El fructífero nido vacío
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Desiring God Staff sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Kilian Medina
Lecciones de cuando los hijos se van de casa.
Nos abrazamos, dijimos adiós y “te quiero.” El camino con nosotros hasta el coche, se dio la vuelta, y se fue. Y mientras nos quedamos ahí mirando como se iba, llore desde lo más profundo de mí corazón. Nuestro primer hijo había partido, y yo sentí como si me estuvieran arrancando las entrañas.
Dos años más tarde, se repitió la situación. Otra vez, tras el adiós, “te queremos,” y abrazos otro hijo nos llevo hasta el coche. Viendo como se daba la vuelta y se iba, esos mismos llantos profundos se apoderaron de mí otra vez.
Una ultima vez, un par de años más tarde, nos dijimos adiós y “te quiero”, y nos dimos abrazos. Fuimos hacia el coche y vimos como nuestro hijo más joven se daba la vuelta y caminaba hacia su nueva vida y si, nos quedamos ahí viendo como se iba y yo llore desde lo más profundo de mí corazón.
No es que no vería a nuestros hijos nunca más, por supuesto que los vería otra vez, pero cuando nuestros hijos se fueron de casa fui muy consciente de que mi vida iba a cambiar dramáticamente. Durante años había anticipado este día y a veces pensé que no iba a sobrevivir la emoción de este momento, pero lo hice. Han pasado muchos años ya desde aquellas despedidas. Y a día de hoy le estoy muy agradecido a Dios por su gracia sustentadora, y por la sorprendente dulce felicidad que nos ha dado en cada temporada de nuestra vida desde entonces.
Nueva fuerza tras los hijos
Yo era una madre “a tiempo completo”, y obviamente cuando nuestros hijos se fueron de casa, la estructura de mi vida se altero por completo. No había más desayunos con prisas para salir temprano. No habían más partidos a los que ir. No más comidas gigantes que preparar para satisfacer a adolescentes. No había más niños que estuvieran alrededor o más eventos que planear con otros padres. Si, mi vida iba a ser muy diferente, ¡y no estaba segura de si me iba a gustar!
Poco después de que se fueron los niños, me encontré a mi misma de rodillas ante Dios en blanco y con un sentimiento vacío, cuando encontré estas palabras:
Por esta razón me pongo de rodillas ante el Padre, de quien se nombran todas las familias en el cielo y en la tierra, que de acuerdo con las riquezas de su gloria el te podra conceder que seas reforzado con poder a través de su espíritu en tu ser interior. (Efesios 3:14-16)
Estas buenas palabras me aseguraron que Dios me llenaría de fuerza para esta nueva temporada delante de mí.
Seis lecciones para los nidos vacíos.
Nosotras las madres queremos ser buenas madres, y le damos todo lo que tenemos a nuestros hijos. Como madres cristianas, sentimos una llamada especial para educar a nuestros hijos para que amen a Jesus y le sigan, tarea que puede parecer pesada. Y encima de todo esto nuestra identidad se puede enredar tanto con nuestros hijos que nos podemos olvidar de quienes somos en realidad. Así que cuando llega el momento de que los niños se vayan de casa, ¡es difícil! Y triste, pero no debemos quedarnos atascados en la tristeza. Podemos movernos adelante hacia relaciones adultas con nuestros hijos lo que tiene una dulzura única.
Si estas en los años de transición, anticipando el día en el que tus hijos se vayan de casa, o ya te estas ajustando a un nido vacío, aquí tienes un par de pasos prácticos que han sido de gran ayuda para mí:
1. Reza fervorosamente.
Sin duda algunas has estado rezando por tus hijos desde antes de que hubieran nacido. ¡Sigue rezando! Mientras rezas por tus hijos que ya no estan en tu cuidado diario, descubrirás que tus rezos se volverán más profundos y tu relación con ambos Dios y tus hijos se enriquecerá. Recuerda, Puedes echar tus ansiedades antes Dios, por que el se preocupa sobre ti – y tus hijos (1 Peter 5:7)
2. Deja a tu hijo en las manos de Dios.
Nunca entendí el significado de “dejar ir” a mis hijos. Entonces es cuando alguien me aconsejo, en lugar de dejar ir a mis hijos flotando hacia algún tipo de tierra de nunca jamas, puedo dejarlos deliberadamente en los brazos fuertes y amorosos de Dios donde serán protegidos y cuidados. “El Dios eterno es tu hogar, y debajo estan sus brazos eternos” (Deuteronomio 33:27). Esto ha sido un gran consuelo.
3. La perspectiva ayuda.
El objetivo de ser padres es de criar a pequeños humanos para que sean adultos productivos. Durante los años de crianza, queremos crear un ambiente propicio para que nuestros hijos se desarrollen y maduren. Queremos que nuestros hijos sean adultos, en cierto sentido los criamos para que se vayan.
4. Prioriza a tu esposo.
Mientras nuestros hijos estan en casa, a menudo requieren la mayor parte de nuestro tiempo y energía, pero la prioridad debería ser nuestro esposo. Haz tiempo para el cuando los niños estén en casa, así os conoceréis mejor cuando ellos se vayan. Divertiros ahora, para que así os podáis disfrutar el uno al otro más adelante.
5. El desarrollo personal es esencial.
Cuidate a ti misma – físicamente, emocionalmente, intelectualmente, y espiritualmente. Desarrolla un interés o relación mientras tus hijos estan en casa que se trasladará hacia los años de nido vacío. Una manera de hacer esto es cultivando amistades y compañerismo con otras mujeres en tu iglesia.
6. Planta te a ti misma cerca de corrientes de agua.
“Un árbol plantado cerca del agua da su fruto en su temporada, y sus hojas no se marchitan” (Salmo 1:3). Enraizate y mantente enraizado, en las palabras de Dios, deleita te con el hijo de Dios, mantén el compañerismo con la gente de Dios, cuando haces esto a través de los años, seras fructífera en todas las temporadas de tu vida.
Disfruta ser un niño de nuevo.
La mayoría de las madres cristianas, como yo, se centran en el amor de Dios por nuestros hijos. Nos recordamos a nosotros mismos que Dios quiere a nuestros hijos más que nosotros – y lo hace. Ayudamos a nuestros hijos a entender y aceptar el amor que Dios tiene para ellos. Pero yo descubrí cuando mis chicos se fueron de casa, casi se me había olvidado que Dios me quiere a mí también. Se preocupa sobre mí. Conoce mis necesidades. Él quiere bendecirme por que soy su hija.
Madre, si tus hijos se acaban de ir de casa – o se van a ir pronto – estas a punto de entrar una nueva temporada con gran potencial para ser fructífera. Como mujeres jóvenes llevamos el fruto del útero. Entonces los años de crianza estuvieron llenos de grandes bendiciones, energía y vitalidad. Estos años fueron tiempos de esperanza, de primavera y el calor veraniego. Pero sorprendentemente, los años de nido vacío pueden ser también una temporada muy productiva y fructífera.
Cuando los niños se van de casa, la paternidad pasa a una dimensión nueva y más gratificante. La vida diaria es diferente, por supuesto, pero todavía eres y siempre seras, la madre de tus hijos. De hecho, descubrirás sin duda alguna como yo descubrí, que mientras los años pasan y tú y tus hijos crecéis, vuestra relación se hará más profunda y se enriquecerá en varios niveles. Al mismo tiempo, el fruto que tú llevas en esta nueva temporada de tu vida puede tener un mayor impacto ahora que estas conectada con tu iglesia local. Busca maneras de estar involucrada con las mujeres más jóvenes en tu iglesia. Tu eres una mujer experimentada que puede nutrir la siguiente generación de mujeres.
Ten fuerza, querida madre. Dios esta contigo y te quiere a través de todas las temporadas de tu vida. El no te olvidara. ¡Él quiere bendecirte y hacerte una bendición!
O Dios, desde mi juventud me has enseñado, y todavía proclamo tus maravillas. Así que incluso hasta la vejez y los pelos grises, O Dios, no te olvides de mí, hasta que proclame tu poder a otra generación, a todos los venideros. (Salmo 71:17-18)
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