor. En ese caso, tienen que aprender más profundamente la habilidad de caminar por fé. Deben ser sospechosos de las interpretaciones del ateísmo o deísmo que naturalmente vienen de la depresión, y deben aprender a vivir por las palabras de Cristo (Deut. 8:2–3). A lo largo del camino estarán invariablementes atrapados por el "pecado que tan cercamente acecha" (Heb. 12:1). Las personas deprimidas son, después de todo, como los demás.

Cuando se aferran a Cristo por fé, y en tanto se arrepienten del pecado revelado, es posible que, de hecho, experimenten un alivio a su depresión, en cuyo caso pudo haber sido una causa fundamentalmente espiritual. Pero ayudanates sabios no tienen que hacer tales conexiones. Simplemente necesitan ayudar con amor y habilidad a las personas que experimentan uno de los momentos más difíciles del sufrimiento humano.

La única vez que un diagnóstico de una causa física podría ser útil es cuando alguien pregunta sobre los medicamentos psiquiátricos. Si hay una causa física, la medicación podría ser justificada. Si no, no sería menos justificada. Pero una vez mas, no tenemos que encontrar la causa definitiva.

Actualmente, no es posible encontrar una causa física definitiva. No hay pruebas médicas que revelen un desequilibrio químico. La analogía más pertinente es que para algunos la medicación funciona como la aspirina, es decir que puede aliviar las síntomas, pero no necesariamente trata las causas.

Las personas son libres de tomar la medicación. No obstante, la medicación debe venir con una advertencia. La medicación no puede dirigirse a los asuntos espirituales. Puede ayudarte a dormir, y tal vez puede aliviar algún dolor, pero no tiene el poder de edificar la fé. Con demasiada frecuencia, los que toman la medicación adoptan la posición médica que viene con ella, es decir, que la causa de la depresión es el cuerpo físico. Entonces están menos dispuestos a luchar la batalla espiritual que inevitablemente surge con la depresión, y están un poco vacilantes a recurrir a Cristo por fortaleza espiritual. Independientemente de la causa de la depresión, la realidad más profundo es que el sufrimiento, en este lado de la cruz, tiene propósitos redentivos. Cuando los que sufren entienden que Dios tiene un propósito para su sufrimiento, estos tienden a hacer una pausa antes de llegar a la medicación psiquiátrica.


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