Por el amor de Dios, volumen 1/26 de septiembre
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 271 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Arturo Valbuena M.
26 DE SEPTIEMBRE
2 Samuel 22, Gálatas 2, Ezequiel 29, Salmo 78:1-39
ALGUNOS COMENTARISTAS ENTIENDEN a Pablo en Gálatas 2:1 ss donde dice que después de algunos años regresó a Jerusalén para que se los apóstoles de Jerusalén y otros líderes del Evangelio que él había estado predicando a los gentiles, porque él quería que el mismo fuera validado. Lo hizo en privado, claro está, sin embargo, el meollo del asunto es que Pablo tenía miedo de que se estaba corriendo o, había corrido en vano (2:2). Esto demuestra que Pablo no estaba tan seguro en su propia convicción como pretende estarlo en el capítulo anterior. Hay un sentido en el que él era un apóstol derivado.
Esta lectura no resistirá escrutinio. Lo que Pablo quiere decir es algo muy diferente. Los gálatas han sido invadidos por los agitadores extranjeros, hombres que se han presentado como autorizados por Jerusalén, como de alguna manera apoyado por los apóstoles “regulares”. El libro de los Hechos proporciona evidencia de que Pablo era perseguido por los mismos en ocasiones. Así que va a Jerusalén, no tiene validar su evangelio o retractarse ya que a este punto, Pablo no va a cambiar de opinión o de dirección, pero para garantizar que no haya distorsiones entre los líderes de Jerusalén en cuanto a lo que está predicando, y para alentar a los líderes se desvinculen por completo de los “falsos hermanos” que están injustamente apelando a Jerusalén para dañar Pablo y su ministerio entre los gentiles. En pocas palabras, Pablo toma las medidas necesarias para garantizar que no corre en vano, y estos agitadores tratan de deshacer su obra. Él quiere tomar todas las medidas apropiadas para socavar sus pretensiones y destruir su influencia. Hechos 15 muestra que esto es precisamente lo que el Concilio de Jerusalén logró. De hecho, Gálatas 2:11-14 sugiere que Pablo logró la consistencia del evangelio con más rapidez que algunos de los otros apóstoles. Lejos de someterse a su juicio sobre el contenido de lo que predicaba, que estaba preparado para administrar sus propios reproches si los veía comportarse de manera inconsistente.
Aunque hay muchas preguntas teológicas penetrantes e importantes que surgen de estas confrontaciones, en este momento nos fijamos en una que es práctica. Mientras que el Evangelio es algo digno de enfrentar, hay maneras correctas y equivocadas de tratar este negocio. Cuando la inconsistencia de Pedro es pública y haciendo un daño públicamente, el reproche de Pablo es público (2:11-21). Cuando Pablo trata de poner las cosas en orden, saber qué es lo que pasa, y presentar el contenido de su propia obra, se acerca a los demás “privadamente” (2:2). Su preocupación, después de todo, es el avance del Evangelio sin diluir, no su propia reivindicación pública. Cuando nos encontramos en el lugar en el que se debe pelear con tenacidad por el Evangelio, debemos pensar en cómo hacerlo más agradale y estratégicamente
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