El Pacto de David I

De Libros y Sermones Bíblicos

Saltar anavegación, buscar

Recursos Relacionados
Leer más Por Ligonier Ministries Staff
Indice de Autores
Leer más sobre Los Pactos
Indice de Temas
Recurso de la Semana
Cada semana enviamos un nuevo recurso bíblico de autores como John Piper, R.C. Sproul, Mark Dever, y Charles Spurgeon. Inscríbete aquí—es gratis. RSS.

Sobre esta Traducción
English: Davidic Covenant I

© Ligonier Ministries

Compartir esto
Nuestra Misión
Esta traducción ha sido publicada por Traducciones Evangelio, un ministerio que existe en internet para poner a disponibilidad de todas las naciones, sin costo alguno, libros y artículos centrados en el evangelio traducidos a diferentes idiomas.

Lea más (English).
Como Puedes Ayudar
Si tú puedes hablar Inglés bien, puedes ofrecerte de voluntario en traducir

Lea más (English).

Por Ligonier Ministries Staff sobre Los Pactos
Una parte de la serie Tabletalk

Traducción por Javier Matus


“Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente” (2 Sam. 7:16).

- 2 Samuel 7:1-17

El establecimiento del pacto de Moisés fue un punto supremo en el desarrollo del pacto de la gracia. El pueblo de Dios fue salvo de la esclavitud y constituido como nación. Se le dieron leyes que lo marcarían como pueblo santo de Dios y lo harían un testigo del Dios de Israel a las naciones.

Sin embargo, mientras que el pacto de Moisés fue un punto supremo en la historia de la redención, no iba a ser la última palabra en relación con el pacto de gracia. Hemos visto en nuestro estudio de Hebreos 8, y en nuestra mirada al antiguo pacto, que el pacto de Moisés apunta a más allá de sí mismo, a un día en que sus requerimientos no estarían únicamente en tablas físicas, sino cuando la ley de Dios estaría escrita en el corazón.

Pero esto no es todo lo que el pacto de Moisés esperaba. Moisés también escribió acerca de los días en que un rey sería puesto sobre Israel a quien se le requeriría gobernar en justicia (Deut. 17:14-20). Vemos este aspecto cumplido y ampliado en el siguiente “sub-pacto” encontrado bajo el pacto de la gracia, es decir, el pacto de David.

Después de que David trae el arca del pacto a Jerusalén, expresa el deseo de edificar una casa a Dios. Pero Dios no le permite a David edificarle una casa. En cambio, Dios se compromete a edificar una casa a David, y encontramos esta promesa en 2 Samuel 7:1-17.

En este pasaje, el profeta Natán viene a David y declara las promesas de Dios a David y a su descendencia. Es en este momento cuando Dios entra en un pacto con David, el ejemplo por excelencia de todos los reyes que se encuentran bajo la administración del antiguo pacto. Notaremos brevemente varias cosas acerca de este pacto. En primer lugar, es un pacto basado en la gracia soberana de Dios. David es elegido para ser rey sin ninguna referencia a su propia bondad o acciones. Él fue hecho rey simplemente porque Dios así lo quiso (v. 8). En segundo lugar, el pueblo de Dios disfrutará de la paz bajo el reinado de David y sus hijos (vv. 9-11). Tercero, Dios se compromete a edificar una casa a David y a establecer a sus descendientes como gobernantes sobre Israel (vv. 12-13). Finalmente, Dios será un Padre para David y sus hijos. Aunque pequen, Dios los disciplinará y Su amor y misericordia no se apartarán de ellos para que la dinastía de David continúe para siempre (vv. 14-16). En los próximos días, examinaremos la forma en que Dios ha mantenido estas promesas.

Coram Deo

Algunas personas piensan que Dios nunca tuvo la intención de que hubiese un rey sobre Su pueblo. Pero la historia de la redención nos muestra que aunque sólo Dios es el máximo gobernante, Él desea reinar sobre Su pueblo por medio de virreyes. Cuando Dios establece gobernantes piadosos sobre nosotros, obedecemos a Dios al obedecer a ellos.

Pasajes para Estudio Adicional

Gen. 49:8-10
2 Reyes 25:27-30
Sal. 2
Mat. 1:1-16


Vota esta traducción

Puntúa utilizando las estrellas