Por el amor de Dios, volumen 1/18 de julio
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 201 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Arturo Valbuena M.
18 DE JULIO
Jueces 1, Hechos 5, Jeremías 14, Mateo 28
LA HISTORIA DE ANANÍAS Y SAFIRA, cuyos nombres están inscritos en los registros más antiguos cristianos a causa de su engaño (Hechos 5:1-11), es preocupante por varias razones. Ciertamente, la iglesia temprana lo pensó (5:5, 11). Cuatro observaciones se centran los temas:
Primeramente, el avivamiento no garantiza la ausencia de pecado en la comunidad. Cuando muchas personas se convierten y se transforman realmente, cuando muchos se han renovados y realmente aprenden a odiar el pecado, a otros les resulta más atractivo ser considerado santo que ser santo. El avivamiento ofrece muchas tentaciones con la hipocresía, que sería menos potente cuando el temperamento de la época es secular o pagano.
En segundo lugar, la cuestión no es tanto la disposición del dinero que Ananías y Safira obtuvieron al vender una propiedad como la mentira que dijeron. Aparentemente había algunos miembros que estaban vendiendo propiedades y donaban todas las ganancias a la iglesia para ayudar en sus diversos ministerios, sin contar el alivio de las necesidades de los hermanos y hermanas en Cristo. De hecho, el hombre llamado Bernabé fue ejemplar en este sentido (4:36-37), y sirve como contraste a Ananías y Safira. Pero estos dos vendieron sus propiedades, guardaron algunas de las ganancias para ellos mismos, y pretendieron que lo estaban dando todo. Fue esta afirmación a la santidad y abnegación, esta pretensión de la generosidad y la piedad, que era tan ofensivo. Si no se le controla, bien podría multiplicarse. Sin duda alguna, daría posiciones de honor a las personas cuya conducta no se lo merecían. Pero lo peor, que era una mentira descarada contra el Espíritu Santo, como si el Espíritu de Dios no podía saber la verdad, o no le importaría. En este sentido, fue un acto sumamente presuntuoso, traicionando una postura tan alejada de una fe genuina centrada en Dios que era idólatra.
Terceramente, otro elemento del problema fue una conspiración. No era suficiente que Ananías hizo este truco perverso él mismo. Actuó “con pleno conocimiento de su esposa” (5:2) y, de hecho, su mentira no sólo pasiva, sino activa (5:8), defraudando un compromiso compartido para engañar a los creyentes y de desafiar a Dios.
Y en cuarto lugar, en tiempos de avivamiento genuino, el juicio puede ser más inmediato que en épocas de decadencia. Cuando Dios se aleja de la iglesia y le permite al pecado multiplicarse y que siga su curso, ese es el peor juicio de todos, inevitablemente terminará en un desastre irreparable. Pero cuando Dios responde al pecado con gravedad pronta, las lecciones son aprendidas, y la iglesia evita irse a la deriva de una peor manera. En este caso, gran temor le llegó no sólo a la iglesia, sino también a todos los que oyeron de estos eventos (5:5, 11).
Está escrito: “El que anda en pie teme al SEÑOR, pero cuyos caminos son tortuosos lo desprecia” (Pro. 14:2).
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