Por Qué El Simple Derecho Al Aborto Es Injusto
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Aborto
Una parte de la serie Taste & See
Traducción por Javier Matus
La defensa más popular del aborto hoy en día es la siguiente: sin él, las mujeres se ven obligadas a experimentar una gran miseria e incluso la muerte, especialmente en los países pobres con acceso limitado a los anticonceptivos. En mis conversaciones con estos defensores, la conclusión no parece ser que los no-nacidos no sean seres humanos o personas. La conclusión es el derecho de una mujer a no estar embarazada y a no ponerse en peligro con abortos inseguros. Parece que es más y más irrelevante que el no-nacido pueda ser un ser humano con derecho a no ser asesinado.
Hay por lo menos tres principios de justicia generalmente aceptados que obstaculizan este razonamiento.
1. La justicia parte del supuesto de que si el derecho legítimo de una persona debe ser limitado para proteger el derecho legítimo de otra persona, la limitación que hace menos daño será la más justa. La injusticia no es la negación de los derechos en sí. La injusticia es el negar un derecho para mantener a otro cuando el negado protege un valor menor que el mantenido.
El negar los derechos que protegen los valores menores por el bien de mantener los derechos que protegen valores mayores es lo que se supone que deben hacer prácticamente todas las leyes. Se nos niega el derecho a conducir a 160 kilómetros por hora porque el valor de la vida es mayor que el valor de estar a tiempo para una cita. Por lo tanto, es un acto de justicia quitar el derecho a ir a exceso de velocidad.
Excepto en los casos más particulares, el embarazo no amenaza con tanto daño a la madre como el aborto al niño. De hecho, el daño hecho al niño es casi siempre horrible mientras que el daño posible a la madre es mucho menor. Por lo tanto, es una cuestión de justicia negar a la madre el derecho a no estar embarazada a costa de abortar al niño.
2. La justicia parte de la suposición de que cuando cualquiera de dos personas debe ser incomodadas o perjudicadas para aliviar su predicamento conjunto, la que tiene la mayor responsabilidad de la situación debe soportar más la inconveniencia o perjuicios para aliviarla. Por ejemplo, si llevo a mi hijo de catorce años conmigo a robar un banco y los dos somos arrestados, yo debería soportar una pena mayor que él debido a mi mayor responsabilidad en el predicamento común.
Excepto en los casos más particulares, el predicamento del embarazo se debe a las decisiones libres y conscientes que la madre tomó al tener relaciones sexuales, mientras que el predicamento del niño no se debe a su propia elección. Por lo tanto, en la gran mayoría de los casos es justo exigir a la madre soportar el peso de su mayor responsabilidad en la situación y no requerir el precio máximo del niño que no tiene ninguna responsabilidad por la situación en lo absoluto.
3. La justicia procede partiendo del supuesto de que una persona no puede coaccionar perjuicio a otra persona amenazándola con perjuicio a uno mismo. Por ejemplo, tú cometes una grave injusticia si amenazas con suicidarte con el fin de coaccionar a alguien a cometer adulterio contigo. La amenaza de las mujeres de arriesgar a dañarse a sí mismas con abortos inseguros, si no sancionamos el asesinato legal de sus hijos, es una coacción injusta de perjuicio —perjuicio máximo— a otra persona, el niño no-nacido.
Conclusión: Dado que el derecho a la vida de un niño no-nacido es mayor que el derecho de una mujer a usar el aborto como medio de control de la natalidad, y que el derecho de la mujer a estar libre del embarazo no es tan grande como el derecho del no-nacido a ser libre de violencia que amenaza la vida, entonces una ley que invierte el orden de estos derechos es injusta en extremo y quienes la apoyan tienen sangre inocente en sus manos.
¿Cómo, entonces, viviremos?
Sinceramente,
El Pastor John
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