Pensamientos Pastorales: La Iglesia: Una gloria oculta (1 Timoteo 3:14-16)

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English: Pastoral Pensées: The Church: A Hidden Glory (1 Timothy 3:14–16)

© The Gospel Coalition

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Por Bill Kynes sobre La Naturaleza de la Iglesia
Una parte de la serie Themelios

Traducción por Pilar Daza Pareja


Contenido

Pensamientos Pastorales: La Iglesia: Una gloria oculta (1 Timoteo 3:14–16) [1]

1. Introducción

No vengo de un hogar Evangélico, y estoy seguro que mi padre nunca quiso que yo fuera pastor, aunque jamás me lo dijo directamente. No le culpo ni lo más mínimo.

Mi padre era un abogado de empresa que se movía entre los círculos de poder e influencia. Había estado metido en la política, y era amigo de senadores y gobernadores. Se encontraba ocupado en el mundo de los grandes negocios con sus elegantes salas de reuniones y sus jets de empresa. Almorzaba con directores de universidades y abogados muy prestigiosos. Me daba la impresión de que él pensaba que la Iglesia podría estar muy bien para niños y señoras ancianas, que podría ser un sitio para casarse o para ser enterrado, pero que nunca se podría conectar con la vida real – o al menos no con las partes importantes de la vida. Después de todo, los únicos momentos en los que la Iglesia aparecía en los periódicos era cuando un pastor malversaba fondos o abusaba sexualmente de niños. Los pastores que él conocía debían ser de aquellos tipos blandos y débiles que sabían cómo comportarse en reuniones para tomar el té y que difundían mensajes moralistas más bien "tibios" acerca de que el mundo sería mucho mejor si todos nos esforzáramos un poco más por llevarnos bien. Creo que mi padre deseaba algo más para su hijo, y yo le respeto por ello.

Me convertí en cristiano cuando cursaba secundaria, a través de Young Life [2]. Mi padre no entendía que estaba pasando cuando me marché a estudiar a la universidad y me involucré mucho con una iglesia. Pude detectar su confusión cuando comencé a hablar acerca de hacerme pastor. Mi hermano mayor también era abogado, así que mi padre hacía bromas sobre cómo yo equilibraba el honor del apellido familiar, pero no creo que hablara en serio. No le importó que estudiara teología en Oxford, pero se quedó perplejo con mi decisión de rechazar las universidades de Harvard o de Yale, y en vez de ello estudiar en un lugar llamado Trinity Evangelical Divinity School [3]. Él nunca había oído hablar de ese sitio. Y cuando me fui de pastor a una iglesia en Virginia (que por aquel entonces era una iglesia de aproximadamente 100 feligreses, que se reunían en un modesto salón en la primera planta de una fraternidad) creo que pensó que estaba bien como un comienzo, pero que seguramente ascendería con el tiempo. Hay iglesias grandes, poderosas, impresionantes, pero esta no era una de ellas, y, veintidós años después, sigue sin serlo. Pude ver que era una desilusión para un padre que tenía grandes aspiraciones para su hijo.

1.1 La Iglesia: Una humilde cenicienta.

Es cierto. A la iglesia, que en su día ocupó una posición importante en la estructura de la sociedad norteamericana, ya no se le trata con mucho respeto. Hace unos quince años, un periodista de nuestro periódico local, el Washington Post, describió a los cristianos evangélicos de América como "mayoritariamente pobres, sin educación y fáciles de dominar" [4] . Este comentario provocó mucho ruido, pero su exactitud carecía de importancia porque trasmitía una imagen real. Esta es la forma como exteriormente muchos perciben a la iglesia, especialmente la iglesia evangélica. No hay mucho que ver. No es algo que la gente con éxito o que la gente inteligente deba considerar.

A pesar de que el reciente libro de Michael Lindsay, Faith in the Halls of Power: How Evangelicals Joined the American Elite [5], sugiere que se ha producido algún cambio, uno puede fácilmente decir que antes la iglesia ocupaba un lugar preeminente en la plaza pública, tanto literal como figuradamente, pero ahora los guardianes seculares de nuestra cultura (periodistas, expertos en política, dirigentes académicos, y hasta algunas juntas de distrito de los condados) ya no están muy seguros del lugar que ocupan las iglesias en el panorama de Norteamérica.

Desafortunadamente esta perspectiva tan pobre de la iglesia no es sólo una opinión imperante en la sociedad en general, sino que también la encontramos entre los cristianos. ¿Puedo ser cristiano sin acudir a la iglesia? Y aun muchos que sí "van a la iglesia" (expresión que dudo en utilizar), son a menudo indecisos y algo débiles en su compromiso. En nuestra cultura de consumo, acuden cuando les resulta conveniente, o cuando satisface sus necesidades. Tenemos una amplia cultura de cristianos tipo "Llanero Solitario" que se mantienen a una distancia segura de cualquier conexión compleja creada por una iglesia comunitaria.

¿Quién necesita una iglesia? EL libro Revolution de George Barna nos plantea esa cuestión [6]. Y es un tema muy relacionado con el pasaje de la biblia que consideraremos brevemente: 1 Timoteo 3:14-16. Para Pablo, esta comunidad de cristianos que denominamos iglesia era algo más que un grupo de apoyo espiritual de conveniencia. Era más que un club social destinado a mitigar nuestra soledad. La iglesia, desde el punto de vista de Pablo, era fundamental para los propósitos que Dios tenía para el mundo.

1.2 La Gloria oculta de la Iglesia

Pablo, al escribir a Timoteo, le dice lo siguiente: "Te escribo estas cosas, esperando ir a ti pronto, pero en caso que me tarde, te escribo para que sepas cómo debe conducirse uno en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y sostén de la verdad". (1 Timoteo 3:14-15)[7]. La conducta que Pablo pide a los cristianos de Éfeso se basa en quienes son, y en estos dos versículos se encuentran inmersos tres descripciones de su identidad.

2. La iglesia como la familia de Dios

Primero, Pablo dice que estos cristianos deben saber cómo comportarse, literalmente, "en la casa de Dios". Mediante esta frase sabemos que Pablo no está hablando de un edificio, un espacio sagrado que exige un cierto decoro solemne. El se refiere a la comunidad de personas que constituyen la iglesia. Ellos son la casa de Dios; ellos son la familia de Dios.

El lenguaje de la familia es muy importante en esta carta. En 3:4 Pablo se dirige a los obispos exhortándolos a que gobiernen bien su casa, pues de otro modo, ¿cómo podrían gobernar la casa de Dios? En 5:1-2 Pablo pide a Timoteo que trate a otros cristianos de Éfeso como miembros de una familia: "No reprendas con dureza al anciano, sino, más bien, exhórtalo como a tu padre; a los más jóvenes, como a hermanos, a las ancianas, como a madres; a las más jóvenes, como a hermanas, con toda pureza." Pablo dice que la iglesia debe asumir la responsabilidad familiar de cuidar de las viudas cuando no tengan familia que las socorra (1 Tim. 5:4). El retrato de la iglesia que Pablo presenta es el de una familia.

2.1. Liderazgo de la familia

De éste concepto de iglesia se desprenden varias implicaciones. Primero, es importante en la forma en la que estructuramos el liderazgo de la iglesia, reflejando en él algo de la estructura que Pablo esboza para el hogar en otros sitios (cf. esp. Efes. 5:22-6:4). En nuestra iglesia nos referimos a los obispos como aquellos que tienen un papel paternal junto con la función principal de liderazgo. Recientemente hemos instituido en nuestra iglesia un papel maternal diferenciado, que consiste en un grupo de cinco mujeres piadosas, designadas por los obispos, para ayudarles como guías espirituales de mujeres. A esto lo llamamos Titus Two Team (Equipo Tito dos). Esto ha funcionado muy bien, y refuerza el modelo de la iglesia como una familia, con funciones significativas y diferenciadas para esposos, esposas, padres y madres.

2.2. Relaciones familiares

El modelo de una familia no solo se ve reflejado en las estructuras de liderazgo, sino también en la forma en que los miembros de la iglesia se relacionan unos con otros. Ud. puede escoger a sus amigos, pero tiene que aceptar la familia que le ha tocado. La pregunta no es "¿Nos gustamos los unos a los otros?" sino: "¿Nos amaremos los unos a los otros?" Esto no es una selección del consumidor, sino un mandato divino. Los cristianos deben mostrar una afinidad de consanguineidad, de lazos de sangre, mediante su participación común en la sangre salvadora de Cristo.

2.3. Diversidad familiar

Este modelo de iglesia también nos da una idea de la composición de la misma. Ella debe reflejar tanto como sea posible la diversidad generacional. En una familia hay jóvenes y viejos, niños, abuelos, tías y tíos de todas las edades, quienes contribuyen a conformar esa gran familia. La iglesia se convierte en ese pueblo, en esa comunidad moral, que ayuda a darle forma a nuestras vidas y a las vidas de nuestros hijos. Así que en nuestra iglesia trabajamos para mantener juntos a los jóvenes y a los viejos lo mejor que podemos. Eso, en esta cultura, es un gran reto, pero es un mandato de la biblia, si entendemos lo que la iglesia debería ser.

2.4. Propósito de la familia

La iglesia es la casa de Dios, su familia, y a diferencia de una empresa o de una organización paraeclesiástica, el éxito de una familia no se puede valorar mediante números en una hoja de cálculo. Una familia es un lugar de refugio, estímulo y disciplina. Es un lugar de educación, instrucción y nutrición emocional. Es una red de cariñosas relaciones que se expande a medida que crecemos y maduramos juntos, haciéndonos más parecidos a Dios nuestro Padre y a Jesucristo nuestro hermano mayor. Es desde esta familia desde donde vivimos las diversas vocaciones en este mundo.

Una familia también puede tener una misión, pero, a diferencia de un negocio, la familia puede excluir a aquellos que no aporten mucho a esa misión. Una familia constituye un hogar, y tal como Robert Frost lo describió alguna vez, "Un hogar es el lugar donde, siempre que te veas obligado a acudir, deben recibirte"[8]. ¡Esto no se cumple en las organizaciones paraeclesiástica, lo que ocasiona que, en comparación, la iglesia se vea tristemente ineficiente! Pero la eficiencia no es uno de los principales valores de la iglesia. En la iglesia a Ud. no se le valora por cuanto puede aportar a la misión, sino por cuan amado es por nuestro Padre celestial. A un hijo que obtiene un resultado por debajo del exigido no se le echa de la familia. De hecho, a veces un niño con problemas o enfermizo (el niño que "produce" poco) es el que recibe más atención y amor. Es por ello que una iglesia que goza de buena salud a menudo atrae un montón de gente enfermiza: gente rara, socialmente extraña y necesitada. La iglesia es uno de esos pocos lugares en los que a esa gente se les dará cabida, y donde encontraran la aceptación y el amor que reflejan el amor de Dios y su aceptación del evangelio.

2.5. ¿Cristianos sin hogar?

Así que la gente que dice: "Puedo ser un cristiano sin formar parte de la iglesia" no entiende nada. También podría decir que se puede nacer sin pertenecer a una familia. Eso podría ser cierto, pero ¿quién lo querría? Ser miembro de una iglesia local es parte de lo que significa ser cristiano. Al igual que el matrimonio, ser cristiano es algo que no se puede llevar a cabo sólo, puesto que la iglesia es la familia, es la casa de Dios. En nuestra cultura postmoderna, donde existe esa tremenda sensación de carencia de hogar tanto social como cósmica, no se me ocurre una atracción más poderosa que la de encontrar ese hogar en la familia de Dios.

3. La iglesia como reunión del pueblo de Dios

El apóstol también se refiere a los cristianos de Éfeso como a "la casa de Dios, que es la iglesia de Dios vivo". Son la iglesia de Dios vivo, no de la Sociedad de los Poetas Muertos. Nuestro Dios está muy vivo. Él se encuentra trabajando entre su pueblo, y esa divina presencia viva distingue a la iglesia de cualquier otra asamblea humana. Sin esa presencia, la iglesia no es más que un grupo de autoayuda, un mero club social.

La presencia de Dios entre su pueblo es quizás el fundamento de la promesa de la alianza en la Biblia: "Habitare entre ellos, y andaré entre ellos," dice el Señor, "y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo". En el NT esa promesa toma una forma especial cuando Jesús dice: "Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mateo 18:20). En Cristo, dice Pablo, "en quien también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu" (Efes. 2:22).

Que pensamiento más increíble es este: si queréis encontrar a Dios en el mundo en la actualidad, la Biblia no dice que debéis mirar en las cámaras del Congreso o en las aulas de Harvard o en las mansiones de Hollywood. Si queréis encontrar a Dios en este mundo actual, la Biblia dice que debéis buscar en una reunión normal de creyentes cristianos, en una iglesia local, donde se reúne el pueblo de Dios vivo.

4. La iglesia como pilar y protectora de la verdad

Finalmente Pablo describe a los creyentes de Éfeso como "la columna y base de la verdad". A primera vista parece extraño que Pablo diga que la iglesia es la que sostiene y protege la verdad. En Efesios 2:20 Pablo dice que la verdad es la base de la iglesia. En cuanto a su origen, su vida y su salud, la iglesia debe construirse sobre la verdad del evangelio. No puede existir otra base. Pero en cuanto a su misión de llevar el evangelio al mundo, la iglesia es la que sostiene y protege la verdad.

¿Pero, no es esa la tarea del seminario? ¿Acaso no nos acercamos a los estudiosos de la biblia y a los teólogos de lugares como el Trinity Evangelical Divinity School para que nos guíen en materia teológica y no caigamos en el error? Pues sí, pero existen muchos seminarios que enseñan teología "basura". ¿Cómo se puede Trinity proteger de esto? Una vez más se debe volver a la iglesia. Sin la conexión con las iglesias locales, y la dependencia de las mismas, sin ningún tipo de responsabilidad por parte de las iglesias por la fe del pueblo de Dios, ¿cuántas instituciones académicas han pasado por todo tipo de desvíos y callejones sin salida teológicos?

¿Pero acaso no es la labor del pastor de ser el pilar y el protector de la verdad? Pues sí, pero las iglesias, especialmente las de nuestra tradición de Iglesias Independientes, tienen mucho que decir acerca del pastor que solicitan. Una vez más, en última instancia, es la iglesia la que debe desempeñar el papel de columna y protectora de la verdad.

4.1. Una verdad que debe vivirse

La verdad que debe protegerse no es solo lo que se enseña, sino también lo que se debe vivir. En nuestro mundo postmoderno, en el cual la gente es tan escéptica acerca del concepto de verdad y son muy recelosos de los argumentos racionales que apoyan la verdad, se advierte cada vez con más frecuencia que la verdad que proclamamos en Cristo debe ser vista y experimentada para que sea creíble. Es en este contexto de la vida de la iglesia en el cual debemos exhibir la maravillosa verdad del amor de Dios y de la gracia en Jesucristo, y decir: "Venid probad y ved que el Señor es bueno".

Es por ello que Pablo está tan preocupado por la forma en que se comportan los creyentes de la iglesia. Nuestras vidas forman parte del mensaje de la verdad que estamos llamados a proclamar en el mundo. Si nuestras vidas no son diferentes de las vidas de los que nos rodean, si el evangelio no tiene incidencia en la forma en que nos relacionamos los unos con los otros, manejamos nuestro dinero, trabajamos, afrontamos las pruebas o nos enfrentamos a la muerte, ¿porque habría alguien de creer lo que tenemos que decir?

La nueva humanidad en Cristo que Dios está creando mediante el evangelio debe ser en si misma presentada y exhibida al mundo a través de la iglesia. La iglesia conforma los primeros frutos de lo que está por venir. En palabras de John Howard Yoder: "La iglesia sí comunica al mundo lo que Dios tiene planificado, puesto que muestra lo que Dios ya está empezando a hacer" [9]. La esencia misma de la Iglesia es misional, puesto que su misma existencia es la demostración de lo que el evangelio proclama. El medio es, sin lugar a dudas, una parte importante del mensaje. La iglesia debe ser un testigo vivo de las buenas nuevas de la obra de Dios en el mundo. Debe ser columna y protección de la verdad.

4.2 El misterio de la devoción

La iglesia como la casa de Dios, como el pueblo reunido de Dios vivo o como la columna y protección de la verdad… ¿es eso lo que el mundo percibe cuando observa a tu iglesia o a la mía? ¿No crees que esto sea un poco romántico e idealista? Pablo trata precisamente esa cuestión a continuación.

"E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: El fue manifestado en la carne, reivindicado en el Espíritu, contemplado por ángeles, proclamado entre las naciones, creído en el mundo, recibido arriba en gloria" (1 Tim 3:16). Este misterio de devoción es la historia de Jesucristo, que vino a este mundo como un bebé en un pesebre. Vivió como cualquiera de nosotros y tuvo la ignominiosa muerte de un criminal, y a pesar de ello fue reivindicado por el Espíritu cuando fue levantado de la tumba el día de Pascua. Lo vieron aquellos del reino angelical, pero no todos aquí en la tierra. Su historia aun debería ser predicada al mundo, aun debería ser creída. Sólo entonces le será dada la gloria que le corresponde.

Es un misterio, pero no porque nadie lo entienda, sino porque nadie podría entenderlo si no hubiese sido revelado por Dios. Jesús vino a traer el reino de Dios, y lo hizo, pero no en poder y gloria. Trajo el reino de Dios al mundo de forma silenciosa y misteriosa, como una diminuta semilla de mostaza que plantas en la tierra o como una minúscula cantidad de levadura que pones a la masa. Hace su trabajo sin gran bombo, y sólo se ve con los ojos de la fe.

La presencia de ese reino está ahora personificada por un ser singular a quien Jesús llama su cuerpo, que es la iglesia. Este es un misterio profundo y maravilloso, y es el mismo misterio que fue revelado por Jesus. Es el patrón misterioso de la modestia y la humildad en este mundo, una verdadera identidad escondida y disfrazada, vista sólo por aquellos que tienen ojos para ver. Más tarde será reivindicada ante el mundo. Asi es el Maestro y así son los discípulos.

Pienso en la afirmación de Dorothy Sayers: "Dios sufrió tres grandes humillaciones en su esfuerzo por rescatar a la raza humana. La primera fue la encarnación, cuando adoptó las limitaciones de un cuerpo humano. La segunda fue la Cruz, cuando sufrió la ignominia de la ejecución pública. La tercera humillación es la iglesia. En un asombroso acto de auto- negación, Dios confió su reputación a gente corriente.

Pablo dice que Dios confió su honor a gente que no era "ni sabios conforme a la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles" (1 Cor 1:26). Podría haber dicho: "a gente muy pobre, inculta, y fácilmente manejable". No es así como cualquiera esperaría que fuese el reino de Dios. Es el misterio de la iglesia: Dios escogió lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios escogió lo débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte, y escogió lo vil y despreciado del mundo, y lo que no es, para anular lo que es, para que nadie se jacte delante de Dios (1 Cor 1:27–29).

¿Quién hubiera pensado, al verla fregar los suelos, que Cenicienta sería la estrella del baile? Pero esos somos nosotros como iglesia de Cristo: somos como Cenicienta, elegidos por la gracia de Dios para compartir la gloria y el esplendor de nuestro Señor Jesucristo.

La iglesia es el centro de los propósitos que Dios tiene para la humanidad. Pablo dice que el propósito de Dios era que "la infinita sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que llevó a cabo en Cristo Jesús nuestro Señor" (Efesios 3:10–11).

Eso es de lo que trata toda la Biblia, ¿no es cierto? El propósito de Dios es deshacer el pecado de Adán; es reclamar para su reino a los hombres y mujeres caídos; es crear una nueva sociedad, una nueva humanidad. La iglesia debe ser esa nueva humanidad-por-crear, una nueva comunidad en la cual el mandato del reino de Dios se confiese y se viva en todo el mundo.

¿Es tan difícil creer? Lo es cuando miro a mi iglesia, llena de gente muy corriente y en la que abundan todos los errores a los que la gente corriente es propensa. Difícilmente sería un grupo de personas que vayan a cambiar el mundo. ¿Sería posible que fuera eso lo que el Apóstol Pablo está diciendo? Pero pensad lo difícil que era creer que el hijo de un carpintero de la pequeña y remota población de Nazaret, que fue crucificado como un criminal por el gobernador romano, fuese el hijo de Dios y el Salvador del mundo. Es un misterio, un misterio que solo se puede comprender mediante la fe.

4.3. Embajadores de un polémico Rey

Como pastores hay mucho que nos desanima. Podemos sentirnos insignificantes si nos comparamos con gente poderosa e influyente de nuestra edad. Estamos inmersos en lo que se conoce en nuestro mundo moderno como una "profesión confusa", y como resultado de ello muchos buscan hacerla más profesional. Es tentador buscar el reconocimiento y la aceptación de la cultura a nuestro alrededor.

Richard Neuhaus equipara nuestra situación actual a la de ser los embajadores de un polémico rey [10]. Comparados con otros miembros del cuerpo diplomático en las cortes del mundo, un embajador de Cristo se encuentra en una postura extraña. La mayoría de los embajadores son legitimados por las soberanías que ellos representan y asumen la autoridad que les conceden. Pero la soberanía de aquel a quien nosotros representamos se encuentra en entredicho. Y lo está debido a la sombra de una historia, opacada por la poderosa evidencia existente contra dicha soberanía. La sombra no se disipará y la cuestión no será respondida hasta que Él regrese en su gloria.

La tentación, sugiere Neuhauss, es aligerar esta extraña postura aceptando la autoridad menor de otro reino. En otras palabras, nos sentimos tentados a jugar según las reglas. Nos sentimos tentados a utilizar alguno de los poderes de estos tiempos (el poder del dinero, del prestigio académico, de la influencia política, o algo similar) para conseguir que otros miembros de la corte del mundo nos escuchen. Pero precisamente es eso lo que debemos evitar, ya que hasta Su venida, nuestro Rey está entronizado sobre una cruz y nos ha dicho que no reclamemos ninguna autoridad salvo la de su soberano y doloroso amor por el mundo. Estamos llamados a mantenernos firmes en el misterio de la fe.

5. Conclusión

Es difícil ser pastor, pero eso es lo que me anima. Eso es lo que me sostiene. Es lo que me hace pensar que no hay nada que yo pueda hacer con mi vida en todo el mundo que sea más significativo que esto: servir como pastor en una iglesia local. A medida que observamos las iglesias locales más comunes, podemos ver a la iglesia tal como la vio Pablo: la familia de Dios, la reunión del pueblo del Dios vivo, la columna y protección de la verdad, manifestando a los poderes del reino invisible la inconmensurable sabiduría de los propósitos misteriosos de Dios para su propia gloria.


  1. Esta charla se presentó originalmente en el coloquio anual de Pastores de The Gospel Coalition en Deerfield, IL, el 28 de Mayo de 2008.
  2. Young life es una organización juvenil internacional de inspiración cristiana fundada en el año 1941 y formada por un grupo de personas con vocación de trabajar con jóvenes y adolescentes (fuente: http://www.younglife.es).
  3. Trinity Evangelical Divinity School (TEDS) es un seminario cristiano evangélico situado en Deerfield, Illinois, EEUU.
  4. Kevin Merida and Helen Dewar, “In Boom of Phone and Fax Activism, Citizens Give Government an Earful,” The Washington Post (February 1, 1993): A1
  5. D. Michael Lindsay, Faith in the Halls of Power: How Evangelicals Joined the American Elite (Oxford: Oxford University Press, 2008).
  6. George Barna, Revolution (Wheaton: Tyndale House, 2006).
  7. Salvo indicación en contra, todas las citas de las escrituras están tomadas de La Biblia de las Américas®. Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation, Usadas con permiso.
  8. Tomado de The Death of the Hired Man. El poema continúa así: Debí haberle llamado/ Algo que de algún modo no te mereces.
  9. John Howard Yoder, The Royal Priesthood: Essays Ecclesiastical and Ecumenical (ed. Michael G. Cartwright; Scottdale, Pennsylvania: Herald, 1998), 126.
  10. Richard John Neuhaus, Freedom for Ministry (Grand Rapids: Eerdmans, 1992), 69–71.

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