El ministerio pastoral es guerra

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English: Pastoral Ministry Is War

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Por Paul Tripp sobre Ministerio Pastoral

Traducción por Misael Susaña


¿Por qué tantos pastores reportan estar sobrecargados y estresados? ¿Por qué tantos pastores reportan una tensión entre la vida familiar y la vida ministerial? ¿Por qué el ministerio pastoral frecuentemente parece más una prueba que un gozo? ¿Por qué frecuentemente no hay armonía entre la vida privada del pastor y su ministerio público? ¿Por qué frecuentemente hay relaciones disfuncionales entre el pastor y los líderes del ministerio o su equipo? ¿Por qué la vida ministerial de muchos pastores es asombrosamente corta?

Tal vez hemos olvidado que el ministerio pastoral es una guerra y que nunca vivirás exitosamente en el pastorado si vives con una mentalidad de tiempo de paz. Permíteme explicarme. La batalla fundamental del ministerio pastoral no es la batalla con los valores cambiantes de la cultura. No es la lucha con personas resistentes que parecen no estimar el evangelio. No es la pelea por el éxito de los ministerios de la iglesia. Y no es la lucha constante de recursos y personal para cumplir la misión. No, la guerra del pastorado es una guerra profundamente personal. Es luchada en el campo del corazón del pastor. Es una guerra de valores, lealtades y motivaciones. Se trata acerca de deseos sutiles y sueños fundamentales. Esta guerra es la amenaza más grande de cada pastor. Sin embargo, es una guerra que frecuentemente ignoramos o rápidamente olvidamos en las ocupaciones del ministerio de la iglesia local.

El reino del yo y el reino de Dios

Primero, el ministerio pastoral siempre está moldeado por una guerra entre el reino del yo y el reino de Dios. La razón por la cual esta guerra es tan peligrosa y engañosa es porque tú puedes construir ambos reinos en el ministerio al ministrar. Tal vez algún trasfondo teológico sería útil aquí. Pablo dice en 2 Corintios 5:15 que Jesús vino para que aquellos que viven ya no “vivan para sí mismos”. Pablo está diciendo algo significativo aquí, algo que cada pastor debe recordar. Él está diciendo que el ADN del pecado es el egoísmo. El pecado me inserta en el medio de mi universo; el lugar que está reservado para Dios y Dios solamente. El pecado reduce mi campo de preocupación sólo a mis deseos, mis necesidades y mis sentimientos. El pecado hace que todo sea acerca de mí.

Debido a que la inercia del pecado guía lejos del propósito y de la gloria de Dios hacia mi propósito y mi gloria, mientras el pecado esté dentro de mí siempre existirá la tentación en el ministerio de cambiar la gloria de Dios por la mía. En maneras que son sutiles y no tan sutiles, comienzo a perseguir los pertrechos de la gloria humana. Cosas como apreciación, reputación, éxito, poder, comodidad y control se convierten en demasiado importantes. Porque ellas son demasiado importantes para mí, comienzan a moldear la manera en la cual pienso acerca del ministerio, las cosas que quiero de mi ministerio y las cosas que yo hago en el ministerio. Recuerda, el ministerio de un pastor no está moldeado solamente por su conocimiento, dones, habilidad y experiencia; sino también por la condición de su corazón. ¿Podría ser que mucha de la tensión y el abatimiento que las pastores experimentan en el ministerio es el resultado de buscar conseguir cosas del ministerio que no deberíamos estar buscando?

La guerra por el evangelio

Esto nos lleva al segundo campo de batalla en la guerra que es el ministerio pastoral. La guerra por el evangelio. No tan solo deberíamos batallar activamente por el evangelio como el paradigma fundamental para cada ministerio de la iglesia, sino que también debemos pelear para que el evangelio sea el lugar de descanso de nuestros corazones. Pastor, nadie es más influyente en tu vida que tú debido a que nadie más habla contigo más que tú. Las cosas que te dices a ti mismo acerca de Dios, acerca de ti, acerca del ministerio, acerca de otro, son profundamente importantes, moldean tu participación y experiencia en el ministerio. Mi experiencia con cientos de pastores es que muchos pastores tristemente funcionan en un estado regular de amnesia del evangelio. Ellos se olvidan de predicarse a sí mismos en privado el evangelio que ellos declaran a otros en público.

Cuando olvidas el evangelio, comienzas a buscar en situaciones, ubicaciones y relaciones del ministerio lo que ya te ha sido dado en Cristo. Comienzas a buscar en el ministerio tu identidad, seguridad, esperanza, buen estado, significado y propósito. Estas cosas sólo las encontrarás verticalmente. Son ya tuyas en Cristo. Así que tienes que pelear para dar lugar al evangelio en tu corazón. También, cuando vives por la gracia del evangelio, renuncias al temor a fallar, renuncias a ser conocido, renuncias a ocultar tus luchas y tu pecado. El evangelio declara que no hay nada que podría estar descubierto en ti que no haya sido ya cubierto por la gracia de Jesús. El evangelio es lo único que puede liberar a un pastor de la culpa, la vergüenza y la tendencia a ocultarse (“nunca muestres tu debilidad”) y buscar (pidiéndole al ministerio que haga lo que ya Cristo hizo) un estilo de vida que hace al ministerio una carga para tantos pastores.

Así que, ¿eres un buen soldad en la guerra del ministerio pastoral? Recuerda que el Espíritu Santo vive dentro de ti y Él batalla a tu favor aun cuando no lo percibes. Recuerda también que en Cristo ya se te ha dado todo lo que necesitas para ser quien está supuesto a ser y hacer lo que estás supuesto a hacer en el lugar en donde Dios te ha puesto. Y recuerda que debido a que Emanuel está contigo es imposible para ti alguna vez estar solo en la guerra momento tras momento que es el ministerio pastoral.


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