No menosprecies el campo de entrenamiento de Dios

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English: Don’t Resent God’s Training Ground

© Desiring God

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Por Kaitlin Miller sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Paola Montano

Es realmente un regalo sentirnos confirmados y ser usados en las circunstancias y en los roles en los que nos encontramos hoy. Pasar por adversidades con un propósito claro y un plazo definitivo es difícil, pero soportable.

Pero, ¿qué hacemos cuando nuestros planes dan un giro inesperado? ¿Cómo deberíamos responder cuando nuestros caminos son interrumpidos con paradas aparentemente contraproducentes? ¿A qué podemos aferrarnos cuando nos encontramos en un viaje que parece no tener final?

Historias de la Fidelidad de Dios

Podemos aferrarnos a la Palabra que está llena de testimonios de la fidelidad de Dios en la vida de aquellos que se encontraron en las mismas situaciones. Leemos acerca de hombres y mujeres que se dieron cuenta que lo que parecía casualidad estaba predestinado, lo que parecía innecesario era crucial, y lo que parecía indefinido fue perfectamente definido en el tiempo.

En su juventud, José aprendió a buscar y creer la interpretación de Dios de los sueños antes de ser vendido a los mercaderes y ser arrojado a la cárcel por una falsa acusación — para que así Dios pudiera utilizarlo para interpretar los sueños de un copero, un panadero, y del propio Faraón, quien más tarde pondría a José sobre toda la tierra de Egipto. Desde su posición de autoridad, salvó a su pueblo y a su propia familia del hambre (Génesis 37–45).

Los israelitas fueron liberados de la esclavitud en Egipto por la poderosa mano del Señor, sólo para deambular por el desierto cuarenta años — para que así Dios pudiera humillarlos, probarlos, y sustentarlos con maná diario. Por medio de esto, Dios le enseñó a la nación de Israel que la adoración a ídolos y el mal conllevan a muerte, pero la obediencia a Dios trae paz y vida (Deuteronomio 8:2–4).

Rut perdió a su esposo, pero le mostró fidelidad a su anciana suegra Noemí. Aunque Noemí no tenía nada que ofrecerle (Rut 1:16-18), Rut la siguió de regreso a una tierra extranjera que nunca había conocido — para que pudiera comprometerse fielmente en matrimonio con su anciano pariente redentor y así formar parte del linaje de Jesús.

David pasó años en el campo pastoreando, meditando y aprendiendo a usar una honda. Todo ese tiempo Dios lo estaba preparando para derrotar al enemigo, el gigante Goliat, para después elevarlo a la realeza como pastor del rebaño de Dios, y para usar su música para enseñarnos sobre el Buen Pastor que llegó a conocer y amar en las laderas (Salmo 23; 121).

Los Reyes Magos estudiaron astronomía en el este – para que pudieran identificar la estrella del Rey de los Judíos cuando se levantara, y seguirla hasta Belén para adorar al Mesías (Mateo 2:1–12).

Jesús fue enviado al desierto inmediatamente después de su bautismo para ser tentado por el diablo (Mateo 4:1–11, Marcos 1:12–13) para que pudiera resistir y derrotar al enemigo con la Palabra de Dios. A través de esto estableció su ministerio y fue ejemplo para sus seguidores de alguien que fue tentado en todo como nosotros, pero sin pecado (Hebreos 4:15).

Pedro, Andrés, Santiago y Juan fueron pescadores por muchos años — para que pudieran entender lo que realmente significa ser pescadores de hombres (Mateo 4:18–22).

Y los seguidores de Jesús vieron a su Maestro — su Señor, su Mesías, su esperanza — dar su vida, aparentemente derrotado — para que pudiera resucitar y vencer la muerte para siempre. Él venció cuando el mal parecía prevalecer.

Confía en que Dios Escriba Tu Desenlace

La historia, tal como la vemos, nunca termina.

¿Podría ser que tu carrera te está inculcando la capacidad de liderazgo o técnicas de gestión financiera que tu ministerio o iglesia necesita desesperadamente?

¿Podría ser que este tiempo de soledad te está llevando a buscar satisfacción solo en Cristo?

¿Podría ser que tu gran cantidad de tiempo libre te está permitiendo guardar más verdades de Dios que te alimentarán cuando estés atareado, cuando el tiempo a solas sea más difícil de encontrar?

¿Podría ser que vivir entre este grupo de personas te está sumergiendo en la cultura y las costumbres que necesitas entender antes de ser enviado a otra nación en el extranjero?

¿Podría ser que cada día que pasas en casa con tus hijos te esté abriendo los ojos a la fe de un niño y al amor paternal de Dios, preparándote para animar y guiar a otros padres a criar a sus hijos en espíritu y en verdad?

¿Podría ser que la dolorosa prueba que estás experimentando te está enseñando a orar y acercarte a Dios como nunca antes, y que cuando los no creyentes a tu alrededor pasen por ella, querrán saber dónde encontraste consuelo, paz y esperanza?

¿Podría ser que las relaciones que estás formando en ese cuarto de hospital, en esas clases o en ese ministerio serán las mismas que Dios usará para sembrar las semillas de su evangelio en corazones abiertos y receptivos a través de tus palabras y amor?

Y si es así, ¿no valdría la pena?

No menosprecies el Campo de Entrenamiento de Dios

No menosprecies el Campo de Entrenamiento de Dios. Es aquí en tus circunstancias actuales — con las responsabilidades que te ha confiado, en el lugar en el que te ha colocado, junto a las personas que ha puesto en tu vida — donde encontrarás las buenas obras que él ha preparado de antemano para que anduvieras en ellas (Efesios 2:10). Y ahí es donde siempre comienza el llamado — para hoy, y todo lo que ha preparado para ti para los días venideros.

Él tiene su mirada en ti. No te ha olvidado. Y puedes confiar en él.

Así que, sírvele de todo corazón hoy. Aprovecha al máximo cada oportunidad. Corre con paciencia y perseverancia la carrera que tienes por delante, aferrando tu corazón a la promesa de que todas las cosas — todo sufrimiento, toda espera, toda confusión, todos los caminos, todos los viajes por el desierto — ayudan a bien a los que aman a Dios, a los que conforme a su propósito hemos sido llamados (Romanos 8:28). Y él mismo cumplirá ese propósito en nosotros, para que así sea Él quien reciba toda la gloria.


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