Para los cristianos que creen que su testimonio es aburrido

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English: For Christians Whose Testimony Seems Boring

© Desiring God

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Por John Piper sobre Santificación y Crecimiento
Una parte de la serie Ask Pastor John

Traducción por Belén Trinidad Juiz


Transcripción de audio

Bueno, algunos cristianos viven una salvación drástica en la que son rescatados de una vida llena de pecado. Estos tienen para compartir un testimonio increíble. Muchos otros, en especial, aquellos que fueron salvados cuando eran jóvenes, no tienen un testimonio de conversión muy interesante. Y esto crea un problema, al menos para una joven cristiana llamada Rachael. Dice, "Hola pastor John, ¡gracias por responder mi pregunta! Desde que tengo memoria, he sido cristiana toda mi vida. No soy perfecta. Tengo muchos problemas y Dios sigue trabajando conmigo. Pero nunca me entregué al alcohol, tampoco probé ninguna droga, y jamás tuve sexo prematrimonial. Cuido mi corazón lo mejor que puedo y oro cada vez que estoy luchando contra la tentación. Dejeme decirle que necesito la gracia de Dios tanto como, si no más que, cualquier otra persona”.

"Pero a veces, tengo miedo de quedarme afuera, de perderme cosas. A veces me siento como el hijo mayor de la parábola del hijo prodigo. Como cuando veo a personas en la iglesia que se alejaron del hedonismo pecaminoso y se convirtieron al cristianismo, me alegro por ellos y me regocijo con ellos. Pero al mismo tiempo pienso, ‘Vaya, a nadie le importa que nunca haya accedido a tomar drogas, ni al sexo, ni haya sido mala durante toda mi vida, pero sí les importa cuando aquellas personas que hacen todas esas cosas se alejan’. Y sé que no es lo que debería estar pensando. No debería estar amargada o sentir resentimiento. Pero, a veces, esos sentimientos aparecen. No me enorgullece pensar esto, con frecuencia le pido a Dios que esos sentimientos desaparezcan para poder disfrutar de su presencia, pero es difícil. Cualquier consejo que me des me ayudaría. ¡Gracias!"

Aprecio la honestidad de Rachael, y aprecio la habilidad de reconocer fue tentada a sentir resentimiento porque, durante toda su vida, su fidelidad a Cristo ha pasado desapercibida y desestimada a comparación de los conversos recientes que tuvieron una vida de pecado flagrante. Y una de las razones por la que aprecio esto es porque me muestra que Rachael no entra en la categoría del Fariseo en Lucas 18:9-14;

Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos. El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: «Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano». Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: «Dios, ten piedad de mí, pecador». Os digo que este descendió a su casa justificado, pero aquel no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado.

Ahora, Rachael es consciente de este peligro, y no se siente orgullosa cuando la tentación aparece. Esa es una buena señal.

Contenido

Hijos y esclavos

Menciona al hermano mayor de la parábola del hijo prodigo. Bien, esa es una comparación peligrosa ya que no quiere estar en la categoría del hermano mayor. El hermano mayor estaba muy enojado porque su padre fuera tan generoso en la celebración del regreso del hijo menor que había desperdiciado la herencia del padre.

Pero, si profundizamos, el problema con el hermano mayor es que se relacionaba con su padre más como un esclavo que un hijo. Le recordó a su padre "lo mucho que te he servido todos estos años”. Se podía oír "...como un esclavo", pero el padre sacudió la cabeza desconcertado y dijo: «Hijo mío, tú siempre has estado conmigo, y todo lo mío es tuyo». (Lucas 15:31).

En otras palabras, el problema con el hermano mayor no es simplemente que no ama a su hermano menor como debería, sino que no ve ni siente lo gloriosa que es su relación con su padre y su herencia. Entonces, Rachael no quiere ser como este hermano mayor.

¿Quiénes son los noventa y nueve?

Ahora, vayamos un paso más allá con esta parábola, porque es esclarecedora para su situación. La parábola del hijo pródigo es la tercera de tres parábolas que ilustran la alegría cuando un pecador perdido es rescatado por Jesús para el reino de los cielos. En la primera parábola, está el hombre que deja atrás noventa y nueve ovejas, sale y encuentra una oveja perdida. Y dice: «Os digo que, de la misma manera, habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento». (Lucas 15:7).

Y luego está la mujer de la siguiente parábola. La mujer tenía diez monedas. Pierde una y busca desesperadamente por toda su casa, encuentra la moneda y reúne a sus amigos para regocijarse. Y Jesús dice, «De la misma manera, os digo, hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente». (Lucas 15:10)

Ahora, parece la situación por la que Rachael está frustrada. La iglesia organiza una fiesta para un converso increíble de una vida de pecado flagrante, ¿por qué? Bueno, ¿no dice Jesús en Lucas 15 que un pecador que se arrepiente es más digno de celebración que noventa y nueve creyentes fieles como Rachael? No, no dice eso. Estas tres parábolas no se refieren a una iglesia con noventa y nueve cristianos piadosos, fieles de por vida, que saben que necesitan gracia y que viven por la misericordia de Dios. No tratan de eso estas parábolas.

Estas parábolas tratan de una cena en la que Jesús está comiendo con recaudadores de impuestos y pecadores, rodeado de fariseos a los que se les dice que Jesús está ofreciendo su perdón a los pecadores en comunión. El hermano mayor representa a los fariseos, no al miembro fiel, humilde y creyente de la iglesia. Y cuando Jesús habla sobre las noventa y nueve personas que no necesitan arrepentimiento, lo dice de forma irónica, porque no existe persona no necesite arrepentirse, y en especial, los fariseos.

¿Dónde vemos nuestro pecado?

Pero esto es lo que les diría, tanto a Rachael como a los líderes de su iglesia. Es un grave error dar entender que los cristianos pueden llegar a comprender la profundidad de la depravación de la que hemos sido salvados, y la gloria de la gracia por la que fuimos redimidos, al centrarse en el recuerdo de la experiencia de conversión y los pecados que nos precedieron.

Es otro gran error pensar que podemos conocer la profundidad de nuestra depravación recordando nuestros pecados previos a la conversión, o que podemos conocer la gloria de la gracia recordando esa noche en que fuimos liberados de la adicción a las drogas y la esclavitud sexual. Los pastores o las personas creen esto piensan de una manera completamente ingenua.

Nadie, pero nadie, puede entender a que profundidades puede llegar su depravación, o la gloria que existe en la gracia de Dios solo con recordar una experiencia. No me importa cuán horrible fuera el estilo de vida que tenían o cuán dramática fuera su conversión, todas esas estimaciones de depravación y gracia serán superficiales sin la revelación bíblica de lo que realmente es la depravación en relación con Dios, y lo que realmente es la gracia en el corazón de Dios. Esa realidad solo se puede aprender mediante lo que Dios ha dicho en su palabra, y no de una observación de nuestras vidas pecaminosas o nuestras conversiones. Escuchen a Pablo:

«Y Él os dio vida a vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás». (Efesios 2:1-3)

Entenebrecidos en su entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón...; Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados). (Efesios 4:18; 2:4–5)

Si no ponderamos en este tipo de descripción dada por Dios de nuestra condición antes y después de la gracia, nunca conoceremos a que profundidades llega nuestra depravación o la gloria de la gracia de Dios.

La gloria de la gracia

Lo que significa que para Rachael y su iglesia, por supuesto, celebren cada conversión de cada pecador endurecido. Amén. Y que se celebre cada vez que un niño de 8 años genuinamente se arrepiente y abraza a Jesús como Salvador, Señor y Tesoro. Y que cada cristiano se maraville cada día de que él o ella tiene paz con Dios, y que nadamos en un océano de gracia, y que no nos debemos nada a nosotros mismos sino todo a Dios.

Y que los mayores enseñen a la gente, para que año tras año la gente tiemble más y más ante los horrores de los que se los salvó a los 8, 18 o 58 años. Y así, año tras año, saltarán con más alegría ante la comprensión cada vez más sorprendente de la gracia por la que viven.


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