El Hombre Tras el Ministerio

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English: The Man Behind the Ministry

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Por Paul Tripp sobre Ministerio Pastoral

Traducción por Manuel Bento Falcón


Quiero empezar esta columna donde terminé la última. Hemos de ser cuidadosos de como definimos la preparación para el ministerio y la madurez espiritual. Es peligroso pensar que el graduado del seminario, bien educado y entrenado, está listo para el ministerio, o confundir el conocimiento, la ocupación y la habilidad con la madurez personal y espiritual. La madurez es algo vertical que tendrá una amplia variedad de expresiones horizontales. La madurez se trata de la relación con Dios que resulta en un vivir sabio y humilde. El amor por Cristo se expresa a si mismo en el amor por otros. El agradecimiento por la gracia de Cristo se expresa a si mismo en la gracia a otros. La gratitud por la paciencia y perdón de Cristo te habilita para ser paciente y perdonador de otros. Tu experiencia diaria del rescate del evangelio te da pasión por la gente que experimenta el mismo rescate.

Estas cosas necesitan ser traídas al frente en la solicitud y el examen de todos los candidatos pastorales. No estamos llamando a las habilidades, al conocimiento y a la experiencia a ministrar. Estamos llamando a gente integral que vive desde el corazón y cuyos ministerios siempre serán formados y dirigidos por algún tipo de adoración. Estamos llamando a gente que está en medio de su propia santificación, que aún se esfuerza contra el poder seductor y engañador del pecado. Estamos llamando a gente que enfrenta las trampas diarias de un mundo que simplemente no está operando de la forma que Dios pretendía. Estamos llamando a gente que está en relación íntima diaria con otros pecadores. Estamos llamando a gente capaz de perder su camino, capaz de ser auto-engañada, y tentada para ser auto-suficiente y santurrona. Estamos llamando a gente que arrastra sus sentimientos e interpretaciones de experiencias ministeriales a este nuevo lugar. Estamos llamando a gente que está en una necesidad tan desesperada de gracia perdonadora, transformadora, fortalecedora y libertadora como cualquiera de los que vaya a ministrar. Estamos llamando a gente real que aún no son graduados en gracia.

Así que hemos de llegar a conocer---conocer realmente---a las personas que ponemos en posiciones de liderazgo y cuidado espiritual del pueblo de Dios.

Algunos Ejemplos Bíblicos

Queda claro al examinar la Escritura que lo productivo o el fallo del liderazgo es rara vez cuestión solamente de conocimiento, estrategia, habilidad y experiencia. Consideremos lo que Romanos 4 dice de Abraham. Fue escogido por Dios para recibir las promesas del pacto. Se le dijo que su descendencia sería como la arena en del mar. Sin embargo su esposa era una mujer muy anciana, había pasado la edad de tener hijos, y aún no había dado a luz al hijo que debía continuar su linaje. Romanos 4 nos cuenta algo significativo del corazón de Abraham. Cuando tú y yo somos llamados por Dios a esperar por un periodo extenso como le sucedió a Abraham, nuestra historia a menudo será una crónica de una fe cada vez más debilitada. Cuanto más pensemos sobre lo que estemos esperando, más consideraremos que no tenemos la habilidad para hacerlo realidad. Cuanto más tengamos que preguntarnos por qué hemos sido seleccionados para esperar, más se debilita nuestra fe.

No así con Abraham. Se nos dice en este pasaje que durante este tiempo de espera prolongada su fe de hecho se volvió más fuerte. En lugar de meditar en la imposibilidad de su situación, Abraham meditó en el poder y el carácter de Aquel que hizo la promesa. Cuanto más dejaba Abraham que su corazón fuera acariciado por la gloria de Dios, más crecía su convencimiento de que estaba en buenas manos. En lugar de un ciclo de desánimo y desesperanza, la historia de Abraham fue una de ánimo y esperanza.

¿Y qué decir acerca de José, al cual Dios escogió para ser su herramienta para preservar a los hijos de Israel del hambre y la consiguiente extinción? Cuando la mujer del gobernante Egipcio Putifar intentó seducirlo, no cedió. ¿Por qué? No fue por miedo a las consecuencias, no fue por haberlo aprendido de la experiencia, y no fue por su habilidad para negociar las complicadas relaciones del palacio. Génesis 39 nos cuenta claramente que es lo que motivó a José en este punto crítico de elección en su vida. Resistió por la profunda devoción del corazón a su Señor. Su corazón no estaba regido por el placer horizontal, sino por el culto vertical. No podía concebir el hacer una cosa tan malvada contra Dios. Una gloria mayor que las glorias temporales del mundo creado capturó su corazón, así que respondió con un "no" inmediato, enfático y sentido desde el corazón.

Bueno para ir

O pensemos en Moisés cuando estuvo frente a la zarza ardiendo. Dios había elegido a Moisés para ser su herramienta de redención, para guiar a Israel fuera de la cautividad y dentro de la tierra de la promesa. Pero Moisés no tenía el deseo ni la esperanza. Éxodo 3 y 4 registran la discusión de Moisés con Dios. Moisés creía que era completamente incapaz, que no estaba preparado y que no estaba cualificado para hacer lo que Dios lo había llamado a hacer. La respuesta de Dios fue simple: "Yo iré contigo." El argumento de fondo de Moisés también era igual de simple: "Señor, por favor, envía a otro. " Incluso después de que Dios dio a Moisés una demostración de primera mano del poder a su disposición como herramienta elegida de Dios, Moisés suplicó al Señor que no lo enviase a él.

¿Qué pasó aquí? Moisés no se sentía protegido por toda su educación Egipcia. No se sentía motivado por la riqueza de su conocimiento cultural Egipcio. No se sentía motivado por su entendimiento de la política de palacio. Ninguna de esas cosas ayudó a Moisés en ese momento, porque fue traicionado por el miedo de su propio corazón. Solamente en vistas del enfado de Dios, Moisés finalmente fue.

O pensemos en el ejército de Israel en el valle de Elah, armado para la batalla pero temeroso de luchar. Estaban allí como el ejército elegido del Dios Altísimo, el Señor de los Ejércitos, temerosos de enfrentar al campeón Filisteo. Era un ejército sufriendo de un caso trágico de amnesia de identidad. Habían olvidado quiénes eran. Habían olvidado las promesas que les habían sido dadas. Así que sacaron una ecuación espiritual falsa mientras evaluaban el momento. No se trataba de insignificantes soldaditos contra ese gigante enorme, sino de ese insignificante gigante contra el Dios todopoderoso. 1 Samuel 17 nos da la crónica de la llegada de David. Este pastor, que estaba allí para llevar provisiones a sus hermanos, era un hombre de fe, un hombre que había experimentado el poder rescatador de Dios. David no podía entender por qué el ejército no luchaba. En un acto de coraje sólo posible para alguien que sabe que es un hijo de Dios, David caminó dentro de ese valle para encarar a Goliat con nada más que una honda de pastor. David sabía que Dios entregaría al campeón Filisteo y a su ejército en sus manos. David sabía que luchaba no a la sombra de la gloria de Goliat sino en el brillo de la gloria de Dios. El coraje de la fe lo impulsó adentro de ese valle.

O recordemos a Elías, que después de una gran victoria sobre los profetas de Baal en el Monte Carmelo se encontró tan solo, desanimado y desesperanzado que quiso morir. 1 Reyes 19 nos muestra a este patético profeta que había perdido completamente su camino. No podía ver una salida. Convencido de que era el único hombre justo que quedaba, estaba seguro de que el mal vencería. Solamente Dios hacer volver en sí a Elías. No estaba solo. La obra de Dios no estaba finalizada. El mal no ganaría al final. Había aún 7.000 fieles para continuar la obra de Dios.

Pensemos acerca de lo que dijo Pablo de su oposición a Pedro, que estaba a punto de comprometer el principio clave del evangelio, porque estaba temeroso de lo que un cierto grupo de gente pensaría de él y como le responderían. Estaba a punto de actuar de una forma que directamente contradecía el mensaje que estaba llamado a representar, no porque le faltase conocimiento, experiencia, o habilidad, sino porque, en ese momento, su corazón estaba gobernado más por un miedo horizontal que por una creencia vertical.

El Factor 'X'

En cada ejemplo fue la condición del corazón del líder lo que marco la diferencia. El corazón es el inevitable factor "X" en el ministerio. Pon a dos personas con exactamente el mismo entrenamiento, experiencia, y habilidad próximas la una a la otra, y será fácil concluir que responderán de manera similar al empuja y tira del ministerio local de la iglesia. Sería fácil llegar a esta conclusión, pero peligroso. El potencial de diferencia significativa en la forma de funcionar de estos hombres como pastores es tan amplio como el catálogo de cosas que pueden gobernar el corazón de una persona en el ministerio.

Es ingenuo pensar que el ministerio pastoral está siempre impulsado por el amor a Cristo y el amor de su evangelio. Es simplista concluir que la gente en el ministerio tiene un amor natural y permanente por la gente. Es peligroso concluir que todos en el ministerio están trabajando para avanzar el reino de Dios. Es importante reconocer que mucha gente en el ministerio han sido seducidas por la propia gloria y perdido de vista la gloria de Dios. No toda la gente en el ministerio hace su trabajo como consecuencia de un sentir humilde de su propia necesidad. Los ministerios descarrilan porque los líderes comienzan a pensar que ya han llegado y no hacen las cosas protectoras que advierten hacer a todos los demás. Es ingenuo pensar que los pastores están libres de la tentación sexual, del miedo al hombre, de la envidia, la codicia, el orgullo, la ira, la duda de Dios, la amargura, y la idolatría. Todo pastor está siendo reconstruido por la gracia de Dios.

Así que es esencial conocer el corazón del hombre que está detrás del conocimiento, la habilidad, la experiencia y la estrategia ministerial antes de llamarlo a pastorear el rebaño de Dios. Puedes estar seguro que, como los antiguos líderes de Dios, encarará puntos de elección personales y ministeriales cruciales. En esos momentos significativos, el corazón ganará el día y determinará lo que va a hacer. Porque, como todos los demás, sea lo que sea que gobierne su corazón dirigirá su vida y su ministerio. Es vital llegar mucho, mucho más allá del perfil que emerge de los datos en su currículo. Aquel llamado a enseñar la Palabra de Dios debe tener un corazón gobernado por la gracia.


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