El aborto y el estrecho camino que lleva a la vida

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English: Abortion and the Narrow Way That Leads to Life

© Desiring God

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Por John Piper sobre Aborto

Traducción por Desiring God


Mateo 7:7-14

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O qué hombre hay entre vosotros que si su hijo le pide pan, le dará una piedra, o si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?

Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas.

Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

Lo primero que debemos ver en este texto es la impactante verdad de que Dios —el Creador del universo, quien sostiene este universo en existencia y gobierna todo lo que hace— este Dios, es el Padre de todos los que reciben a Jesús y creen en Él y, como nuestro Padre, cuando llamamos Él se siente más inclinado a ayudarnos que el mejor padre que este mundo ha producido jamás. Vea los versículos 9-11:

¿O qué hombre hay entre vosotros que si su hijo le pide pan, le dará una piedra, o si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más [¡mucho más!] vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?

El Dios Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, se siente mucho más inclinado a ayudarnos cuando le llamamos, que el mejor de los padres en la mejor de las familias en toda la historia. Esto es lo primero que vemos.

Contenido

Mucho mejor que el mejor padre terrenal

Y dije que él es el Padre de todos los que reciben a Jesús y creen en Él porque eso es lo que dice Juan 1:12 "a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre". Dios no es el Padre de todos. Él es el Padre de los que reciben a su Hijo y creen en Él como el Salvador divino, Señor, y Tesoro supremo que es.

Lejos de Jesús, el abortista, la madre, el bebé, el protestante, el conservador de derecha, el conservador de izquierda, el defensor de los derechos de vida de los no-natos, el que defiende el derecho de decisión de las madres de los no-natos, todos son, por naturaleza, hijos de ira. Utilizo esa frase porque la Biblia la utiliza. Efesios 2:3: "Todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”.

Un Dios rico en misericordia

Pero Dios no solo es un Dios de una santidad e iras terrible; también es un Dios rico en misericordia. "Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El" (Juan 3:17). Él no vino para ser servido, sino para dar Su vida en rescate por muchos (Marcos 10:45); para poner Su vida por las ovejas (Juan 10:15);para llevar nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero (1ra de Pedro 2:24); para darnos una justicia que provenga, no de nuestro cumplimiento de la ley, sino mediante la fe (Filipenses 3:9); y para reconciliarnos con Dios (2da a los Corintios 5:18;1ra de Pedro 3:18).

Mediante Cristo, todos los hijos de ira pueden volverse hijos del Padre. Una abortista de años, a unas pocas cuadras de nuestra iglesia, después de 3000 abortos, puede volverse hija de Dios. Ella puede escuchar a Jesús diciéndole en su lecho de muerte: "Hoy estarás conmigo en el paraíso". Lo mismo es cierto para la madre de cinco niños abortados, para el novio egoísta e irresponsable, para el pariente reservado, avergonzado, sobrecargado, y para la desesperada muchacha de 14 años de edad.

Un Salvador muriendo por pecadores que cometen abortos

Jesús no vino principalmente para detener los abortos en este mundo. Vino, principalmente, para morir por los pecadores abortistas. "No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:32).

Hay un modo de conocer a Dios como Padre. Y es el mismo para las personas de Planificación de la Paternidad, y para las personas de Pro-life Action, y para las personas en la Iglesia Bautista Bethlehem —vengan a Jesús.

Uno de los discípulos de Jesús, le dijo, "Señor, muéstranos al Padre". Y Jesús le dijo: "¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Juan 14:8–9). Si vienes a mí, tienes a Dios como Padre. Ya no serás más un hijo de ira. Pero si no, entonces permaneces bajo la ira de Dios (Juan 3:36).

La esencia del cristianismo: Jesús salva a los pecadores

La esencia del cristianismo no es una cultura de vida. La Esencia del cristianismo es: Jesús murió y resucitó de entre los muertos para salvar a los pecadores, quienes entonces se convierten en una cultura de vida.

Antes de que podamos escuchar a Jesús hablar sus exigencias en Mateo 7:12-14, debemos escuchar sus dulces palabras en los versículos 9-11. El Dios Omnipotente, Sabio, Santo, Justo, Bondadoso, Rey, es el Padre de todos los que vienen a Jesús. Y Él está mucho más dispuesto a ayudarle a usted cuando le llama, que el mejor padre que la tierra haya producido alguna vez.

¿Es Él su Padre? ¿Ha venido usted a Jesús y le ha recibido como su Señor y Salvador y Tesoro? En cualquier lugar en que usted esté, en esta línea de pecado y dolor —la madre que abortó a su niño, el padre que lo animó, el doctor que lo realizó, el activista que trató de detenerlo, el político que lo apoyó o abogó por él, la persona pasiva que nunca piensa en ello— este no es el problema principal. El problema principal es: ¿Se ha despojado usted de sí mismo en Jesús para recibir misericordia? ¿Ha sido adoptado usted de la ira hacia la familia de Dios mediante la fe en Jesús?

Para la familia del Padre

Y el resto de este sermón es para la familia del Padre. Si usted, todavía, no es parte de la familia de Dios, espero que escuche. Le hará querer venir.

Estos fueron los versículos 9-11. Dios es nuestro Padre, si Jesús es nuestro salvador.

Ahora el versículo 12: "Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas”.

Las palabras "Por eso" son cruciales. Es lo mismo que decir: "por tanto, por lo que acabo de decir, traten a las personas de la misma forma en que les gustaría ser tratados ustedes". Porque Dios es Padre de ustedes, porque Él está más dispuesto a ayudarles que el mejor padre humano, y porque Él es omnipotente y tiene todas las cosas bajo su control, vayan y vivan para el bien de otras personas y no solo para el de ustedes mismos.

¡Dios es nuestro Padre! Por eso

¿Ve usted la conexión entre tener a Dios como Padre y vivir una vida para el bienestar de otras personas? Dios es nuestro Padre. Dios satisfará todas nuestras necesidades. Dios nos dará fuerzas. Dios nos guiará. Dios nos sostendrá si caemos. Dios siempre estará allí para nosotros. Dios cuidará de nuestras necesidades, cuando satisfagamos las necesidades de otras personas. Busquemos el reino primero, y todas estas cosas nos serán añadidas (Mateo 6:33).

¡Él es nuestro Padre! Por tanto, tratemos a los demás como nos gustaría a nosotros ser tratados. No podemos vivir de este modo por nosotros mismos. Y aun si pudiéramos, no honraríamos a Dios. Honramos a Dios al amar a otros en la fortaleza y sabiduría y la gracia que provee nuestro Padre. Así es como nuestra luz brilla delante de los hombres de modo que ellos puedan dar gloria a nuestro Padre (Mateo 5:16; 1ra de Pedro 4:11).

El orden más importante: adoptados en primer lugar, amados en segundo lugar

¿Ve el orden? Es importantísimo. Venimos a Jesús como hijos de ira; recibimos perdón porque Él murió por nosotros; somos adoptados en la familia de Dios y recibimos el Espíritu de adopción (Romanos 8:14-17); y ahora que Dios es nuestro Padre, Jesús nos envía al mundo para amar de la misma forma: "Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos".No amamos a las personas con el propósito de ser adoptados. Amamos a las personas porque somos adoptados.

Ahora, ¿cuál es el fruto del cuidado paternal de Dios, que fue comprado por sangre, como la raíz del versículo 12? ¿Qué está involucrado al hacer a los demás lo que queremos que ellos hagan con nosotros? Dos acciones de imaginación sabia, un acto de auto-renunciación, y un acto de gozosa generosidad.

Lo que está involucrado al hacer algo para otras personas

Cuando Jesús dijo: "todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos", quiso decir: ¿qué harían ustedes si estuvieran en su situación? Supón que hay una estudiante de segundo año en la Universidad. Sus padres están pagándole sus estudios. Ella sueña con la escuela de medicina. Y repentinamente descubre que está embarazada. Se siente aterroriza. Sus padres se pondrán furiosos. Su sueño de la escuela de medicina se irá por el tragante. Y lo peor de todo, ella no sabe quién es el padre, porque así es como ella ha estado de fiestas.

Ahora, suponga que usted es un hombre de 30 años de edad en Bethlehem, casado, con un buen trabajo, y prácticamente sin necesidades. Si alguien le pregunta que quisiera que otras personas hicieran por usted, podría hacer un chiste y decir: "denme un iPad". O, "Denme un certificado de regalo de Amazon". Ahora, este hombre piensa: "Jesús dijo: 'haz por ella lo que quieres que otros hagan por ti'", y le da un iPad, o un certificado de regalo. Él aún no ha obedecido el mandamiento de Jesús, aun cuando ha hecho por ella lo que quisiera que otros hicieran por él. Eso no fue lo que Jesús quiso decir.

Dos actos de imaginación

Lo que quiso decir es: Hay dos actos de imaginación que usted tiene que hacer a fin de obedecer este mandamiento. Uno, usted tiene que imaginarse a sí mismo en la situación de ella. Tiene que ser un acto de empatía, sabio e imaginativo. ¿Qué está experimentando ella? ¿Cuáles son sus presiones? ¿Cuáles son sus opciones? ¿Qué está viendo ella? ¿Qué está sintiendo? Y parte de esto solo lo puede saber usted al hablar con ella. Así que el amor nos lleva hacia las relaciones interpersonales. Ese es el primer acto de imaginación. Ponerse a sí mismo dentro de la cabeza de ella y de su corazón, y sintiendo lo que ella siente y viendo la vida desde su punto de vista.

Pero esa imaginación no es suficiente. Ella quizás no sepa lo que realmente necesita, o incluso lo que realmente quiere en lo más profundo. Así que usted no puede decir simplemente: "imaginaré lo que ella siente, y luego sabré qué hacer". Usted tiene que hacer otro acto de imaginación: Tiene que imaginar que usted es realmente usted, el cristiano saturado por la Biblia, dentro de la mente y corazón y situación de ella, de modo que ve las cosas desde esa situación y desde la perspectiva de la Palabra de Dios. Y entonces pregunta: ¿Qué querría yo que otros hicieran por mí? Si realmente estuviera en su situación, conociendo todo lo que sé sobre Dios y su gracia, ¿qué querría que alguien hiciera por mí?

Un acto de renuncia

Y eso es lo que usted trata de hacer. Y cada vez que piense de esa manera y trate de actuar de esa forma, se dará cuenta de cuán difícil es. Esto no es lo que usted había querido hacer originalmente con su tiempo y dinero. Hacer que la necesidad de ella sea la meta de usted no solo requiere dos actos de imaginación, sino un profundo acto de renuncia. Usted tiene que renunciar a lo que planificó hacer.

Un acto de gozosa generosidad

Y luego, finalmente, tiene que avanzar desde la renuncia hacia un acto de generosidad gozosa. Nadie se siente amado si usted trata de satisfacer, con resentimientos, las necesidades que tenga esa persona. Si usted está todo el tiempo murmurando acerca de cuán inconveniente es este ministerio, nadie se sentirá amado. Dios ama al dador alegre (2da a los Corintios 9:7), y también los que reciben la dádiva.

Eso es lo que significa vivir la regla de oro, como muchas veces es llamado el versículo 12: "todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos". Dos son acciones de imaginación sabia, uno es un acto de auto-renunciación, y el otro es un acto de gozosa generosidad.

La clave: ¡Ustedes tienen un Padre en el cielo!

Y ninguna de ellas es fácil. La clave es: Ustedes tienen un Padre en el cielo. Él les amó y envió a Su Hijo para morir por ustedes. Él les adoptó gratuitamente. Usted es un heredero de todo lo que Dios posee. Él le dio Su Espíritu. Él es Todopoderoso, y Sabio, y está más dispuesto a ayudarle cuando usted le llama, que el mejor padre terrenal en el mundo. Es por eso que los versículos 7-11 preceden al versículo 12.La clave para amar de esta manera es confiar y disfrutar al Padre celestial.

La acción social y la predicación del evangelio

Ahora, lo último que quiero decir proviene de los versículos 13-14, y ha estado quemándome desde que comencé mis preparaciones para el Congreso de Lausana sobre la Evangelización Mundial donde Hablé en Octubre pasado en Suráfrica. Quiero decir aquí, a esta iglesia, que amo y sirvo, a todo lo que dije allí. Quiero decirlo para que mientras "Edificamos Un Pueblo" (nuestra campaña capital), podamos traer a la luz quienes somos, por qué existimos, cuáles son nuestras prioridades, y por qué creemos que Dios nos está llamando a usar Su dinero en el crecimiento de la iglesia en las Twin Cities.

Específicamente, quiero que tengamos una claridad real acerca de la relación interpersonal entre las causas sociales y políticas como el aborto, el tráfico humano, o la crisis mundial del SIDA, o el cuidado de la salud, o la homosexualidad, el alcoholismo, y las drogas, o el desempleo, el desamparo de los que no tienen casas, de los huérfanos, o el analfabetismo, el crimen, o el racismo, o la inaccesibilidad a la educación o al agua limpia o a la medicina —y la lista continua— quiero que tengamos claridad como iglesia sobre la relación entre estos tipos de sufrimiento, por un lado, y las realidades del cielo y el infierno por otro lado.

La eternidad está en juego

Vea los versículos 13-14. Justo después de decirnos que debemos orientar nuestras vidas hacia las necesidades de otras personas, y que debemos amar con una renuncia radical, Jesús llama a ese estilo de vida la puerta estrecha y el camino difícil que lleva hacia la vida:

Entrad por la puerta estrecha, [En otras palabras, amen a las personas de la forma en que nos lo dice el versículo 12] porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

Lo que está en riesgo al vivir la regla de oro es la destrucción y la vida. El cielo y el infierno. Y el final de la senda angosta es la Vida. Y el final de la senda amplia es la Destrucción. Pablo la llama "eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder (2da a los Tesalonicenses 1:9).

Nadie habló más que Jesús acerca del infierno en el Nuevo Testamento. Él usó palabras como "tinieblas de afuera" (Mateo 8:12), y "crujir de dientes" (Mateo 22:13), y "tormentos" (Lucas 16:23), y fuego inextinguible (Marcos 9:43), y castigo eterno (Mateo 25:46). Es, en su mente, eterno, consciente, y horrible.

La Regla de Oro —y el cielo y el infierno

La idea que quiero que veamos aquí, mientras concluyo, es que Jesús relaciona el mandamiento más práctico, terrenal de la Biblia, la Regla de Oro, con las realidades del cielo y el infierno. "Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos", significa que atenderemos cada clase de sufrimiento que encontremos en este mundo. No nos gusta sufrir. Y por ello no queremos que otras personas sufran algún tipo de sufrimiento injusto.

Es lo que quiso decir Jesús. Él quiere que Su pueblo se preocupe por el sufrimiento de otras personas en esta época; por el sufrimiento de los no-natos, el sufrimiento de los que tienen crisis de embarazo, y por cualquier otra forma de sufrimiento en este mundo. Si nos preocupamos por nuestro propio sufrimiento, debemos preocuparnos por el sufrimiento de los demás. Si nos preocupamos por nuestro propio florecimiento, nos preocuparemos por el florecimiento de otras personas.

El amor sufre por todos los que sufren

Sí. Y cuando Jesús dice, en los versículos 13 y 14, que hay un sufrimiento peor que cualquier cosa en este mundo. Hay una destrucción eterna. Un sufrimiento eterno. Y hay un florecimiento mejor que cualquier cosa en este mundo. Hay una vida eterna. Hay un florecimiento eterno. La senda amplia lleva hacia la destrucción. Y la senda angosta lleva hacia la vida eterna.

De lo que concluyo: El sufrimiento en este mundo es terrible y limitado, pero el sufrimiento en el mundo venidero es terrible y eterno. El amor lo ve así. El amor no cierra sus ojos a este mundo o a aquel mundo. El amor reconoce la realidad del sufrimiento aquí y la peor realidad del sufrimiento allí.

Lo que veo alrededor nuestro hoy, en la iglesia cristiana, es una tendencia a cuidarnos solos unos a otros. Cuando pienso en nuestra campaña "Edificándonos Unos a Otros", pienso en la edificación de las personas alrededor de estas Cities quienes definitivamente no fracasarán en preocuparse por todo el sufrimiento, especialmente el sufrimiento eterno.

Cuidando a todos los que sufren —especialmente el sufrimiento eterno

Se los digo aun con más urgencia que la que expresé en el Congreso de Lausana: "Les ruego. No elija entre rescatar a las personas del sufrimiento en este mundo, y rescatar a las personas del sufrimiento en el mundo venidero. Rescátenlos de los dos". No quiere decir que todos dediquemos nuestro tiempo de la misma forma. Los dones y llamamientos y ministerios son diversos. Pero sí quiere decir que todos nos preocupemos por el sufrimiento que vemos ahora y por el peor sufrimiento que vendrá.

Oh, digamos en Bethlehem —que estas personas digan— nos preocupamos por todo el sufrimiento, especialmente por el sufrimiento eterno. Nos preocupamos por toda la vida (incluyendo la vida de los no-natos), especialmente por la vida eterna. No estemos entre los cristianos sofisticados quienes se resisten a hablar acerca del sufrimiento eterno y los horrores del infierno. Y no nos volvamos cristianos aislados quienes se resisten a trabajar contra los innombrables sufrimientos de ese mundo.

Como Jesús, a causa de Jesús

Seamos como Jesús. En cada aspecto social, desde el aborto hasta el alcoholismo, desde el SIDA hasta el desempleo, desde el hambre hasta el desamparo, demos la ayuda que quisiéramos recibir si fuéramos nosotros. Y en cada momento en ese amor, sintamos una urgencia aun mayor para orar y hablar y obrar para rescatar a las personas del sufrimiento eterno mediante el evangelio de Jesús.

Y con ese propósito, descansemos y regocijémonos por tener un Padre en los cielos que escucha nuestro clamor y nos llevará a casa.


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