La Ira de Dios Contra la Impiedad e Injusticia
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre La Ira de Dios
Una parte de la serie Romans: The Greatest Letter Ever Written
Traducción por Desiring God
Romanos 1:18
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad
“No Hay Justo”
Hoy damos un giro mayor en la carta de Pablo a los Romanos. Romanos 1:16-17 es el tema de la carta: el evangelio es el poder de Dios para salvar a los creyentes de la ira venidera. Y este evangelio, estas buenas nuevas acerca de la muerte y resurrección de Jesús, tienen ese poder para salvar a los creyentes de la ira de Dios, porque en el evangelio, día tras día, semana tras semana, año tras año, Dios sigue revelando su justicia como un regalo que se recibe por la fe y para la fe, para que los que tienen como justicia la justicia de Dios (y no la de ellos mismos) no perezcan, más tengan vida eterna. Ahora bien, habiendo descrito la grandeza de este tema, al que retornará y desempacará en formas maravillosas y profundas en los capítulos futuros, Pablo se adentra en una descripción del pecado humano y la ira de Dios, en Romanos 1:18-3:19. En Romanos 1:18-32 Pablo habla de la condición del mundo de los gentiles que se encuentran apartados del evangelio y de la gracia salvadora. Luego en Romanos 2:1-3:8 trata, más o menos directamente, con la condición de los judíos. Después en Romanos 3:9-10 establece la conclusión de su resumen, así: “¿Qué, pues? ¿Somos nosotros [los judíos] mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito: No hay justo, ni aun uno”. Ese es el objetivo de Romanos 1:18-3:10. Entonces Pablo acumula Escritura sobre Escritura, en Romanos 3:10-19, para apoyar su punto de que existe un pecado, una culpa y una rebelión de carácter universal, en todo corazón humano.
Él pone punto final a la sección con este resumen en Romanos 3:19, “Pero sabemos que todo lo que la ley [La palabra de Dios en el Antiguo Testamento] dice, lo dice a los que están bajo la ley [los judíos], para que toda boca [todas las naciones, todos los gentiles] se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios”. Más adelante en esta serie hablaremos acerca de por qué Dios escogió, para silenciar al mundo, tratar principalmente con los judíos. Pero esta es la verdad, Pablo parece suponer que si los judíos, con todas sus ventajas de revelación divina, no han sido considerados justos ante Dios, sino solo pecadores y culpables. (3:9), ¡cuánto menos capacitados estarán los gentiles para abrir sus bocas y protestar diciendo que han sido justos ante Dios!
Después en el versículo 20 Pablo explica que no importa cuán beneficiosa haya debido ser la ley de Dios, si se le da un uso incorrecto, como hicieron muchos en Israel, solo empeora el problema del pecado. Él dice, “[Los judíos y todo el mundo están silenciados en su culpa, porque] por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” Ni la ley de los judíos ni la idolatría de los gentiles hace que alguien sea considerado justo delante de Dios.
Luego, en Romanos 3:21 Pablo regresa al tema del 1:17, “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios”. Vean cuán similar es esto a Romanos 1:17, “en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe”. Y de aquí en adelante Pablo está desarrollando la grandeza del evangelio del regalo que es la justicia de Dios.
De modo que lo que tenemos en Romanos 1:18 al 3:20 es una demostración de la culpa y el pecado en el corazón y vida de todo ser humano, tanto judío como gentil. El comienzo de esa sección es lo que estamos retomando esta mañana en Romanos 1:18.
¿Por qué Varios Sermones Sobre el Pecado?
Ahora bien, ¿Qué debería responder yo si alguien dijera, ‘!oh no! ¿Vamos a estar caminando penosamente a través de la culpa y el pecado durante meses?, esto va a ser realmente agobiante’ A esa persona yo quiero decirle tres cosas:
1. Los diagnósticos superficiales llevan a remedios falsos.
Los diagnósticos superficiales llevan a remedios falsos y no curan. Si quiere encontrar remedios verdaderos para una enfermedad y quiere conseguir una cura duradera para la persona que padece la enfermedad, entonces usted necesita más que un mero conocimiento de la enfermedad en sí misma. Aquellos a quienes más les preocupa descubrir una cura para el SIDA o el cáncer, pasan casi todo su tiempo estudiando la enfermedad.
2. Entender el pecado y la ira le hará más sabio.
Un profundo entendimiento de lo que es el pecado y de la ira de Dios le hará una persona mucho más sabia con respecto a la naturaleza humana, a sí mismo y a otros. Y si usted es más sabio acerca de la naturaleza del alma humana, será capaz de luchar contra su propio pecado más exitosamente, y de bendecir a otros más profundamente con su perspicacia y consejo. Yo he debatido con mujeres y hombres en esta iglesia, en los meses recientes, que lo que necesitamos alimentar y cultivar aquí en Bethlehem durante las próximas décadas es la sabiduría, hombres y mujeres que maduren y se vuelvan personas profundamente sagaces, sabios, entendidos, penetrantes, profundos amantes de las personas y profundos conocedores de la naturaleza humana y de Dios, que puedan ver profundamente dentro de la maraña del pecado y lo sagrado que deja perplejo a los santos y amenaza con deshacernos. Si usted huye del estudio de la pecaminosa naturaleza humana, si dice: ‘a mi no me gusta meditar acerca del pecado’, entonces está huyendo de sí mismo y está huyendo de la sabiduría; y lo peor de todo, está huyendo de las más profundas clases de amor.
3. Conocer la naturaleza del pecado y de la ira causará que usted ame al evangelio.
Probablemente lo más importante que diría y que estaría más firmemente basado en Romanos 1:18, es que conocer la verdadera condición del corazón, la naturaleza del pecado, la magnitud y la justicia de la ira de Dios le permitirá entender el poderoso evangelio, amarlo, quererlo, recrearse en él y compartirlo como nunca antes. Y esto es crucial porque es así como el evangelio salva a los creyentes. Si usted no entiende el evangelio, si usted no lo aprecia, mira hacia él y se alimenta de él día tras día, el evangelio no lo salvará (vea 1ra a los Corintios 15:1-3; Col 1: 23). Conocer el pecado y la ira le ayudará a hacer eso.
“Porque…”
Es lo que ahora nos lleva al comienzo de Romanos 1:18. Observe la relación entre los versículos 17-18 (lo que la NVI omite inexcusablemente), “porque” verso 17: “[en el evangelio] la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: mas el justo por la fe vivirá”; verso 18 “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad.” ¿Por qué Pablo introduce el versículo 18 con la palabra “porque”? Hace esto para mostrar que todo lo que va a decir acerca del pecado tiene la intención de apoyar el evangelio del versículo 17. No menciona el evangelio por el bien del pecado, trata con el pecado por el bien del evangelio. Comprender el pecado es la base que apoya la preciosidad del evangelio y no viceversa. Su objetivo principal no es llevarnos del evangelio al pecado, sino del pecado al evangelio. Si usted ha sido atrapado cometiendo un crimen y está enfrentando juicio, y yo le digo, ‘Aquí tengo una carta del Tribunal de Justicia del Condado Hennepin, dice que han retirado los cargos contra usted, porque usted era culpable y propenso a un castigo severo’ ¿Cuál es el punto? El objetivo de decir que usted era culpable era para ayudarle a entender y apreciar las buenas nuevas de que los cargos fueron retirados. Ese es el objetivo del “porque” al comienzo del versículo 18.
Y la manera en que espero lidiar con todo el pecado en Romanos 1:18-3:20 buscará permitir que éste nos haga señalar una y otra vez a la preciosidad, gloria, necesidad, libertad y gozo del evangelio del regalo de la justicia de Dios. Mi oración es para que escapemos de los diagnósticos superficiales y cultivemos un profundo entendimiento de la caída naturaleza humana (con la que todos lidiamos) para que regresemos una y otra vez a la necesidad, belleza y frescura del evangelio de la justificación que se obtiene solo mediante la fe. Si estas tres cosas pueden ocurrir, no creo que nuestro tiempo en estos capítulos sea agobiante, sino más bien exaltador del evangelio, esperanzador, y que produzca amor a medida que crecemos para conocernos a nosotros mismos, a nuestro Dios y a nuestro evangelio más y más profundamente.
Necesitamos el Evangelio porque la Ira de Dios se está Revelando.
Ahora bien, ¿cómo comienza Pablo esta sección en el versículo 18? La comienza dando la razón por la que el evangelio y el regalo de la justicia de Dios son necesarios. Son necesarios “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad.” Necesitamos el evangelio de Romanos 1:16-17, necesitamos el regalo de la justicia de Dios, porque ahora mismo la ira de Dios está siendo derramada sobre todo el mundo de impiedad e injusticia. Note el doble uso de la palabra “injusticia” en el versículo 18. La ira de Dios se revela contra la “injusticia” y la verdad esta siendo detenida con “injusticia”. Seguramente Pablo tiene la intención de que veamos eso en relación con la revelación de la justicia en el versículo 17.
En otras palabras, la razón por la que necesitamos que Dios nos revele su justicia en el evangelio y que nos la dé como regalo mediante la fe, es que somos injustos y nos resistimos a la verdad con injusticia y por tanto, la ira de Dios está contra nosotros. Necesitamos justicia, no la tenemos. La ira de Dios está siendo derramada sobre nosotros debido a nuestra injusticia. ¿Hay alguna esperanza? Sí, el evangelio es el poder de Dios para salvar porque en él la justicia de Dios es revelada por la fe y para fe. Podemos tener una justicia que no es la nuestra, es decir, la de Dios.
Tres Maneras en las que se Revela la Ira de Dios
Ahora debemos preguntar, ‘¿Cómo está siendo revelada la Ira de Dios?’ Lo primero que hay que notar es que las palabras “se revela” son las mismas palabras y están en el mismo tiempo que las del versículo 17. En aquel: “la justicia de Dios se revela”; En este: “La ira de Dios se revela”. En ambos casos es una acción en tiempo presente. En otras palabras, está ocurriendo ahora, no solo en el futuro. Existe un día en el que viene la ira (Romanos 2:5, 8-9; 5: 9). Pero con antelación a ese derramamiento final de ira, la ira de Dios está también en el presente.
¿Cómo? Al menos en tres maneras, de las cuales podemos aprender en Romanos:
1. La muerte humana universal está revelando la ira de Dios.
Desde Romanos 5 vemos que la muerte humana universal es una revelación o manifestación de la ira de Dios. La muerte es el juicio de Dios sobre la impiedad y la injusticia de la raza humana que tiene sus raíces en Adán. En medio de Romanos 5:15 leemos, “por la transgresión de aquel uno [o sea, Adán] murieron los muchos.” Luego en el medio del versículo 16 la muerte es llamada juicio y condenación: “porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación.” De modo que pueden ver que la muerte es vista como juicio y condenación, o sea, como expresión de la ira de Dios contra el pecado. Después, en el medio del versículo 18 lo pueden ver otra vez: “por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres”. Así que la primera respuesta es que la ira de Dios está siendo revelada contra el pecado humano en la muerte humana universal.
2. La futilidad y miseria universal son una evidencia de la ira de Dios.
De Romanos 8 entendemos que la futilidad y miseria universal son evidencia de la ira de Dios contra el pecado humano. Comienza en Romanos 8:18: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. 19Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. 20Porque la creación fue sujetada a vanidad.” Deténganse ahí y consideren qué quiere decir esto, antes de que sigamos leyendo.
Pienso que quiere decir que el sufrimiento del que habla en el versículo 18 es inevitable en este mundo caído. Y específicamente significa, que usted puede planear bien su retiro, y justo el año antes al que planeó disfrutar del retiro a usted le da un derrame cerebral y todo lo que planeó parece vano. Trabaja con sus propias manos durante años para construir una casa sencilla y la semana antes de mudarse a ella, un rayo la impacta, y quema hasta los cimientos. Labora durante toda la primavera para plantar sus cultivos y justo cuando los granos están a punto de brotar, una inundación se los lleva. La creación fue sujetada a vanidad. En el versículo 21 se le llama “esclavitud de corrupción”.
Ahora sigan leyendo en Romanos 8:20 para ver de donde viene esa subyugación a la vanidad: “la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza”. Esto quiere decir que Dios sujetó a la creación a vanidad, Satanás y Adán no pudieron ser quienes hicieron esto, porque Pablo dijo que fue hecho “en esperanza”. Ni Satanás ni Adán en el Jardín del Edén tenían planes para la esperanza de la raza humana. Ellos simplemente pecaron. Pero Dios mostró su ira contra el pecado y sujetó la creación a vanidad, no como su última palabra, sino en esperanza. Vendría un día en el que la simiente de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente (Génesis 3:15). Pero la miseria y la vanidad del mundo en que vivimos se deben a que Dios sujetó a la creación a vanidad y este es un testimonio de su ira contra el pecado.
3. La creciente degradación del comportamiento humano revela la ira de Dios.
Entonces, la primera manera en que se revela la ira de Dios contra la impiedad y la injusticia es en la muerte humana universal. La segunda manera es la futilidad, miseria, y sufrimiento de la creación. La tercera es la que más salta a la vista en la mente de Pablo, específicamente en Romanos 1, son la degradación del pensamiento y el comportamiento humano. Esto pueden verlo tres veces en Romanos 1:24-28.
Después de describir la impiedad e injusticia del hombre en Romanos 1:19-23, Pablo dice en el versículo 24, “Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos.” En otras palabras, Dios revela su ira contra el pecado entregando a las personas a sus concupiscencias para que sean más pecadoras. De nuevo en el versículo 26: “Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas.” Y de nuevo en el versículo 28: “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen.”
De modo que éstas son tres de las maneras en que está siendo revelada la ira de Dios, ahora en esta era, contra la impiedad e injusticia universal (3:9) del hombre. Dios lo ha consignado todo a muerte, lo ha sujetado todo a vanidad y ha entregado a muchos a la degradación de sus mentes y corazones.
Ira Mezclada con Misericordia.
Quizás quede tiempo para una pregunta candente: ¿Es esa la única repuesta de Dios a la impiedad y a la injusticia de los hombres? La respuesta a esa pregunta es NO, ni en el caso de los incrédulos ni en el de los que creen.
Tomen el caso de los que no creen. La ira está siempre mezclada con misericordia en esta era de esperanza. Examinen Romanos 2:4-5. Aquí él habla a los que están ignorando esta gran verdad: “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? 5Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios.”
Sí, existe una benignidad en la nube de la ira. Dios está siempre haciendo más de una cosa. Jesús dijo, “hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5:45). Pablo dijo a los paganos en Listra, “[Dios] no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones” (Hechos 14: 17). Él dijo esto a personas que estaban muriendo, sufriendo y pecando bajo la ira de Dios.
Dios nos advierte con su ira y nos atrae con su benignidad. Habla ambos lenguajes: la severidad y la ternura. ¿Recuerdan como Jesús interpretó la llegada de Juan el Bautista como la de un profeta severo, vestido de pieles, que no comía, que vivía en el desierto, y que condenaba el adulterio; y por otro lado interpretó su propia llegada, como la de uno que va a fiestas, hace vino, sana a niños y que es Salvador que perdona el pecado? Él dijo, “tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis”. En lugar de eso dijeron, ‘Juan esta endemoniado y Jesús es comilón’ (Mateo 11: 17). El evangelio vino con ambos lenguajes, pero ellos no lo escucharon.
Oh, incrédulos, Dios les está hablando en sus sufrimientos para advertirles, y Dios les está hablando en sus deleites para atraerles. No menosprecien la voz de Dios.
La Muerte, el Sufrimiento y el Pecado en la Vida de un Creyente
Y para los creyentes, ¿cuál es nuestro caso? Según Romanos 1:17 tenemos el regalo de la justicia de Dios que por la fe. El castigo de Dios que era para nosotros, fue derramado sobre Jesús, quien murió en nuestro lugar (Romanos 8:3). Romanos 8:1 dice, “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.”
1ra a los Tesalonicenses 5:9 dice, “no nos ha puesto Dios para ira.” Entonces, ¿qué son nuestra muerte, sufrimiento y pecado? ¿Siguen siendo ellos la ira de Dios contra nosotros? De no ser así, ¿Entonces que son?
La respuesta es que la muerte, el sufrimiento y el pecado no son la ira, condenación y castigo de nuestro Padre Celestial. Cada una de estas calamidades está alterada por el evangelio de Cristo crucificado en lugar de nosotros.
1. La muerte es la vida de entrada al paraíso.
Para los creyentes, el aguijón y la victoria de la muerte han sido eliminados. “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 56ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. 57Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15: 55-57). Para los creyentes la muerte no es ira de Dios hacia ellos; es el último grito de un enemigo derrotado que involuntariamente abre las puertas al paraíso.
2. La futilidad y el sufrimiento son senderos a la santidad.
Para los creyentes, la vanidad está apartada del sufrimiento. Para los que aman a Dios y son llamados de acuerdo con su propósito “todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8: 28). El castigo se transforma en purificación. Las fuerzas destructivas se vuelven fuerzas disciplinarias. Y el aparente caos y la aparente vanidad de las calamidades de la vida se transforman en la severa, pero amorosa, mano de nuestro Padre que está en el cielo, como aprendimos el año pasado en Hebreos 12.
3. El poder del pecado es reemplazado por el amor de la justicia.
Finalmente, el aguijón de la muerte no solamente es reemplazado por la esperanza; y la vanidad del sufrimiento reemplazada por el significado; sino que el dominio y el poder degradador del pecado son reemplazados por el amor de la justicia (el meollo de Romanos 6). Dios no nos entrega a una mente depravada, nos da el regalo del Espíritu Santo.
Por lo tanto, despertemos a la verdad de Romanos 1:18, la ira de Dios se está revelando en el presente contra la impiedad e injusticia del hombre. No podemos comprender el mundo o el evangelio sin esa verdad. Despertemos también a la verdad de que Dios está revelando al mismo tiempo algo más. Está revelando el regalo de su justicia para todos los que crean en Cristo. Y con esa justicia no existe ya más ira o condenación sobre nosotros. Para usted, ¡quien quiera que sea!, que cree, la muerte se vuelve una vía de entrada al paraíso; el sufrimiento se vuelve un sendero hacia la santidad; y el pecado se vuelve un enemigo derrotado al que vencemos mediante el poder del Espíritu de Dios.
Así que huyamos de la ira de Dios, y refugiémonos en el precioso poder del evangelio de Dios. Amén.
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