Los Dromedarios

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Por Charles H. Spurgeon sobre Santificación y Crecimiento
Una parte de la serie Metropolitan Tabernacle Pulpit

Traducción por Allan Aviles


"Judá e Israel eran muchos, como la arena que está junto al mar en multitud, comiendo, bebiendo y alegrándose. Y Salomón señoreaba sobre todos los reinos desde el Eufrates hasta la tierra de los filisteos y el límite con Egipto; y traían presentes, y sirvieron a Salomón todos los días que vivió. Y la provisión de Salomón para cada día era de treinta coros de flor de harina, sesenta coros de harina, diez bueyes gordos, veinte bueyes de pasto y cien ovejas; sin los ciervos, gacelas, corzos y aves gordas. Porque él señoreaba en toda la región al oeste del Eufrates, desde Tifsa hasta Gaza, sobre todos los reyes al oeste del Eufrates; y tuvo paz por todos lados alrededor. Y Judá e Israel vivían seguros, cada uno debajo de su parra y debajo de su higuera, desde Dan hasta Beerseba, todos los días de Salomón. Además de esto, Salomón tenía cuarenta mil caballos en sus caballerizas para sus carros, y doce mil jinetes. Y estos gobernadores mantenían al rey Salomón, y a todos los que a la mesa del rey Salomón venían, cada uno un mes, y hacían que nada faltase. Hacían también traer cebada y paja para los caballos y para las bestias de carga, al lugar donde él estaba, cada uno conforme al turno que tenía." 1 Reyes 4: 20-28. "Hacían también traer cebada y paja para los caballos y para los dromedarios, al lugar donde los gobernadores estaban, cada uno según su obligación." 1 Reyes 4: 28. Biblia Authorized King James Version. (1)

La última frase es nuestro texto para esta ocasión.

Del pasaje completo se puede inferir que el reino de Israel, bajo el poder de Salomón, era un tipo legítimo del reino de nuestro Señor Jesucristo. Tal vez describa con mayor precisión su futuro dominio, en la largamente esperada gloria de los últimos días.

El presente estado de la iglesia puede ser comparado al reino de David, espléndido en victorias, pero conturbado por batallas; pero vendrán mejores días, días en los que el reino se extenderá y se volverá más manifiesto; y, entonces, el Señor Jesucristo será visto todavía más conspicuamente como el Salomón del reino que, "Dominará de mar a mar."

Sin embargo, aun ahora, así como "Los que hemos creído entramos en el reposo," así también participamos de una provisión más rica que es suministrada por el pacto de gracia, incluso en el tiempo presente; y yo podría decir de todos los que estamos bajo el señorío de Cristo, que moramos en una región de paz, cada uno debajo de su parra y debajo de su higuera, sin que nadie nos asuste. "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús," y, "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo." "La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento" guarda efectivamente nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Israel, bajo Salomón, gozaba de abundancia lo mismo que de paz. ¿Qué dice el historiador? Eran "muchos, como la arena que está junto al mar en multitud, comiendo, bebiendo y alegrándose." Se dice que había tal abundancia en la tierra, en el tiempo de Salomón, que el oro no valía más que la plata, y la plata se había vuelto de casi del mismo valor que el hierro; y en cuanto a los otros metales, se consideraban como algo insignificante. Los metales preciosos se habían vuelto tan comunes que ya casi no eran preciosos, pues eran muy copiosos. Toda la tierra fluía con leche y miel, y la gente se regocijaba y estaba alegre.

Ciertamente el Señor Jesucristo ha traído a Su pueblo a un estado de suprema afluencia, pues "Todo es vuestro; sea lo presente, sea lo porvenir, todo es vuestro; sea la vida, sea la muerte; todo es vuestro; y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios." ¡Cuánta abundancia tiene el hombre a quien el Señor ha dicho: "No quitaré el bien a los que andan en integridad"! "Todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis."

Él nos ha dado carte blanche (carta blanca) en la oración. Él ha puesto en nuestras manos las llaves de Su tesoro, y nos ha ordenado que tomemos lo que queramos. Ha dicho: "Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón"; y agregó: "Abre tu boca, y yo la llenaré." Si no lo hemos recibido, es "porque no pedimos, o porque pedimos mal."

Así, también, moramos en un reino que es gobernado con sabiduría. En este capítulo se dice que Salomón poseía sabiduría y prudencia muy grandes, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar; y la sabiduría de Salomón era mayor que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los egipcios.

¿Acaso no es este también nuestro honor y privilegio? He aquí, este día el Señor Jesucristo es "hecho sabiduría para nosotros." Cuando moran en El, "Vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas", pues "La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto." "El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios." "Todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos." De aquí que vivamos bajo un gobierno de sabiduría, que es impartida a cada uno de nosotros de acuerdo a nuestra capacidad para recibirla, sí, incluso a aquellos cuya experiencia no es sino superficial: "Para dar sagacidad a los simples, y a los jóvenes inteligencia y cordura." "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche."

Israel tenía un rey que estaba lleno de poder. Salomón tenía escuadrones de caballos y carros de guerra, y era tan poderoso, que los reyes de la tierra no se atrevían a entrar en conflicto con él, sino que más bien le pagaban tributo.

En cuanto a nuestro Rey, cuenta con fuerzas superiores a los caballos y carros de guerra, pues no tiene sino que hablar a Su Padre, y de inmediato le enviaría veinte legiones de ángeles. Toda potestad le es dada en el cielo y en la tierra. La plenitud de la Deidad habita en Él, para ayuda y defensa de Su pueblo, y si pudieran abrir sus ojos, verían caballos de fuego y carros de fuego que rodean a su Señor.

Ejércitos de ángeles ascienden y descienden sobre el Hijo del hombre, y todo el cielo está en movimiento para cumplir los propósitos de Dios en Cristo Jesús. Ningún ángel permanece quieto bajo el señorío de Cristo, sino que cada uno asciende o desciende para cumplir las órdenes de su Señor.

Hablando de príncipes poderosos, Él es el Príncipe de los reyes de la tierra, "el bienaventurado y solo Soberano", a Quien pertenece el gobierno sobre todos los principados y potestades. Podría proseguir con el paralelo, pero ese no es el propósito de mi sermón.

El gran reino de Salomón era administrado por un selecto cuerpo de gobernadores, y ciertas personas eran nombradas como responsables de cada provincia, quienes, entre otros deberes, tenían que abastecer la mesa y las caballerizas del rey Salomón; y en las caballerizas mantenían caballos de guerra, y también veloces dromedarios, que eran usados de la misma manera que los caballos de posta para llevar mensajes rápidamente de una estación a otra. Estos veloces corceles y estos dromedarios, corrían de ciudad en ciudad con los mandatos reales, y así, el país entero era mantenido en vigente comunicación con la capital.

Los gobernadores designados tenían la obligación de abastecer el alimento de estos caballos y de los dromedarios, y todo lo demás que concerniera a los asuntos del rey; y mi tema el día de hoy ilustrará la semejanza entre esos arreglos y los métodos del reino de nuestro Señor.

I. Notaremos primero que CADA UNO DE LOS GOBERNADORES DE SALOMÓN TENÍA UNA OBLIGACIÓN. El texto dice: "Cada uno conforme al turno que tenía." Vemos oficiales que pululan en las modernas cortes que tal vez son altamente ornamentales, pero después de haber dicho eso, hay muy poco que podamos agregar. En ocasiones especiales y días de fiesta, llevan muchas condecoraciones y relumbran con sus estrellas e insignias y uniformes suntuosos, pero cuál es el deber particular que cumplen, está más allá de nuestra capacidad poder comentarlo.

En la corte de Salomón todos sus gobernadores tenían un servicio que cumplir, "Cada uno según su obligación." Sucede exactamente lo mismo en el reino de nuestro Señor Jesucristo. Si somos verdaderamente Suyos, nos ha llamado a alguna obra y oficio, y quiere que cumplamos esa obligación diligentemente. No somos caballeros que disfrutan el ocio, sino hombres en armas; no somos holgazanes, sino obreros; no somos lentejuelas rutilantes, sino luces brillantes.

Es una gloria suprema ser el siervo más humilde del Rey Jesús. Es más honroso ser un humilde ayudante en la cocina de Cristo que ser un par del reino terrenal. La posición más insignificante que pueda ser ocupada en el reino de Jesucristo, -si alguna pudiera ser insignificante en semejante servicio-, está circundada por un toque de gloria divina; y si la desempeñamos correctamente, aunque sólo se trate de lavar los pies de los santos, participamos del honor de nuestro Señor, que no desdeñó hacer eso.

Pero nadie es colocado en ningún oficio de la iglesia para que sea meramente ornamental. Somos puestos en nuestros lugares con un fin y un propósito, cada varón de acuerdo a su tarea, y cada mujer conforme a su tarea.

Amado hermano mío, tú no ocupas el puesto de ministro o de pastor para ser respetado, sino para que "en todo adornes la doctrina de Dios tu Salvador." No eres ordenado, amado hermano mío, para ser un anciano o un diácono en una iglesia, para que nuestro Señor te cubra de honor, aunque te honra con ello, sino para que puedas dar gloria a Dios, para que la gente vea la gracia de Dios en ti, y engrandezca a Dios en ti.

Las iglesias no fueron hechas para los ministros, sino los ministros para las iglesias. Nosotros que somos líderes en la iglesia, no somos ordenados para nuestro interés, sino en el interés de la gente, y debemos siempre recordar esto, y tenerlo siempre delante de nosotros.

Querido amigo o amiga, si eres llamado a hacer visitas de casa en casa, o a actuar como un misionero citadino, o como una maestra de Biblia, tienes un trabajo por hacer, y debes hacerlo bien, o rendirás unas tristes cuentas al final. El oficio no te es dado para que recibas el crédito por ello, o tengas el honor de cumplirlo, sino para que desempeñes un servicio real a tu Señor y Maestro Jesucristo. Ningún siervo de Cristo puede ser fiel si considera ese título como un honor estéril que no implica responsabilidad.

Si queremos ser siervos y gobernadores bajo nuestro grandioso Rey, debemos inclinar nuestra cerviz al yugo, y no debemos imaginar que bastará que atemos cargas sobre los hombros de otros, y que actuemos como mirones. Se dice del ganado de Job, que "estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos"; pero en el campo de nuestro Señor, todos nosotros deberíamos ser bueyes, y trabajar en el surco constantemente.

Quienes servían a Salomón eran gobernadores bajo un rey estricto, pues su sabiduría era tal que no hubiera tolerado infidelidad en ningún oficio. Él elegía a los mejores hombres, y en tanto que los retuviera, exigía seriedad y esperaba una pronta atención. Si ellos no cumplían con su deber, él cumplía el suyo, y los despedía.

Ocurre algo semejante en la iglesia de Jesucristo. No estoy hablando en el sentido de que los hijos de Dios puedan perecer; pero sí afirmo esto, que en el servicio de Cristo, si no eres un siervo fiel, pronto tendrías que abrir espacio para otro siervo. Podrías ser hecho a un lado por enfermedad, y entonces tendrías sufrimiento en lugar de servicio, o podrías ser enviado a la retaguardia para ir detrás y llorar en aflicción debido a que no cumpliste fielmente con tu deber en el frente.

Recuerda aquel texto, "Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es," y puedes estar seguro de que nuestro Señor Jesucristo es como Su Padre, y exige la obediencia diligente de Sus siervos, y el celo fiel de ellos, pues de lo contrario, los destituirá, y les quitará sus nombramientos. "Purificaos," dice Él, "los que lleváis los utensilios de Jehová," pues quiere ser tenido en reverencia por aquellos que lo rodean, y los siervos impíos y los siervos infieles descubrirán pronto que su Señor puede prescindir de ellos.

Muchos ministros han tenido que abandonar un lugar privilegiado porque no lo han usado celosamente para ganar almas y conducir al pueblo a la guerra santa. No dudo que muchos líderes que iban en ascenso, han sido enviados de regreso a las filas, porque el Comandante en Jefe ya no podía tener más paciencia con ellos en sus respectivas posiciones. Fueron destituidos porque desalentaban a sus colegas soldados y detenían el progreso de la campaña.

No supongan que nuestro Señor Jesucristo es menos estricto en Su disciplina que Moisés, pues el amor es siempre severo para con aquellos a quienes favorece grandemente. Yo cuestiono seriamente el amor de aquel hombre que pueda tolerar la infidelidad de su mujer; ciertamente el Esposo de la iglesia no hará eso. El amor de nuestro Señor Jesús es de un carácter tan ferviente, que no puede tolerar un corazón dividido o el caminar negligente de alguno de nosotros.

Hay un texto que desagrada a algunos cristianos, y por tanto, le extraen su corazón: "Nuestro Dios es fuego consumidor." Ellos afirman: "Dios, sin Cristo, es fuego consumidor." El texto no dice eso; habla de "Nuestro Dios," y eso quiere decir nuestro Dios del pacto, nuestro Dios en Cristo, y es Dios en Cristo Jesús quien es un fuego consumidor. Tengan cuidado de cómo tratan con Él; pues aunque Su amor es fuerte como la muerte, Su celo es cruel como el sepulcro; y si nuestros corazones y motivos y propósitos en Su servicio se dividieran alguna vez, sería un crimen tan grande como si uno de los siervos de Salomón hubiese estado ayudando en sus designios al Faraón, el rey de Egipto. Salomón se habría encargado de que un hombre que hubiese tenido dos señores no lo tuviera a él como uno de ellos. Nadie puede servir a dos señores: ciertamente si Cristo es uno de ellos, Él será el único. Un corazón divido es aborrecible para el amante Salvador, y nosotros no debemos insultarlo con eso.

Los gobernantes de Salomón estaban también obligados a recordar que el funcionamiento ordenado del sistema entero dependía de cada uno de ellos. Es decir, Salomón lo había establecido todo de tal manera, que había una manada de caballos en una cierta ciudad, y el gobernador señalado debía proveer para su alimentación; cebada y paja debían ser proporcionadas en el lugar especificado, en cantidad suficiente para los caballos de esas caballerizas especiales. No habría servido de nada que las enviaran a algún otro lugar; y si un gobernador hubiese fallado en suministrar su departamento, los caballos habrían padecido hambre y el sistema se habría desengranado.

Ahora, en cualquier iglesia cristiana bien ordenada, un cristiano que no sea fiel a su responsabilidad no se da cuenta del daño que hace; más bien, en la medida que le es posible, desengrana toda la maquinaria, y, aparte de la misericordia intercesora y la suprema sabiduría de Cristo, pondría en desorden la economía entera de la casa del Señor.

Hermanos y hermanas, cuando descuidamos una parte de nuestro servicio pensamos que todo termina allí, pero no es así. Si un padre descuida su deber para con sus hijos, el hijo sufre un daño, pero el problema va más allá; ese niño, en su vida posterior, disemina el mal mediante su ejemplo, y lo transmite a sus descendientes; ay, a los hijos de sus hijos después de él.

Si un cristiano en la iglesia se mantiene en la retaguardia cuando debiera estar en el frente, o se pone en el frente cuando debiera estar en la retaguardia, trastornaría todo el asunto, de tal forma que las cosas no se moverían sin tropiezos. La pequeña iglesia no puede prosperar porque un miembro influyente está donde no debería estar.

En una gran casa, los sirvientes deben guardar sus lugares, y si la cocinera persistiera en hacer los deberes de la mucama, y no preparara las comidas, todo sería un embrollo; y si, por otro lado, la sirvienta que tiene que limpiar las habitaciones descuidara ese deber, y se metiera a fuerzas a la cocina, no habría comodidad ni de día ni de noche. Ustedes podrán ver el impacto de esto en la iglesia cristiana.

Cambiando la imagen, una iglesia es como una casa, y si se colocan las ventanas donde deberían ir las puertas, y si lo que debía constituir el techo es colocado sobre el piso, la casa no podría ser utilizada. Estar "bien coordinado" es la verdadera condición del templo del Señor.

La iglesia es comparada también con el cuerpo. Si el ojo se mudara al pie, o si el oído se trasladara a la mano, o si la mano tomara el lugar del pie, o el pie intentara hacer el trabajo de la boca, nuestros cuerpos donosos se convertirían en monstruosidades.

Lo mismo ocurrirá en el sistema de la iglesia si Sus ordenamientos son quebrantados. Bajo el gobierno de Dios, cada cosa depende de que cada hijo de Dios tenga un "cargo" y que se responsabilice de él. Si no supervisa bien su propio departamento, el cristiano causa un daño a otros así como a sí mismo.

En el reino de Salomón llegó a suceder que el espíritu del rey se infundió en todos sus gobernadores, y por ello el país estaba bien gobernado. Amados, yo ruego que suceda lo mismo con esta iglesia, y con todas las iglesias de Jesucristo, para que el Espíritu de nuestro grandioso Rey sea infundido en todos nosotros.

Nada motiva más a los hombres a luchar, que tener por líder a un héroe. Cuando Cromwell llegó al frente de batalla, nadie tenía miedo. Los soldados de caballería huyeron como tamo delante del viento, una vez que Cromwell estuvo al frente. Y, en verdad, cuando nuestro glorioso Señor, el Capitán de nuestra salvación, el Portaestandarte entre diez mil, es visto en medio de una iglesia, entonces todo saldrá bien, y todos nosotros combatiremos con confianza y bravura.

A veces un hombre pareciera tener el poder de influenciar a miles de otros; da la impresión de que su espíritu gobierna, incita y sacude los corazones de sus compañeros hasta que llega a vivir en todos ellos; y eso ocurre supremamente con el Señor Cristo. Nosotros vivimos en Él, y Él vive en nosotros. Si somos movidos por el espíritu que mora en Jesús -el espíritu de amor, de abnegación, de celo consumidor, y de ardor- entonces todo se hará gloriosamente. Si imitáramos Su consagración, Su dedicación a la oración, Su valor y Su benevolencia, ¡qué tropa formaríamos, y cuán bien administrado estaría el reino de nuestro Salomón!

Sólo un pensamiento más sobre este punto. Cuando el reino de Salomón cayó en la corrupción, fue por causa de uno de sus gobernadores. Ustedes recordarán que cuando Salomón murió, Jeroboam partió el reino en dos, y él era un siervo fugitivo. Nos duele confesar que siempre que una iglesia cae en la ruina, generalmente es debido a uno de sus propios líderes. Me temo que más a menudo se trata de los propios ministros que de cualesquiera otras personas. Las grandes herejías que han infestado a la iglesia no han brotado de la masa de la gente, sino de ciertos líderes famosos; y en este tiempo, el corazón de nuestras iglesias, creo yo, es infinitamente más sano que el ministerio. Yo desearía que no fuera así, pero no puedo ocultar mis temores.

Cuando nuestro Señor fue traicionado, no fue por medio de seguidores privados, tales como María Magdalena, Zaqueo, o José de Arimatea, sino por Judas, el tesorero del Colegio de los Apóstoles. Fue un apóstol el que vendió a su Señor por treinta piezas de plata. Pero la falta es igualmente gravosa aunque sea cometida por el oficial de más bajo rango. Como ya he dicho, todos somos siervos: todos estamos revestidos de responsabilidades, y podríamos hacer, si el Espíritu Santo no impidiera que lo hiciéramos, un daño gravoso, mucho mayor daño que el que pudiera hacer el mundo exterior.

No importa que la multitud rugiente rodee los muros de Sion, y que construya sus parapetos y procure disparar sus flechas desde allí; pues, he aquí, la virgen hija de Sion ha sacudido su cabeza ante sus enemigos y se ha reído hasta el escarnio. Pero cuando el traidor está dentro, -cuando está escrito que "Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar"- entonces el Señor es traicionado en el huerto donde frecuentaba orar.

Cuando surge de las entrañas de la iglesia una serpiente, aun su propia cabeza resulta mordida. Que se esparza la pregunta: "Señor, ¿seré yo?", y que Dios por Su gracia nos conceda que ninguno de nosotros traicione jamás su cargo, y cause así daño a la gloriosa causa y reino de nuestro bendito Rey.

II. Nuestro segundo encabezado es más o menos parecido al primero. Notamos ahora que CADA HOMBRE ESTABA OBLIGADO A ACTUAR CONFORME A LA OBLIGACIÓN QUE TENÍA: "Cada uno según su obligación." Los gobernadores estaban obligados a obedecer sus órdenes; primero, en cuanto a la responsabilidad específica.

Algunos de ellos tenían que proveer para la mesa de Salomón bueyes gordos, y otros tenían que vigilar que los corzos fueran cazados y que las aves fueran engordadas con el mismo propósito; mientras que otros eran responsables de suministrar la cebada y la paja para los caballos y los dromedarios.

Como ya he mencionado, si hubieran ocupado otro lugar: si el hombre que debía proveer la cebada para los caballos hubiera alimentado a los pollos con ella, y si el gobernador que estaba obligado a cazar los corzos se hubiese ocupado en transportar la paja, habría habido una gran confusión.

Y, así, querido hermano, cuando no haces lo que te corresponde claramente hacer, -y que eres muy capaz de hacer- sino que intentas forzosamente algo fuera de tu alcance, todo sale mal.

Observa tu propio cuerpo: si tu oído sintiera que debería comer en vez de oír, la boca sería perjudicada, y la alimentación del cuerpo se llevaría a cabo de una manera muy impropia. El ojo es un miembro muy servicial, pero si persistiera en rehusarse a ver, y forzosamente quisiera oír, seríamos atropellados en las calles. Cada miembro tiene su propia función en el cuerpo, y debe dedicarse a su propio trabajo, y no al oficio de otro.

Querido amigo: ¿has descubierto lo que puedes hacer: aquello para lo que el Señor te ha preparado y bendice cuando haces? Entonces adhiérete estrictamente a ello, y hazlo cada vez mejor, y de ninguna manera debes quejarte de tu vocación. No critiques a otros cuyo trabajo difiera del tuyo. El ojo sería muy necio si dijera: "no me digan nada acerca de ese frívolo miembro que es el oído; no sirve para nada, pues sólo sabe lo que se le dice, y es tan ciego que no puede ver una casa aun si estuviese a un metro de distancia, y ni siquiera un monte que tuviera dos kilómetros de altura."

Igualmente vano sería que el oído dijera: "no me hablen de la boca; es un órgano egoísta que siempre necesita ser alimentado. No sirve para nada, pues no puede oír, y si dispararan un cañón muy cerca de ella, no lo percibiría." Tampoco puede decir la boca: "ese pie errante siempre anda corriendo por todos lados. ¿Por qué no funciona como la mano?" Ni la mano puede tampoco criticar a la lengua porque se jacte de grandes cosas, y no haga nada. Habría una triste confusión en el cuerpo si tal espíritu prevaleciese: pero la mano se apega a su trabajo, y aun allí hay una subdivisión de servicio. El dedo meñique juega un papel que el pulgar no puede desempeñar, y hay algo para el pulgar que el dedo índice no puede hacer.

Lo mismo sucede en la iglesia de Dios: cada uno de ustedes debe descubrir lo que puede hacer, y luego buscar, con la ayuda de Dios el Espíritu Santo, hacer eso, haciendo su mejor esfuerzo, por amor a Jesús.

Observen que con Salomón era "cada uno según su obligación" en cuanto a medida; pues si un hombre tenía a su cargo una caballeriza donde estaban dos mil caballos, tenía que enviar más cebada y paja que el gobernador que administraba una caballeriza menor, de sólo quinientos caballos. El proveedor que había recibido órdenes de abastecer a la mesa de Salomón con bueyes gordos, tenía que enviar más que el que abastecía las mesas de los oficiales inferiores.

Noten muy bien esto, pues algunos de nosotros estamos obligados a hacer mucho más que otros. Algunos de nosotros cargamos con pesadas responsabilidades, y si dijéramos: "yo no haré más que los demás, pues no necesito sobrecargarme," seríamos incapaces de ocupar la posición a la que Dios nos ha llamado.

Queridos amigos, no tengo miedo de que alguno de ustedes hiciera demasiado por Jesucristo, sino que me gustaría que lo intentaran. Sólo prueben ahora para ver si pueden ser demasiado ardientes, demasiado abnegados, demasiado celosos, o demasiado consagrados. Sería una lástima que no intentaran tal cosa. No he conocido nunca a nadie que pueda acusarse de un crimen tan raro. Oh, no; todos nosotros sentimos que todo lo que podamos hacer, y más, es bien merecido por nuestro bendito Señor que nos ha dado nuestra obligación.

No olviden que ustedes que son padres, deberían ser mejores personas que los solteros que no tienen hijos que los imiten, o que copien su ejemplo. Los que son patronos de empresas grandes deberían ser mejores personas, porque sus obreros observarán cómo viven. Los que tienen talentos y habilidades deberían ser más activos que aquellos que no cuentan con eso, pues cinco talentos exigen mayor interés que uno. Por favor recuerden la regla de la proporción. Si tienes cinco talentos y tu hermano tiene solamente uno, podrías hacer el doble de lo que él hace y sin embargo no cumplir con tu meta. Él es fiel con su pequeño capital, pero tu proporción es cinco veces mayor, y por tanto, es doblemente insuficiente de lo que se espera de ti.

Muchas sirvientas jóvenes dan su moneda de cuatro peniques como ofrenda, y si los que son ricos mantuviesen la misma proporción, el oro no sería un metal tan escaso en la tesorería del Señor. El diezmo podría ser demasiado para algunos, pero la mitad de eso podría no ser suficiente para otros. Debe ser "cada uno según su obligación", tanto en la medida como en el contenido.

"Cada uno según su obligación," era aplicable al lugar; pues si el siervo que tenía que enviar la cebada para los dromedarios a Jerusalén, la hubiese enviado a Jope, o si el hombre de Jope hubiese enviado todo su forraje a Jericó, habría habido un problema considerable y un clamor en los establos, pues si la carne de engorde y las gacelas para la mesa de Salomón, -cuando se quedaba en la casa del bosque del Líbano- hubiese sido enviada a su otra casa en el Monte Sion, el rey habría tenido su mesa indebidamente abastecida.

Algunos hombres no están satisfechos con servir a Dios en su propio lugar; deben alejarse a una distancia de cincuenta kilómetros, o de cien kilómetros, antes de poder trabajar. ¿Acaso es correcto eso? Recuerdo un pequeño texto en los Proverbios, "Cual ave que se va de su nido, tal es el hombre que se va de su lugar." Hay una órbita para cada estrella que engalana el cielo, y una hoja de hierba para cada gota de rocío que adorna el prado.

Oh, que cada persona guardara su lugar. Mucho depende de la posición que se ocupa. Las estatuas que están sobre un edificio pueden verse magníficas, y se proyectan en la proporción adecuada, pero si esas estatuas dijeran una noche: "no nos agrada estar aquí arriba en este lugar tan expuesto; bajaremos y nos quedaremos en la plaza pública," verían de inmediato que el artista nunca tuvo el propósito de que estuviesen allí, pues no conservarían su proporción en su nueva posición.

Por tanto, un hombre es un hombre cuando guarda su nicho, pero podría dejar de ser alguien si lo abandonara. He conocido a muchos hombres que no han hecho nada hasta que encontraron su lugar, y luego han asombrado a sus amigos. Encuentro que es así con los jóvenes que entran en el ministerio: un hermano no ha tenido éxito en su primera posición; de hecho, ha sido un completo fracaso, y sin embargo, cuando Dios le ha abierto la puerta adecuada, ha hecho maravillas. ¿Por qué no tuvo éxito antes? Porque no estaba en su lugar. La mejor cosa, cuando el aplicada al propósito que no es el adecuado para ella, es un mero desperdicio, y el mejor individuo en una posición impropia podría ser, sin saberlo, un obstáculo para la causa que ama.

El gobernador de Salomón habría sido muy necio si hubiera enviado su cebada hasta Dan cuando era su deber transportarla a Beerseba. Encuentra tu lugar, buen hermano, y no tengas prisa por cambiarte. El que abre una tienda en una docena de ciudades en la misma cantidad de años, al final buscará en vano una tienda que lo mantenga. El espíritu errante conduce a la pobreza. Quienes están ávidos de cambiarse porque se imaginan que dejarán atrás sus problemas, están muy engañados, pues estos se encuentran en todas partes. Pronto se verían involucrados en la misma situación que Jonás, que pensó que todo estaría bien si pudiera evitar las pruebas de Nínive, pero se había olvidado de los problemas de estar a bordo de un barco en medio de una tormenta. Yo no creo que habría querido huir a Tarsis otra vez. Ese único experimento lo satisfizo, y yo espero que ustedes se beneficien de su experiencia.

No traten de huir por su propia cuenta, pues si en efecto se esforzaran por escapar de la ardua labor para su Señor, quisiera que recordaran que el mar es lo mismo de tempestuoso ahora que como ha sido siempre, y las ballenas son ahora más escasas que en los días de Jonás, y es muy poco probable que depositen en la costa a un hombre vivo. Guarden su lugar: "Cada uno según su obligación."

Además, cada individuo debía actuar conforme a su obligación en cuanto al tiempo, porque el pasaje habla de "cada uno un mes." Si el hombre del mes de Enero se hubiera cuidado de abastecer a la mesa de Salomón en Febrero, ¿qué habría pasado? Había un hombre establecido para Febrero, y habría habido dos suministros para un mes, pero ninguno para las primeras semanas del año. Si el gobernador designado para Agosto se hubiera reservado para Septiembre, el grano que era necesario para los caballos y los dromedarios en Agosto habría faltado, y ¿qué habrían hecho esas pobres criaturas durante ese mes? Mientras el grano estuviera en camino, los corceles se habrían muerto de hambre.

En el servicio de Cristo, hay mucha importancia en ser puntual, en hacer a tiempo cada cosa. No mañana, hermano: no mañana, ese día le pertenece a otra persona: hoy es el día para ti. Levántate y haz tu trabajo del día. Algún alma ha de ser ganada para Cristo, alguna verdad ha de ser vindicada, alguna obra de necesaria caridad ha de ser llevada a cabo, alguna santa oración prevaleciente ha de ser ofrecida, y ha de hacerse de inmediato. Antes de que se levante el sol del día de mañana, asegúrate de haber cumplido con tu obligación, pues el tiempo referente a estos solemnes asuntos es vida.

Siempre admiramos la prontitud en las personas responsables. Si tienen que cumplir con un deber público, no podemos soportar que las personas dejen las cosas pendientes, para hacerlas gradualmente, o no hacerlas nunca. Si Jesucristo hacía esto y aquello "en seguida", -pues Marcos se preocupó siempre en describirnos cómo lo hizo- imitemos Su prontitud, y sirvamos a Dios sin las demoras del indolente.

III. Concluyo con el tercer punto, que CADA HOMBRE RECIBIRÍA SUMINISTROS "SEGÚN SU OBLIGACIÓN." Yo no entiendo muy bien el significado preciso y definitivo de mi texto. Seguramente significa que no solamente un conjunto de gobernadores habría de enviar la cebada, sino que otro conjunto de oficiales habría de recibir la cebada y la paja en proporción al número de caballos y de dromedarios. "Hacían también traer cebada y paja para los caballos y para los dromedarios, al lugar donde los gobernadores estaban, cada uno según su obligación"; es decir, de conformidad al número de caballos que debían ser alimentados, tal era la cantidad de cebada y de paja que era enviada para su alimentación.

De lo que deduzco, primero, que en lo concerniente a los siervos de nuestro Señor Jesucristo, una gran obligación recibida de parte Suya es una garantía de grandes provisiones. Hay algo muy consolador en esto en cuanto a los asuntos temporales. Algunas personas declaran que Dios envía bocas pero que no envía pan; o por lo menos dicen que Él envía las bocas a una casa y el pan a otra. Si así fuera, aquellos que reciben demasiado pan deberían enviarlo a sus vecinos alrededor.

Sin embargo, noto que de alguna manera, donde hay bocas, el pan efectivamente llega. Con frecuencia me asombra, -debo confesarlo y hace brotar lágrimas de mis ojos cuando lo veo, y, en verdad es perfectamente maravilloso- que las pobres viudas con una caterva de niñitos los alimenten de alguna manera. La pobre mujer viene al Orfanatorio con un niñito, y no se quiere separar de él, pero la necesidad la obliga; y cuando le hemos preguntado: "mi buena mujer, ¿cuántos niños tenías cuando murió tu esposo?", ella ha respondido: "siete, señor, y ninguno de ellos era capaz de ganar un centavo." "¡Has estado abriéndote paso sola estos tres o cuatro años!, ¿cómo has podido hacerlo?" "Ah, señor," responde, "sólo Dios sabe. Yo no podría decirle." No, no; y hay muchos amados hijos de Dios que no sabrían decirte cómo sobrevivieron, pero han vivido, y sus hijos también. El Señor les deja una gran obligación, y a Su manera, les envía la provisión. La mayoría de nosotros ha descubierto que si nuestro Rey nos envía dromedarios, también nos envía la cebada.

Ha sucedido así en mi caso, en el asunto de nuestros doscientos cincuenta huerfanitos de Stockwell. Nuestro Dios lleno de gracia nos ha enviado siempre lo suficiente, y los muchachos no han conocido carencias; y cuando recibimos otros doscientos cincuenta niños, y cuando tenemos niñas lo mismo que niños, me siento seguro de que nuestro Padre celestial proveerá para todos ellos.

Yo espero que todos ustedes recuerden que la provisión debe llegar instrumentalmente a través del propio pueblo del Señor, y mucha de ella, por medio de los lectores y de los que escuchan los sermones, pero vendrá. Si el Señor pone más dromedarios en mis establos, confiaré en el correspondiente incremento de la cebada y de la paja, pues estoy muy seguro de que Él los enviará.

Cuando pienso en mi querido amigo, el señor George Müller, con 2050 huerfanitos, y nada de lo cual depender, como dicen, sino solamente oración y fe, me regocijo grandemente. Él no tiene nunca un temor ni una carencia, y está tan tranquilo como si fuese un día de guardar encarnado. Si tuviésemos veinte mil huérfanos que alimentar, nuestro Señor es sumamente capaz de abastecerlos a todos. Él alimenta el universo, y muy bien podemos confiar en Él. Si tuviésemos una fe sencilla, semejante a la de un niño, descubriríamos que una gran obligación es una garantía de una gran provisión: "Cada uno según su obligación."

Lo mismo que ocurre con las cosas temporales, sucede con la gracia. Cuando Dios da a un hombre unas cuantas personas que cuidar, le da la gracia suficiente; y cuando le da diez veces ese número, Él incrementa la unción divina.

Si el Señor te envía una pequeña prueba, querido hermano, tendrás la gracia suficiente, y si te envía una prueba gigantesca, de igual manera tendrás suficiente gracia. Si te diera alguna pequeña obra para que la desarrolles en la retaguardia, tu fuerza será como tu día, y si te asignara una gran obligación en el frente de la línea enemiga, no te faltará nada. "Cada uno conforme al turno que tenía."

No contarás con un centavo de gracia excedente. No tendrás nunca demasiada gracia para que te jactes de ella, y hables de haber vivido durante meses sin pecar, y de insensatas cosas parecidas. Te verás forzado a sentir que, cuando hubieres hecho todo, siervo inútil eres. Nunca en mi vida he tenido en la mañana el maná sobrante del día anterior, ni siquiera migajas. He estado tan hambriento siempre, que he tenido que devorar todo lo que podía recibir en ese lugar y en ese instante. He vivido de la mano a la boca; la mano ha sido la de mi Señor, que siempre está llena, y la boca ha sido la mía, y siempre ha estado abierta pidiendo más.

Cuando he tenido en mi ministerio una doble cantidad de comida, he tenido un doble número de personas que alimentar. La gracia del Señor ha sido suficiente para mis necesidades, pero no me ha dejado espacio para gloriarme en el yo. Sin embargo, tómenlo como un hecho seguro que una gran obligación es una garantía de una gran provisión.

Ahora, vamos a voltear la verdad, y diremos queuna gran provisión indica una gran obligación. ¡Oh, que algunos pensaran en esto! Un hombre se ha vuelto más rico de lo que solía ser. Hermano, con más cebada y con más paja deberías mantener más dromedarios; quiero decir que Dios no envió ese grano para que lo destruyeran los ratones, sino que tiene el propósito de que sirva de alimento.

Cuando Dios da a los hombres dinero o medios de cualquier tipo, deberían sentir que son sus mayordomos, y usar todo lo que tengan para su Señor. Si no lo usaran, sino que lo guardaran, les sucedería lo que una vez le aconteció a un arroyuelo. Siempre había estado corriendo, serpenteando, haciendo fluir su corriente hacia el río, y vaciándose siempre de esta manera, pero siempre rebosante. Este arroyuelo se volvió avaro, y dijo: "he sido demasiado pródigo. No he hecho ninguna provisión para el clima del ardiente verano. Siempre doy todo lo que recibo; el agua corre a través de mí en una corriente perpetua, y nada se queda. Esto debe cambiar. Voy a formar un gran acopio y a llenarme." Así que se formó una ribera que lo atravesaba: construyó una represa, y las aguas comenzaron a crecer y a elevarse. Después de un corto tiempo el agua adquirió un color verde y se volvió pestilente. Se llenó de todo tipo de malas hierbas, y se volvió guarida de todo tipo de criaturas que se arrastraban, y comenzó a exhalar un olor ofensivo. Se convirtió en una gran molestia para los aldeanos, que tuvieron que llamar a las autoridades sanitarias para deshacerse de él, pues se había convertido en fuente de fiebres. ¡Qué te pasó, tú que fuiste un arroyo centelleante! ¡Qué fin ha llegado a tu brillante y alegre vida!

¿Ven el sentido de la parábola? Recuerden que en Palestina hay un mar que siempre recibe y nunca da. ¿Cómo se llama? El Mar Muerto. Siempre habrá de ser el Mar Muerto mientras ese sea su carácter. Si abrieran un canal hasta el gran océano, para dejar que sus aguas corriesen, podría volverse dulce, pero de otra manera nunca podría volverse.

El hombre que recibe mucho pero no da nada está muerto mientras vive. El que cuenta con grandes ingresos debe considerar que tiene grandes cargos, y debe actuar de conformidad.

Cuando un hermano tiene grandes talentos, grandes posesiones, gran influencia -cuando es grande en todo- por gracia de Dios debe decir: "Dios requiere grandes cosas de mí; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará." Es una ley del reino de Cristo: una ley que Él vigilará que siempre se cumpla.

Por tanto, concluyo con esto: alguien podría decir: "casi desearía poder escapar de la responsabilidad de ser un siervo de Cristo." Amado hermano, toma nota de estos dos o tres hechos.

No puedes mejorar tus circunstancias como un siervo de Cristo al minimizar tu obligación. Si dijeras: "no voy a intentar tanto," no mejorarías tus circunstancias tomando ese rumbo; pues si reduces el trabajo, el Señor disminuirá la fortaleza. Nuestro grandioso Salomón cortará algunos de los suministros si tienes menos dromedarios que alimentar, y así no podrías estar mejor.

Si mantienes seis dromedarios, Él te dará provisión para seis; si optas por mantener tres, Él te dará provisiones únicamente para tres, y serás más pobre en lugar de más rico.

Tampoco puedes mejorar tus circunstancias a través de incrementar entera y únicamente la provisión; pues, si recibieras más paja y cebada, ciertamente nuestro Salomón te enviaría más dromedarios. Entre más fuerza tengas, tendrás más tribulaciones. Cuando los hijos de Dios no cumplen con su servicio con los medios que Él les confía, frecuentemente les permite tomar acciones en una "compañía de responsabilidad limitada", que equivale a arrojar su dinero al río; o los deja que se vuelvan accionistas de un banco en quiebra, con una catástrofe ilimitada como su capital, y esto es todavía más terrible.

A menudo le sucede a un hombre que ha amontonado y ahorrado y escatimado la causa de Cristo, que en sus años ulteriores se encuentra en aprietos, y clama diciéndose: "todo ha desaparecido, desearía haberlo usado mejor antes de perderlo. Habría sido mucho mejor darlo al Señor en lugar de que los abogados lo devoraran todo."

Ah, tu pecado te ha encontrado. Tu Señor no podía confiar en ti, y así te ha quitado Sus bienes, y ahora desearías haberte comportado mejor. Recibamos las advertencias que nos proporcionan esos malos administradores; y veamos que, según nuestra obligación recibamos los suministros, y conforme lleguen los suministros los usemos sabiamente.

¡Todo para Jesús, el glorioso Salomón de nuestros corazones, el Amado de nuestras almas! ¡Nuestra vida para Jesús! ¡Nuestra muerte para Jesús! ¡Nuestro tiempo para Jesús! ¡Nuestra eternidad para Jesús! ¡Nuestra mano y corazón para Jesús! ¡Nuestro cerebro y lengua para Jesús! ¡Noche y día para Jesús! ¡Enfermedad o salud para Jesús! Todo para Jesús, "cada uno según su obligación." ¡Que así sea! Amén.

Nota del traductor:

(1) La versión de la Biblia que utilizaba Spurgeon, es la conocida como Authorised (King James) Version o Versión Autorizada King James. Data de 1611. Dice así: "Barley also and straw for the horses and dromedaries brought they unto the place where the officers were, every man according to his charge." 1 Reyes 4: 28. En español no encontramos una traducción que se pudiera comparar al texto de la versión King James. Por tanto, hemos utilizado la traducción de la versión Reina Valera 60, combinada con la expresión: según su obligación, tomada de La Biblia de las Américas. Sin embargo no pudimos encontrar en ninguna versión española la palabra dromedarios por bestias de carga (aunque resulta ser una expresión muy plausible). La otra diferencia importante entre las dos versiones es que Reina Valera dice: donde él estaba en el versículo 28, y King James dice: donde los gobernadores estaban. Teniendo en mente estas divergencias en las respectivas traducciones, consideramos que el sermón es muy valioso para nuestro tiempo.


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