Pacto de Obras I

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English: Covenant of Works I

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Por Ligonier Ministries Staff sobre Los Pactos
Una parte de la serie Tabletalk

Traducción por Javier Matus


“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Gén. 2:16-17).

- Génesis 2:15-17

A medida que continuamos nuestro estudio de los pactos bíblicos, recordemos que podemos hablar de cómo Dios trata con el hombre refiriéndonos a dos grandes pactos: el pacto de obras y el pacto de gracia. El pacto de obras se hizo con Adán, y, cuando no pudo guardar este pacto, Dios inició un pacto de gracia para que Su pueblo fuera capaz de glorificarle y gozar de Él para siempre.

Antes de estudiar el pacto de obras en mayor detalle, debemos entender que cuando hablamos del pacto de obras, no estamos negando que la gracia estaba presente en el pacto. En primer lugar, el acto creador de Dios es de gracia porque Él no tenía por qué crearnos. Además, la provisión de un precioso jardín y la creación de Eva como compañera de Adán demuestran que la gracia de Dios estaba operando durante el pacto de obras. También debemos entender, al hablar del pacto de gracia, que este pacto no niega la importancia o la necesidad de las obras. El pacto de gracia, en última instancia, sólo está disponible para nosotros porque Cristo, como el segundo Adán, cumple el pacto de obras.

El estado de Adán antes de la Caída nos da información útil sobre el pacto de obras. En primer lugar, vemos que Adán fue creado “bueno” (Génesis 1:31). Mientras que esto significa que Adán fue agradable a Dios, no significa que Adán era tan agradable o tan perfecto como podía serlo. Pudo haberse hecho más agradable a Su Creador a través de su obediencia. Por obediencia al mandato que se le dio –evitar el fruto prohibido– pudo haber ganado para sí mismo la justicia positiva.

En segundo lugar, Adán fue creado bueno, pero cambiante. Tenía el potencial de romper el pacto. Si Adán no hubiese comido el fruto, habría ganado para sí las bendiciones del pacto. Estas bendiciones incluían la vida y la contínua presencia de Dios (2:16-17). Pero como todos sabemos, Adán no guardó el pacto y trajo una gran maldición sobre toda la tierra. Mañana veremos la prueba dada a Adán y la maldición resultante con más detalle. Concluimos hoy al señalar un elemento de importancia: el pacto de obras sigue vigente. Toda la humanidad todavía está obligada a rendir obediencia perfecta a Dios. Y porque no hacemos esto, sin embargo, Dios nos pone bajo condenación (Rom. 1:21; 3:23).

Coram Deo

Es una triste realidad el darse cuenta que Dios todavía requiere perfecta obediencia de nuestra parte. Sus requerimientos no cambian y no tenemos ninguna excusa para desobedecerle. Ya que no podemos obedecer a Dios, debemos confiar en la perfecta obediencia de Cristo para salvarnos. Confiese su dependencia en la obediencia de Cristo para llevarlo a la salvación.

Pasajes para Estudio Adicional

Lev. 18:1-5
Deut. 27:26
Mat. 19:16-17
Lucas 4:1-13


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