Por el amor de Dios, volumen 1/19 de noviembre

De Libros y Sermones Bíblicos

19 DE NOVIEMBRE

1 Crónicas 13-14; Santiago 1; Amós 8; Lucas 3

SEGÚN SANTIAGO 1:2-4, 12, hay dos razones por las cuales los cristianos deben regocijarse cuando se enfrentan a pruebas de distinto tipo. Otras razones se articulan en otros lugares, pero hay dos que son extraordinariamente detallados.

En primer lugar, debemos alegrarnos porque sabemos que cuando nuestra fe es probada, el resultado es la perseverancia (1:2-3). Como el atleta que persiste con el fin de desarrollar resistencia, así un cristiano persevera bajo las dificultades con el fin de incrementar la perseverancia. La perseverancia aporta algo importante para nuestro carácter. Se “debe terminar su trabajo para que [nosotros] seamos maduros e íntegros, sin que nos falte nada” (1:4). La alternativa es una persona que puede amar al Señor cuando las cosas van bien, un personaje que es audaz y feliz en los días brillantes en la primavera, pero sabe poco de la paciencia por la fuerza, de la alegría cuando comodidades físicas se retiren, de tranquila confianza en Dios vivo frente a la persecución, de la estabilidad en medio de un ritmo frenético o una decepción enorme. En otras palabras, en un mundo caído perseverancia contribuye madurez y estabilidad a nuestros personajes, y dificultades construyen perseverancia. Así que Santiago es muy audaz. Debemos, dice, “considerarlo puro gozo” cuando nos enfrentamos a pruebas de distinto tipo. Esto no es una forma perversa de masoquismo cristiano, sino una respuesta completamente apropiada si recordamos los objetivos cristianos. Si nuestros objetivos más altos son comodidades, este pasaje es incomprensible, si nuestros más altos objetivos son el crecimiento en el carácter cristiano, la evaluación de santiago tiene mucho sentido.

En segundo lugar, el cristiano que persevera bajo dificultades es bendecido “porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman2 (1:12). En otras palabras, la perseverancia es un ingrediente necesario para el cristianismo genuino. Un verdadero cristiano, en el largo plazo, perdura. Él o ella perseveran. Pueden haber altos y bajos, pueden haber victorias o derrotas temporales, pero precisamente por Aquel que ha comenzado una buena obra en nosotros lo completa (Fil. 1:06), los cristianos verdaderos se perduran (cf. Heb. 03:14). Siguen siendo “aquellos que lo aman”. Por lo tanto los cristianos que enfrentan dificultades deben percibir no sólo la amenaza o el desagrado o la decepción, pero también el desafío para la cual la gracia de Dios nos equipa”. Seguir adelante, siempre a seguir adelante, sabiendo muy bien que la recompensa final, impuesta por la gracia, es “la corona de la vida”, la corona que es la vida , la vida en su esplendor consumado, la vida de los nuevos cielos y la nueva tierra, la herencia de todos los cristianos. Por lo tanto, una vez más, Santiago es totalmente realista en percibir que la persona que persevera bajo las dificultades es “bendecido”. Es un cálculo fácil, siempre y cuando recordemos objetivos cristianos.