El Regocijo a Través de la Prueba de Fuego de la Fe Verdadera

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English: Joy Through the Fiery Test of Genuine Faith

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Por John Piper sobre Perseverancia de los Santos
Una parte de la serie 1 Peter: Grow in the Grace & Knowledge of Christ

Traducción por Maria del Carmen Zanassi


1 Pedro 1:6-7 (LBLA)

En lo cual os regocijáis grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, seáis afligidos con diversas pruebas, para que la prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo.

Contenido

El Cristianismo es una Vida llena de Regocijo Doloroso

El Antiguo Testamento nos manda a deleitarnos en el Señor (Salmos 37:4) y a servir al Señor con alegría (Salmos 100:2) y regocijarnos en presencia de Dios Nuestro Señor por todas las obras de nuestras manos. (Deuteronomio 12:18)

Jesús nos ordena: “Alegraos en ese día y saltad de gozo, porque he aquí, vuestra recompensa es grande en el cielo” (Lucas 6:23); y nos dice: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea perfecto” (Juan 15:11).

El apóstol Pablo nos impone: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4). Nos dice que el fruto del Espíritu es gozo (Gálatas 5:22). Dice que es un colaborador para nuestro gozo (2 Corintios 1:24) y que permanecerá con nosotros para nuestro progreso y gozo en la fe (Filipenses 1:25) y que Dios ama al que da con alegría.

Y continúa de la misma forma. Lo mismo sucede con los otros autores de las Escrituras. El mensaje es: El Cristianismo es una vida de enorme y permanente regocijo.

En el versículo 6, Pedro toma este importante tema y nos expone dos grandes razones para alegrarnos y, además, nos muestra por qué es un regocijo doloroso. Ya hemos dedicado dos semanas a la primera. La segunda es nueva, en los versículos 6 y 7.

Dos Razones por las Cuales los cristianos Pueden Sentirse Alegres

1. La Promesa de un Gran Futuro

Déjenme recordarles la primera razón, porque eso es lo que hace Pedro al comienzo del versículo 6. Él dice: “En lo cual os regocijáis grandemente”. Las palabras “lo cual” se refieren a la primera razón para ese gran regocijo. Se refiere a lo que hemos visto antes en los versículos 3-5.

  • Versículo 3: Dios nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva mediante la resurrección de entre los muertos.
  • Versículo 4: Dios nos reserva una herencia en el cielo, incorruptible, inmaculada e inmarcesible.
  • Versículo 5: Dios nos protege para que recibamos esa herencia.

Hay una herencia y hay un heredero. El primer fundamento de nuestra alegría es que Dios protege a ambos: mantiene impecable la herencia para nosotros; y nos mantiene en la fe, para que no fracasemos en nuestra fe y no perdamos nuestra herencia.

Luego, en el versículo 6, Pedro dice: “En LO CUAL os regocijáis grandemente”. La primera razón para alegrarnos es el gran futuro que Dios nos promete y su compromiso férreo para preservarlo para nosotros y a nosotros para ese futuro. En otras palabras, nuestra alegría se basa en la felicidad de nuestro futuro con Dios y la certeza que vamos a llegar allí. La alegría y la esperanza cristianas son sinónimos. Por eso, en el versículo 3, Pedro dice que nacimos de nuevo a una esperanza viva, luego los versículos 4 y 5 describen el contenido de esa esperanza y después el versículo 6 comienza: “En LO CUAL os regocijáis”. En esto tienen una esperanza viva, vital, que cambia la vida, y en esto se regocijan. Nuestra esperanza es nuestra alegría.

2. Un Plan para Nuestras Aflicciones

La segunda razón es que Dios tiene un plan para nuestras aflicciones en esta vida. Esto es a lo que se refieren los versículos 6 y 7 – el plan de Dios para nuestra aflicción.

Pero ahora no me malinterpreten. La segunda razón para que nos alegremos es esencialmente la misma que la primera, es decir, la esperanza. Pero la diferencia es esta:

  1. En los versículos 3-5, la cuestión es que la herencia, incorruptible e inmarcesible, está allí esperándonos y que estamos siendo protegidos para eso, de manera que, aunque enfrentemos muchas aflicciones, podamos mirar más allá y tener la esperanza de un futuro seguro que está llegando y confiar. Va a valer la pena todo eso.
  2. En los versículos 6 y 7, la cuestión es diferente, es decir, las aflicciones mismas son parte de la preparación para disfrutar la herencia en toda su medida.

No solo pensamos en el futuro seguro por encima de nuestras aflicciones; consideramos el plan de Dios en nuestras aflicciones – y vemos como Dios crea nuestras aflicciones para nuestro bien. El Cristianismo es una vida de enorme alegría, primero porque tenemos un futuro grande e infalible que esperar ansiosos, más allá de nuestras aflicciones. Y segundo porque Dios tiene un plan para aumentar nuestra alegría en ese futuro por medio de todas nuestras aflicciones. Veámoslo en los versículos 6 y 7.

Dios Tiene un Plan para Nuestras Aflicciones

Primero, ¿de dónde saco la idea de que nuestras aflicciones fueron planeadas por Dios para nuestro bien?

“Si es Necesario”

Lo obtuve de la frase “si es necesario” del versículo 6, y la palabra “que” (o “para que”) al comienzo del versículo 7. El versículo 6 dice: “En lo cual os regocijáis grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, seáis afligidos con diversas pruebas.” ¿Qué clase de necesidad es ésta? ¿Quién o qué hace que la aflicción de estas pruebas sea “necesaria”?

La respuesta es Dios. Pedro deja claro que la aflicción cristiana solo sucede si es su voluntad. Por ejemplo, en 3:17 él dice. “Pues es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios, que por hacer el mal.” Pueden, o no, sufrir por hacer el bien. La elección última es la de Dios. “Si es así la voluntad de Dios” sufriremos o no. O, en 4:19, él dice nuevamente: “Por consiguiente, los que sufren conforme a la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, haciendo el bien.”

En otras palabras, Pedro nos enseña que la soberana voluntad de Dios controla todas las aflicciones que experimentamos, por lo tanto, el plan no es, finalmente, el plan de los hombres malignos o de Satanás (¡que son lo suficientemente verdaderos!), sino el de Dios.

Entonces, cuando Pedro dice en el versículo 6: “Si es necesario, seáis afligidos con diversas pruebas”, quiere decir: “Si Dios considera que es necesario”.

“Para que”

¿Por qué Dios hace eso? Esto nos lleva a la palabra “que” o “para que” al comienzo del versículo 7. Esto nos explica por qué Dios considera necesario que seamos afligidos con diversas pruebas: “que [o “para que”] de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo.”

Lo que hace este versículo es explicar el plan de nuestras aflicciones. El plan es que nuestras aflicciones purifiquen lo genuina que es nuestra fe de la misma manera que el fuego purifica el oro, para que cuando Cristo vuelva, la calidad de nuestra fe sea motivo de alabanza, gloria y honor.

Por consiguiente, hay un plan de sus aflicciones como cristianos. Son la voluntad de Dios y Él lo hace para el bien de ustedes.

¿Entonces, Dios Dispone Nuestro Sufrimiento y Aflicción?

Sé que esto plantea una pregunta dolorosa y problemática. No estamos jugando aquí. Estamos hablando de la vida real de ustedes y de la mía en este mismo día. ¿Es la voluntad de Dios que terminen sus matrimonios? ¿Dispone Dios el cáncer que puedan tener, la orientación homosexual, la rebelión de sus hijos, la pérdida de sus empleos, el caos amenazador en Rusia, el Congo, Somalia y Guinea? Les voy a dar mi respuesta, la cual creo que es la respuesta bíblica, basada en textos como 1 Pedro 3:17 y 4:19.

La respuesta es NO. Dios no lo quiere y Sí, lo quiere. No, en el sentido que no se deleita en el dolor por si mismo, no ordena el pecado ni aprueba pecar. Pero, Sí dispone que sucedan esas cosas, en el sentido que Él puede evitar cualquiera de esas cosas pero a veces no lo hace, más bien las conduce, a causa de propósitos mayores que la destructividad del pecado, del carácter engañoso de Satanás o de lo doloroso del sufrimiento.

Cuando los cristianos sufren por hacer el bien, es porque el pecado está sucediendo sobre ellos. Pero, 1 Pedro 3:17 dice que a veces es la voluntad de Dios que eso suceda. No apoya ni aprueba el pecado, pero dispone que sucedan actos pecaminosos para sus propósitos santos. Cuando Cristo fue asesinado en la Cruz, eso era pecado, pero Dios dispuso que pasara: “Pero quiso el Señor quebrantarle” (Isaías 53:10). Y por esa voluntad somos salvados.

Cinco Elementos del Plan de Dios en Nuestras Aflicciones

Si hay un plan divino de nuestras aflicciones, tenemos que preguntar qué es. Porque saber eso es una manera de sentir una enorme alegría en y a través de nuestras aflicciones.

Pedro menciona al menos cinco elementos del plan de Dios en nuestras aflicciones.

1 Varias Pruebas

En el propósito de Dios, nuestras aflicciones están hechas de varias pruebas.

Versículo 6b: “si es necesario, seáis afligidos con diversas pruebas”. La Nueva Versión Internacional (NIV, por sus siglas en inglés) dice: “diversas pruebas”. La cuestión es que la variedad de formas en las que experimentamos aflicciones es grande. Por lo tanto, en el plan de Dios es “necesario”, dice, usar una gran variedad de pruebas. No se prevé solamente una clase de prueba. Dios pinta con muchos colores. Muchos oscuros y muchos brillantes. Al final el lienzo de sus vidas será glorioso si confían sus almas al Creador fiel (4:19).

2 Aflicciones Breves

En el plan de Dios, mis aflicciones son breves.

Nuevamente el versículo 6: “En lo cual os regocijáis grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, seáis afligidos con diversas pruebas.” Breve es muy relativo, ¿verdad? Si decimos: “Él puede contener su respiración mucho tiempo”, queremos decir dos o tres minutos. Eso es mucho cuando se contiene la respiración. Pero, si decimos: “Él ha sido pastor de la iglesia durante mucho tiempo”, posiblemente queramos decir 15 o 20 años.

De la misma manera lo es la frase “un poco de tiempo” en este versículo. Comparado con otros y comparado con la duración de la vida en la tierra, sus aflicciones pueden durar mucho tiempo, no un poco. Pero, comparado con la eternidad – comparado con la herencia incorruptible, inmaculada, inmarcesible, reservada en el cielo para ustedes – duran poco tiempo. Pedro comparte la perspectiva de Santiago sobre la vida: “Sólo sois un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece” (Santiago 4:14). Comparado con la duración y la grandeza del futuro que Dios ha planeado para ustedes, todas las aflicciones de esta vida son realmente por poco tiempo(1 Pedro 5:10).

3. Pruebas Penosas

En el plan de Dios, nuestras pruebas son penosas.

Son aflicciones. Esta palabra en el versículo 6 (“seáis afligidos con diversas pruebas”) significa llenos de pena, angustiados. Ténganlo bien en cuenta. No es algo sin sentido, cuando Pedro dice: “En esto os regocijáis, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, seáis afligidos.” Se regocijan aunque estén afligidos. Sabemos que no es un error, porque Pablo dice que él experimentó lo mismo. En 2 Corintios 6:10, dice que vive “como entristecido [la misma palabra], más siempre gozoso”.

En el diseño de Dios para nuestras aflicciones hay un lugar para la pena y la aflicción verdaderas, auténticas. Pero, esta experiencia fundamentalmente es diferente de la manera que el mundo experimenta estas cosas. Vemos un plan en todo eso. Por eso, nuestras raíces permanecen enterradas aunque las ramas se hayan destrozado con el viento. Las hojas se mantienen verdes y el fruto sigue creciendo porque nuestras raíces están asentadas por el arroyo de la gracia soberana de Dios – y nosotros confiamos en su buen propósito.

4. Como un Fuego Purificador

En el plan de Dios, nuestras aflicciones son como el fuego que purifica el oro de las impurezas.

Versículo 7: “para que la prueba [o genuinidad] de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo.”

Cuando el oro se disuelve en el fuego, las impurezas flotan hasta el borde y se pueden eliminar. Cuando el fuego purificador termina, el oro resulta más valioso aún. Lo mismo sucede con la fe en Dios. Tenemos fe. Confiamos en sus promesas. Pero existen impurezas. Hay elementos de murmuración y pesimismo (hablo por dolorosa experiencia). Hay tendencias a confiar en el dinero, la posición y la popularidad, además de Dios – suciedad mezclada con el oro de la fe.

Esas impurezas en nuestra fe entorpecen la experiencia máxima de la bondad y la grandeza de Dios. Por eso, Dios decide refinar nuestra fe con los fuegos de la prueba y la aflicción. Su objetivo es que nuestra fe sea más pura y más auténtica. Es decir, que dependa completamente de Él, no de las cosas o de otras personas para nuestra alegría.

Una de las mejores ilustraciones para mostrar cómo funciona esto proviene de la experiencia del apóstol Pablo. En 2 Corintios 1:8-9, en su aflicción, Pablo describe este mismo plan de purificación de Dios: “Porque no queremos que ignoréis, hermanos, acerca de nuestra aflicción sufrida[a] en Asia, porque fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida. [eso es el fuego]. De hecho, dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte, a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos, [eso es el oro]”.

Dios le sacó a Pablo un sostén común de seguridad y le hizo sentir una sensación casi insoportable de abandono humano. Esto era el fuego de 1 Pedro 1:7. No porque Dios no amara a Pablo, sino porque consideró la fe de Pablo como oro digno de ser refinado.

5. Nuestra Fe recibe Alabanza, Gloria y Honor

Finalmente, en el plan de Dios, el resultado de este refinamiento es que nuestra fe recibirá alabanza, honor y gloria.

Versículo 7: “para que la prueba de vuestra fe . . . sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo.”

Cuando Jesús aparezca en gloria, van a pasar dos cosas. Su gloria estará reflejada magníficamente en el espejo de nuestra fe. Será Él en quién confiemos, esperemos y nos regocijemos. Por lo tanto, su gloria brillará en nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra alegría. Cuanto más puro y refinado es el oro de nuestra fe, más claramente se verán reflejados su belleza y su valor.

Pero, como Dios exalta todo lo que lo exalta, va a alabar, honrar y gloriar nuestra fe. Dirá: “Bien hecho, buen y fiel siervo”. Nos dará (como dice Pedro en 5:4) “la corona inmarcesible de gloria” (comparar 1 Corintios 4:5).

Finalmente veremos que el plan de Dios en nuestras aflicciones ha sido la extraordinaria alegría de ser parte de la misma gloria, alabanza y honor de Dios mismo.


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