Por el amor de Dios, Volumen 1/6 de enero

De Libros y Sermones Bíblicos

6 DE ENERO

Génesis 6, Mateo 6, Esdras 6, Hechos 6

LAS PRIMERAS TRES SECCIONES DE MATEO 6, que a su vez es el capítulo central del Sermón de la Montaña, trata con tres actos fundamentales de la piedad en el judaísmo: dar a los necesitados tradicionalmente llamado "limosna", la oración y el ayuno (Mat. 6:1-18). El nexo común es sorprendente: Jesús reconoce lo fácil que es para los pecadores participar en actividades dignas, filantrópicas y incluso religiosas, al menos para hacer lo correcto que ser admirado por hacer lo correcto. Si pensarse generoso es más importante que ser generoso, si ganarse una reputación de tener un espíritu de oración es más importante para nosotros que orar cuando no hay nadie escuchando sino Dios, si el ayuno es algo a lo que nos dedicamos sólo si falsamente se puede hablar de ello, entonces estos actos de piedad se convierten en actos impíos.

La forma fundamental de comprobar cuan sensatos somos en cada una de estas áreas es llevar a cabo estos actos en voz tan baja que sólo Dios sabe lo que estamos haciendo. Así que sea generoso, pero no le diga a nadie lo que está dando (6:1-4). Insista en que incluso los que reciban mantengan el silencio. Ore mucho más en secreto que lo que hace en público (6:5-8). De cualquier manera, ayune, pero no le diga a nadie que lo está haciendo (6:16-18). En cuanto al tema central en estos tres actos tradicionales de la piedad, hay una prueba más: no se moleste en preguntarle a su Padre celestial por el perdón cuando Usted no está dispuesto a perdonar (6:14-15).

En cada uno de estos tres actos tradicionales de piedad, la auténtica vida cristiana se caracteriza por un deseo simple pero profundo de agradar a Dios, y no por la ostentación de que se está en realidad más interesado en generar una impresión entre nuestros compañeros que esta agradando a Dios.

Las dos últimas secciones del capítulo continuan con este sondeo de nuestros motivos más íntimos. (1) En la primera, Jesús nos dice que acumulemos tesoros en el cielo, ya que nuestros corazones inevitablemente conseguirán nuestro tesoro. Lo que en última instancia valoramos tirará de nuestros "corazones", nuestra personalidad, nuestros sueños, nuestro tiempo, nuestra imaginación, nuestro ser más profundo, y lo vamos a seguir. Eso se convierte en nuestro dios. Si lo que valoramos es meramente lo material, nuestro dios es el materialismo. Pero si todo lo que apreciamos más pertenece al reino eterno, entonces todo nuestro ser seguirá lo que es de importancia trascendente. (2) En la segunda, Jesús nos dice que una relación verdadera y fiel con Dios se niega a satisfacer preocupaciones interminables e innecesarias. Podemos confiar en Dios, su sabiduría, su bondad, su orden providencial de las cosas, incluso en este mundo destrozado y malvado. No confiar en Él revela el carácter pagano de nuestros corazones.

En pocas palabras: buscar primero el reino de Dios y la justicia (6:33).