Por el amor de Dios, volumen 1/14 de enero
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 16 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Arturo Valbuena M.
14 DE ENERO
Génesis 15, Mateo 14; Nehemías 4, Hechos 14
LA MEDIDA DE TIEMPO DE DIOS es muy diferente a la nuestra. Abram quiere un hijo, y siente que su tiempo se acaba, Dios concibe un linaje con millones y millones de descendientes. Abram siente que su vida está llegando a su final sin haber realizado mucho en cuanto al propósito de Dios cuando lo llamó de Ur de los Caldeos. Dios ve todo el curso de la historia de la salvación.
Lo que hace Dios en Génesis 15 es prometerle a Abraham que sus descendientes constituirán un gran número. Por un lado, la promesa de Dios es suficiente: “Abraham creyó en el SEÑOR, y le fue reconocido como justicia” (Gen 15:6). La fe de Abram es simple y profunda: él creyó en las promesas de Dios, tomando a Dios en su palabra. Y esa fe, en los ojos de Dios, fue reconocida como justicia. Esto no quiere decir que Abram ganó puntos por la implementación de una fe justa. Por el contrario, la idea es que lo que Dios exige de los portadores de su imagen, lo que siempre ha exigido, es justicia, pero con este pueblo pecador lo que él acepta, reconociéndolo como justicia, es la fe, la fe que reconoce nuestra dependencia de Dios y toma la palabra de Dios. Esta fe de Abram es la que lo convierte en el “padre” de los que creen (Rom 4; Gal 3).
Sin embargo, cuán genuina sea esta fe, Abram tiene problemas imaginando algunos de los detalles de la promesa de Dios. Dios le habla de un momento en que sus descendientes poseerán toda la tierra a su alrededor, y Abram vacila y le pide una señal (Gen 15:8). Generosamente, Dios ofrece una: en una visión, a Abram se le permitió ver a Dios entrar en un pacto con él. Probablemente las piezas de los animales entre un “horno humeante con una antorcha encendida” (Gen 15:17) pasa a representar una forma de decir: “Que aquellos que entran en este pacto similar, sean destrozados si rompen los términos de este pacto” Lo que es un acto idealista y bondadoso que afirma la fe de Abram es también un ejemplo de los planes a largo plazo de Dios, sus grandes puntos de referencia. Él establece su pacto con Abram y su descendencia, una relación pactada en la que los cristianos entran hoy (Gal 3:6-9).
Hay algo más en este capítulo que representa el punto de vista de Dios de ver las cosas a largo plazo. Una razón por la que Abraham no puede comenzar a hacerse cargo de la Tierra Prometida de inmediato es que “el pecado de los amorreos todavía no ha alcanzado su plenitud” (Gen 15:16). El tiempo supremo de Dios concuerda con sus sensibilidades morales en que para el momento en que los hijos de Abram estén listos para hacerse cargo de la Tierra Prometida, los habitantes de ese territorio se hundido en la degradación que el juicio debe ser impartido. Ese momento, Dios dice, está llegando, pero en este capítulo no ha llegado todavía.
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