Por el amor de Dios, volumen 1/26 de octubre

De Libros y Sermones Bíblicos

26 DE OCTUBRE

2 Reyes 7, 1 Timoteo 4, Daniel 11, Salmo 119:25-48

CUANDO TODAVÍA ERA UN HOMBRE MUY JOVEN, me convertí en pastor de una iglesia pequeña en Canadá. La gente me era muy amable, y eran mucho más pacientes con mis faltas y errores de lo que merecía.

Había una mujer en esa iglesia quien a veces me resultaba particularmente exasperante. Casi todos los domingos por la mañana, ella me daba las gracias efusivamente por el sermón, y luego añadía: “Pero es tan joven”. Esto se prolongó durante varias semanas, hasta que fue poco más que una fórmula. Finalmente mi entusiasmo superó mis sentidos. Después de escuchar una vez más a su emoción formulada “Es tan joven”, le sonreí dulcemente y comenté, citando de la versión rey Santiago (King James) en esos días, “Sí, pero las Escrituras dicen: 'Que ninguno deprecie vuestra juventud ', nadie”. Sin importar lo fuera de lugar de mi comentario, pareció hacer el truco, porque nunca me dijo nada de eso a mí otra.

Pensándolo bien, sin embargo, me di cuenta de que había citado la primera parte de 1 Timoteo 4:12, pero no la última parte. La primera parte dice, “No dejes que nadie mire por encima del hombro porque eres joven”. Supongo que si esa línea de texto estuviera sola, entonces una de las maneras de evitar que otros le menosprecien cuando se es joven es tirarles éste texto. Pero Pablo escribe, “Que nadie menosprecie su juventud, sino sea un ejemplo para los creyentes con la palabra, con su vida, con el amor, con el espíritu, con la fe y la pureza”. En otras palabras, si usted es un joven creyente, por lo menos no es un creyente joven en una posición de liderazgo como Timoteo, la manera de evitar que otros le menosprecien es servir de ejemplo “con la palabra, con su vida, con el amor, con el espíritu, con la fe y la pureza”, que su clara piedad los silencie.

Si usted es diligente en los dones y gracias que Dios le ha dado, Pablo agrega, todo el mundo podrá ver su progreso (4:15). Su diligencia debe ser integral, y los lugares donde otros detecten su progreso también se abarca: “Tenga cuidado propio y de la doctrina” (4:16). El resultado incluirá no sólo la emisión de su propia perseverancia en la salvación de la consumación, sino la salvación de muchos de aquellos a quienes usted ministra (4:16).

Asignado a éste consejo de un joven que es una variedad de la enseñanza de la moral cristiana. Las acciones hablan más que las palabras. Los líderes cristianos han de conducirse no sólo con palabras sino con acciones en conformidad con esas palabras. La autoridad que corresponda a un líder cristiano no se gana tanto por el cargo propio, ya que gana con el tiempo por la calidad de la vida cristiana. No es extraño entonces que gran parte del siguiente capítulo está dedicado a la instrucción específica de cómo tratar a los hermanos y hermanas en Cristo en estaciones variadas de la vida. Cómo tratar a la gente siempre está cerca del centro del discipulado cristiano.