Por el amor de Dios, volumen 1/10 de septiembre
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 255 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Arturo Valbuena M.
10 DE SEPTIEMBRE
2 Samuel 4-5; 1 Corintios 15, Ezequiel 13, Salmo 52-54
ES EVIDENTE QUE EL ESCRITOR DE 2 Samuel (cuya identidad no sabemos) cree que es importante documentar las diversas etapas por las que David llegó a gobernar sobre todo Israel. Usualmente, esto es importante porque es el comienzo de la dinastía de David que lleva directamente al “gran hijo mayor del gran David" (véase la meditación del 17 de mayo). Dentro de este marco, quiero reflexionar sobre algunas características en estos dos capítulos (2 Sam. 4-5).
(1) Es muy impresionante observar cómo David estaba dispuesto a esperar por el trono, sin tomar el tipo de acción que se lo hubiera asegurado más rápidamente. No menos impresionante es su postura ante Isboset. Los asesinos de Isboset, Baana y Recab, que piensan ganarse el favor de la estrella ascendente por su asesinato vicioso, común con las normas de la época, aprenden que el compromiso de David con la justicia aseguraría su ejecución. El matiz ligeramente difícil es el estándar doble: Estos asesinos solo pagan una multa por su crimen (2 Sam. 4), mientras que en el capítulo anterior el asesino Joab, debido a su poder es abochornado públicamente, pero enfrenta la pena capital.
(2) Este libro es una crónica cuidadosa de cómo “todas las tribus de Israel” (5:1) se acercan a David en Hebrón, y lo invitan a convertirse en su rey. En la providencia de Dios el vil asesinato por Baana y Recab trae el cumplimiento de la promesa de Dios a David.
(3) La captura de Jerusalén por David (5:6-12) tiene que ser documentada, ya ella no sólo se convierte en la ciudad capital de David pero con el tiempo se convierte en el termino del Tabernáculo. Durante el reinado de su hijo Salomón se convertirá en el sitio para el templo. Aspectos teológicos muy importantes giran en torno a Jerusalén y el templo. Estos son tomados a su vez por los profetas (antes y después del exilio), por el mismo Jesús, y por los escritores del Nuevo Testamento. Reflexionen, por ejemplo, en Juan 2:13-22, Gálatas 4:21-31, Hebreos 9; 12:22-23, y Apocalipsis 21-22.
(4) Por encima de todo, cuando los israelitas invitan a David para ser su rey, dicen, “Y el SEÑOR os ha dicho, ´Seréis el pastor de mi pueblo Israel, y que os convertiréis en su rey´”(5:2). El tema del “pastor” es más exhaustivo que el tema de “gobernante”, y se desarrolla de diversas maneras. Al principio del exilio, Dios critica a los falsos “pastores", quienes están más interesados en trasquilar a las ovejas que en asegurar y cuidar el rebaño (Ez 34), un fenómeno que no se conoce hoy en día. Así que Dios en repetidas ocasiones les promete que será el pastor de su pueblo, de hecho, se le enviará a este servidor, el “David” (¡tres y medio siglos después de la muerte de David!) para ser su pastor (Ez 34:23 -24, ver la meditación del 20 de marzo). Cuando llegue1 el momento, el legítimo heredero del linaje de David declara: “Yo soy el buen pastor” (Juan 10:11).
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