Humilde Salvador, enviado a la Tierra
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Randy Alcorn sobre Jesucristo
Traducción por E. G.
Mucho antes de su crucifixión, Jesucristo soportó innumerables vejaciones en la Tierra.
En el Antiguo Testamento, leemos cómo Dios seguía tendiendo la mano a su pueblo. «El Señor… con frecuencia les enviaba advertencias por medio de sus mensajeros... Pero ellos se burlaban de los mensajeros de Dios» (2 Crónicas 36:15-16, NVI).
Finalmente, Dios envió a su hijo a la Tierra. Llegó con humillación; muchos imaginaron que había sido concebido fuera del matrimonio, algo vergonzoso en aquel tiempo. Creció en una ciudad de mala reputación: «¡Nazareth! ¿Nada bueno puede venir de allí?». (Juan 1:46, NVI). Trabajó como un humilde carpintero, vivió en una relativa pobreza, y soportó muchas humillaciones cuando pasó tres años ofreciendo ministerio, enseñanza y curación y proclamando la buena noticia del reino de Dios.
Cuando empecé a leer esta narración como incrédulo, puesto que había sido criado sin conocimiento de Dios, parte de lo que me atrajo hacia Cristo fue cómo los relatos evangélicos se presentaban tan contrarios al razonamiento humano típico, aunque me parecieran completamente creíbles. ¡Ningún ser humano podría inventarse esa historia! Tenía la verdad para mí…y todavía la tengo.
¿La obra redentora de Cristo hacia usted resuena en su corazón y su mente? ¿Cómo le hace sentir y pensar?
Perspectivas de la Palabra de Dios.
«No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía deseable» (Isaías 53:2, NVI).
«La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo». (Filipenses 2:5-7)
Perspectivas del Pueblo de Dios.
«Nunca ha existido mayor humillación para una persona que en el caso de Jesús. Nadie jamás descendió tanto porque nadie ha llegado desde tan alto». Mark Jones
«Porque nosotros, hijos de Adán, queremos ser grandes, / Él se hizo pequeño. / Porque nosotros no nos rebajaríamos, / Él se humilló a sí mismo. / Porque queremos gobernar, / Él vino para servir». J. Oswald Sanders
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