El Pacto de Dios con David
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Los Pactos
Una parte de la serie The Biblical Covenants
Traducción por Maria del Carmen Zanassi
- 2 Samuel 7: 4-17
La Razón por la cual los pactos con Noé, Abraham, Moisés y David deben incrementar el gozo de nuestra fe es que, en todos ellos, el punto principal es que Dios ejerce toda su omnipotencia y toda su omnisciencia para hacer el bien a su pueblo y nosotros somos ese pueblo si seguimos a Cristo en la obediencia de la fe. Las verdades más prácticas que todo cristiano puede conocer son que Dios es todopoderoso, todo lo sabe y es todo para ustedes. Nada tendrá un impacto práctico más importante sobre la forma que usan su dinero, pasen su tiempo de esparcimiento, sigan su vocación, eduquen a sus hijos, resuelvan los conflictos o manejen la ansiedad. La confianza sincera de que el Dios soberano está obrando para el bien de ustedes por gracia pura afecta cada área de sus vidas.
La profunda seguridad emocional que, aunque sean pecadores, la atención de Dios está centrada en ustedes, con misericordia omnipotente es el poder cotidiano de darles paz profunda, aunque no puedan ir a sus hogares para Navidad, gozo genuino, aunque no le puedan comprar a ella ese regalo especial, y amor intenso, aunque no tengan noticias del amigo con el que contaban. Cuando tienen la seguridad de que la descripción del trabajo de Dios incluye la responsabilidad de ver que todo en sus vidas se produce para el bien de ustedes, entonces sus corazones no se rendirán ante la codicia, o el robo, o devolver ridículo por ridículo, no se van a reprimir de decirles a sus colegas esta semana lo que realmente significa la Navidad para ustedes
Contenido |
Los Pactos de Dios: Las Descripciones de su Trabajo Escritas por Él Mismo
La razón por la que estudiamos los pactos es porque vemos en ellos la prueba bíblica que la descripción del trabajo de Dios incluye la responsabilidad de no denegar las cosas buenas a aquellos que caminan honradamente, y obrar para aquellos que lo esperan, y revertir cada faringitis, cada mínima opresión y cada menosprecio punzante para nuestro bien eterno. Eso es lo que brindaría como definición de los pactos de Dios: cuando Dios establece un pacto, revela su propia descripción del trabajo y lo firma. En casi todos los casos, se encuentra con el socio del pacto, expone la descripción de su trabajo y dice: “Así es como voy a trabajar para ustedes, con todo mi corazón, con toda mi alma y con toda mi fuerza si tu me amas como soy, te aferras a mí y confías en que cumpliré mi palabra”
La razón por la que digo que esta es la condición de casi todos los casos es que hay al menos un pacto que no tiene condición en absoluto, el pacto con Noé. La descripción del trabajo que Dios escribe para sí mismo es nunca más eliminar al mundo por un diluvio, sino preservar el curso de la naturaleza hasta el mismo fin. La razón por la que sabemos que no hay una condición sujeta a este es que Dios lo estableció tanto con los animales como con los hombres: “Esta es la señal del pacto que establezco entre vosotros y yo y todo ser viviente que está con vosotros” (Génesis 9:12). No se puede requerir fe de una rana. Todo lo que se puede hacer es decir: “Rana, aquí está lo que planeo hacer para tí”. Pero, en todo otro pacto que Dios establece, presenta la descripción de su trabajo y le dice a su socio del pacto que Él solo trabaja para clientes que confían en Él y que hacen la clase de cosas que se hacen cuando se confía en alguien que cuida de nosotros.
Hoy, vemos el pacto de Dios con David
- Primero vamos a tratar de entender 2 Samuel 7:12-17
- Luego, veremos cómo se cumple la promesa del pacto.
- Finalmente, aplicaremos todo esto a nuestras vidas hoy.
El Pacto de Dios con David
2 Samuel 7:12-17 hace todo lo que hacen todos los pasajes proféticos: hace una amplia toma telescópica de eventos y la despliega para que se puedan ver juntos los eventos cercanos y distantes. Por ejemplo, en estos seis versos, Dios promete, por un lado, que Salomón, el hijo de David, reinará en lugar de David y construirá una casa para Dios. Por eso, el versículo 14 dice:“Cuando cometa iniquidad, lo corregiré con vara de hombres y con azotes de hijos de hombres, pero mi amor inalterable no se apartará de él, como lo aparté de Saúl a quien quité de delante de ti”.
Un Trono y un Reino Eternos
Pero, la promesa va mucho más allá de Salomón y su imperfección. El versículo 13 dice: “Él edificará una casa a mi nombre y yo estableceré su reino para siempre”. El versículo 16 dice: “Tu casa y tu reino permanecerán para siempre delante de mí; tu trono será establecido para siempre”. Las palabras “para siempre” aparecen tres veces. No es extraño que este pacto era primordial para la esperanza de Israel: cuando Dios promete algo para siempre está configurada toda la eternidad.
Del versículo 12 sabemos que Dios tiene pensado que David muera. Sin embargo, el versículo 16 dice: “Tu reino permanecerá para siempre delante de mí”; tu trono será establecido para siempre”. Esto debe significar que el reino de David sería establecido y asegurado por un descendiente. Pero, Salomón está retratado como un pecador que tiene que ser corregido. El reino no puedo estar seguro en las manos de un pecador.Miren lo que hace Dios en 1 Reyes 11:11-13 después de que Salomón se casa con una mujer extranjera y venera a sus dioses: “El Señor le dijo a Salomón: ´Porque has hecho esto y no has guardado mi pacto y mis estatutos que te he ordenado, ciertamente arrancaré el reino de ti y lo daré a tu siervo. Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a tu padre David, sino que lo arrancaré de la mano de tu hijo. Tampoco arrancaré todo el reino, sino que dará una tribu a tu hijo por amor a mi siervo David y por amor a Jerusalén, la cual he escogido”. Esto muestra que la promesa de establecer el reino de David no puede suceder en tanto los descendientes de David sean rebeldes y desobedientes.
La Esperanza por el Hijo Justo de David
La condición de este pacto se repite una y otra vez en Reyes y Crónicas. Por ejemplo, en 1 Reyes 2:4, David le dice a Salomón que Dios dijo: “Si tus hijos guardan su camino, andando delante de mi con fidelidad, con todo su corazón y con toda su alma, no te faltará hombre sobre el trono de Israel”. Esto significa que en tanto los hijos de David sean desobedientes el reino no puede estar seguro para siempre. Luego, vean 1 Reyes 8:25, donde Salomón ora: “Ahora, pues, oh Señor, Dios de Israel, cumple con tu siervo David, mi padre, lo que le prometiste, diciendo: ´No te faltará quien se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos guarden su camino para andar delante de mí como tú has andado delante de mí”. (Ver también 1 Reyes 6:11, 12; 9:4-9; 1 Crónicas 22:8-13; 28:1-10).
Durante los siglos siguientes a David y Salomón, Israel aprendió que la desobediencia en su rey siempre llevó a la ruina a la nación. Pero, los devotos entre ellos sabían con seguridad una cosa: Dios había prometido que el reino de David estaría establecido para siempre (2 Samuel 7:5). Entonces ellos vieron que debía venir un hijo de David que cumpliría las condiciones del pacto, se sentaría en el trono de David y reinaría para siempre. Una sucesión de reyes imperfectos nunca podrían cumplir la promesa. Si Dios fuera fiel a su palabra, si se atiene a la descripción de su trabajo en 2 Samuel 7, tendría que criar un hijo de David justo y obediente para que tome el trono (Salmo 89:29-37).
La Propia Intervención de Dios
Esto es justamente lo que Isaías, Jeremías y Ezequiel prometieron que Él haría. Ezequiel busca la futura salvación del pueblo de Dios y habla con la Palabra de Dios (37:23-24): “Los libraré de las recaídas en las que pecaron y los limpiaré. Y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. Mi siervo David será rey sobre ellos y todos ellos tendrán un solo pastor” (34:23). Jeremías resalta que el rey que vendrá cumplirá la condición de justo (Jeremías 23:5-6): “He aquí, declara el Señor, en que levantará a David un Renuevo justo, y él reinará como Rey, obrará sabiamente, y actuará conforme al derecho y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá e Israel morará seguro; y este es su nombre por el cual será llamado: ´El Señor, justicia nuestra´”. Pero, fue Isaías quien vio la gloria del Hijo de David más claramente que nadie y virtualmente lo identificó como Dios (en 9:6-7): “Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado y la soberanía reposará sobre sus hombros; y será su nombre ‘Admirable Consejero, Poderoso Dios, Padre Eterno, Príncipe de Paz’. El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin, sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia, desde entonces y para siempre”. Pero, fue Isaías quien vio la gloria del Hijo de David más claramente que nadie y virtualmente lo identificó como Dios (en 9:6-7): “Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado y la soberanía reposará sobre sus hombros; y será su nombre ‘Admirable Consejero, Poderoso Dios, Padre Eterno, Príncipe de Paz’. El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin, sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia, desde entonces y para siempre”. Por lo tanto, la garantía del pacto con David radica básicamente en el hecho de que Dios mismo vendrá como rey y se sentará en el trono. Cuando un pacto es condicional y además también es también incuestionable, pueden estar seguros que Dios mismo intervendrá para que se cumplan las condiciones.
Las Promesas a David Cumplidas
Cuando el ángel Gabriel se le apareció a María en Lucas 1:31-33, dijo: He aquí, concebirás en tu seno y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de su padre David; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin". Por consiguiente y más allá de cualquier sombra de duda, la Biblia enseña que la promesa hecha a David que su descendiente reinará para siempre se cumple en Jesucristo. Como Hijo de David (Romanos 1:3) y el Señor de David (Mateo 25:45; Salmo 110:1) Jesús ahora reina como Rey en el Cielo (1 Corintios 15:25) sobre la verdadera casa de Israel.
¿Se Benefician del Pacto Davídico los gentiles?
Pero, la pregunta que debemos hacer es: ¿qué tiene todo esto que ver con nosotros, gentiles? ¿No es el pacto con David solo relevante para la nación de Israel? ¿No es el cumplimiento de esa promesa simplemente el reino milenario de Cristo sobre la nación redimida de Israel? La respuesta del Antiguo y Nuevo Testamento es un rotundo ¡NO! El reino de Jesús como rey Davídico tiene una relevancia directa hoy para nosotros, gentiles.
La Decisión del Consejo de Jerusalén
Consideren Hechos 15:14-18. Recuerden que en el Consejo de Jerusalén en Hechos 15, la cuestión era si los gentiles tenían que ser circuncidados para poder salvarse. Los apóstoles se consideraron herederos de la promesa a Israel del Antiguo Testamento: el Mesías, Hijo de David, había venido; había muerto por el pecado de Israel y había resucitado de entre los muertos; reinaba en el Cielo e iba a volver a juzgar y reinar en la tierra. La gran pregunta era: ¿podían los gentiles beneficiarse de todo esto sin convertirse en judíos mediante la circuncisión? En el Consejo de Jerusalén, Pedro contó cómo los gentiles habían recibido el Espíritu, precisamente como los judíos (15:8). Pablo y Bernabé hablaron sobre sus éxitos entre los gentiles. Luego, Santiago, aludió al golpe final al exclusivismo judío, en 15:14-18, con una referencia al pacto Davídico y su relación con los gentiles: Simón [Pedro] ha relatado cómo Dios, al principio, tuvo a bien tomar entre los gentiles un pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, tal como está escrito: [citando a Amós 9:11] ‘En aquel día, levantaré el tabernáculo caído de David, repararé sus brechas, levantaré sus ruinas y lo reedificaré, para que el resto de los hombres pueda buscar al Señor y todos los gentiles que invocan mi nombre’”.
El Reino Mundial de David
Esto significa que cuando Dios le dijo a David en 2 Samuel 7:16:”Tu casa y tu reino permanecerán para siempre delante de mí; tu trono será establecido para siempre”, previó una casa y un reino más grande que Israel. La razón del pacto Davídico es relevante para los norteamericanos gentiles del siglo 20 es porque la descripción del trabajo de Dios, el cual Él reveló a David, incluyó no solo la responsabilidad de establecer un rey justo en Israel para siempre, sino también poner ese rey por encima de la iglesia y luego por encima del mundo. Isaías dijo: “El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin. Será mundial. Y el ángel dice en Revelación 11:15: “El reino del mundo ha llegado a ser el reino de Nuestro Señor y de su Cristo, y Él reinará por los siglos de los siglos”. Cuando Dios haya completado todas las responsabilidades del trabajo que describe, la casa de David será el planeta tierra. Y los súbditos del rey no solo serán judíos sino gente de todas las lenguas, tribus y naciones (Revelación 7:9).
La Misión de la Iglesia Hoy
La misión de la iglesia hoy es entregarnos al Hijo de David, quien ahora mismo reina invisiblemente desde el Cielo, hasta que ponga cada enemigo bajo sus pies. Y nuestra misión es anunciar la buena nueva a la gente en cada vecindario y cada nación para que puedan ser súbditos felices del reino de Cristo para siempre, si ellos trasladan su lealtad del reino de este mundo al reino de Cristo.
Dicho en otras palabras, la santidad personal significa aprender las actitudes y costumbres de un nuevo reino – el reino de Cristo. Y evangelización personal significa decirle al pueblo que el rey justo del mundo, contra quien ellos se han rebelado está dispuesto a conceder amnistía a todos aquellos que vuelvan y vivan bajo su reinado. Jesucristo, el Hijo de David, el Rey eterno del mundo vendrá desde el Cielo y establecerá un reino de gozo, justicia y paz sobre todos sus súbditos leales por los siglos de los siglos. Y hasta que el venga, la misión global de la iglesia es extender una amnistía completa, libre y universal a los pueblos de cada nación.
Termino con una invitación a hacer del pacto con David un pacto con ustedes. No es solo mi invitación. Es la de Dios. Vuelvan a Isaías 55:1-3. El objetivo de esta invitación es que la verdadera soberanía, sabiduría y amor de Dios, la cual le garantizó a David un reino eterno puede también garantizarles a ustedes la bondad eterna de Dios como parte de ese reino. Escuchen: “Todos los sedientos venid a las aguas y los que no tenéis dinero venid, comprad y comed. Venid comprad vino y leche sin dinero y sin costo alguno- ¿Por qué gastáis dinero en lo que no es pan y vuestro salario en lo que no sacia? Escuchadme atentamente y comed lo que es bueno, y se deleitará vuestra alma en la abundancia. Inclinad vuestro oído y venid a mí, escuchad y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros un pacto eterno, mi amor inalterable y seguro por David”. La misma misericordia y fidelidad que le garantiza a David un reino eterno puede garantizarles a ustedes todo el gozo, justicia y paz de ese reino. Esta mañana, Dios les está diciendo, si vienen a mí con las manos vacías y hambrientos, dispuestos a recibir lo que doy, entonces escribiré para mí en vuestra presencia una descripción de mi trabajo y me obligaré con un juramento a tratarlos para siempre con la misma misericordia y fidelidad que he demostrado en mi pacto con David.
Y escuchen a la súplica del mismo Señor Jesús en el último capítulo de la Biblia (Revelación 22:16-17):“Yo soy la raíz y la descendencia de David, el lucero resplandeciente de la mañana…el que tenga sed venga y el que desea que tome gratuitamente del agua de la vida”. Vengan al Hijo de David, al Rey de Reyes, y el firmará con su propia sangre una copia personal para ustedes de la descripción de su trabajo que ha escrito Él mismo – para ser su Dios. Y se las dará a ustedes como un pacto eterno, para nunca apartarse de hacerles el bien.
Vota esta traducción
Puntúa utilizando las estrellas