Por el amor de Dios, volumen 1/24 de junio
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 177 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Luximar Arenas Petty
24 DE JUNIO
Deuteronomio 29; Salmos 119:49-72; Isaías 56; Mateo 4
“LAS COSAS SECRETAS pertenecen al SEÑOR nuestro Dios, más las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, a fin de que guardemos todas las palabras de esta ley (Deuteronomio 29:29). Los dos puntos principales nos traen a la reflexión.
Primero, la responsabilidad de la comunidad del pacto en este asunto consiste en enfocarse en las cosas que Dios ha revelado. No solo pertenecen “a nosotros y a nuestros hijos para siempre,” sino que nos fueron dadas para “que guardemos todas las palabras de esta ley”. Este es el propósito principal de colocar este texto al final de un largo capítulo sobre la renovación del pacto. La verdad es que no podemos conocer las cosas ocultas. Pero lo que ha sido revelado a nosotros, en este contexto, los términos del Pacto de Moisés, con todo su grande potencial para la bendición y el juicio, es lo que captura nuestro interés y obediencia fiel.
Segundo, debemos admitir francamente que algunas cosas están ocultas a nuestros ojos. Realmente no entendemos, por ejemplo, las relaciones entre tiempo y eternidad, tampoco tenemos mucha idea en como Dios quien vive en la eternidad se revela a nosotros en nuestra historia finita en tiempo y en espacio. Es revelado que El lo hace; tenemos varias palabras para describir ciertos elementos de esta revelación (por ejemplo, la encarnación, la conciliación). Pero no sabemos cómo. No sabemos como Dios puede ser tanto personal como soberano / trascendente; no sabemos cómo Dios puede ser uno y trino.
Sin embargo, en ninguno de estos casos es esta una apelación sutil a la ignorancia, o un ocultamiento irresponsable detrás de lo irracional o de lo místico. Cuando admitimos, verdaderamente insisto, que hay misterios acerca de estos asuntos, no admitimos que son absurdos o auto contradictorios. Al contrario, estamos diciendo que no sabemos lo suficiente y admitimos nuestra ignorancia. Lo que Dios no ha revelado de sí mismo no lo podemos saber. Las cosas secretas pertenecen a Dios.
De hecho, debido al contraste en el texto, la implicación es que sería atrevido afirmar que sabemos o aún dedicar demasiado tiempo a tratar de averiguar, para que no presumamos en el terreno exclusivo de Dios. Algunas cosas pueden ser temporalmente ocultas para persuadirnos a buscar: Proverbios 25:2 nos dice que es gloria de Dios encubrir un asunto, y la gloria de los reyes es investigar un asunto, hasta llegar al fondo de las cosas. Pero esa no es una regla universal: el primer pecado involucró tratar de saber algunas cosas ocultas y por consiguiente ser como Dios. En tales casos, el sendero de la sabiduría es la adoración reverente a quien sabe todas las cosas y la adhesión cuidadosa a lo que Él gentilmente ha revelado.
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