El Que calma los mares
De Libros y Sermones BÃblicos
Por David Mathis sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Natalia Micaela Moreno
¿Por qué los discípulos de Jesús se asustaron cuando calmó el mar? Como ya temían por la gran tormenta, uno pensaría que podrían haberse calmado cuando Jesús apaciguó las olas. Pero pareció tener el efecto contrario. Marcos 4:41 (LBLA): "Y se llenaron de gran temor, y se decían unos a otros: ¿Quién, pues, es éste que aun el viento y el mar le obedecen?"
Los discípulos ahora parecían perplejos acerca de la identidad de su maestro. "Entonces ¿quién es este. . . ?" Calmar el mar es una demostración tan espectacular de poder que lo que inundó sus almas no fue el feliz entendimiento de que su compañero Jesús tenía más poder del que habían estimado, sino la inquietante conciencia de que podrían haber malentendido su identidad misma.
Conociendo los Salmos, ellos deberían haber sabido quién es el que calma los mares.
- Salmos 65:7 (LBLA) identifica a Dios como "el que calma el rugido de los mares, el estruendo de las olas."
- En Salmos 89:9 (LBLA), el salmista atribuye esta alabanza a Yahweh: "Tú dominas la soberbia del mar; cuando sus olas se levantan, tú las calmas."
- El Salmo 93:4 (LBLA) afirma, "Más que el fragor de muchas aguas, más que las poderosas olas del mar, es poderoso el SEÑOR en las alturas."
- Y el Salmo 107:29 (LBLA) declara de Yahweh, "Cambió la tempestad en calma y las olas del mar callaron."
Los discípulos están horrorosamente desorientados porque saben que el que calma los mares es Yahweh mismo. Calmar los mares no revela que Jesús sea un simple hacedor de milagros con poderes extraordinarios, sino Yahweh mismo hecho carne. Dios está en el bote con ellos.
"¿Quién, pues, es éste que aun el viento y el mar le obedecen?" La respuesta innegable es demasiado indescriptiblemente grande, demasiado maravillosamente extraña, demasiado agradablemente confusa como para ser pronunciada. Llenarse de miedo es una respuesta tan adecuada como maravillosa (Mateo 8:27). Su Jesús es Yahweh mismo, el que calma los mares.
El Dios hecho hombre es su compañero marinero, y la pregunta sobre su identidad es aún demasiado terriblemente terrorífica como para responderse.
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