Por el amor de Dios, volumen 1/4 de junio
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 157 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Luximar Arenas Petty
4 DE JUNIO
Deuteronomio 8; Salmos 91; Isaías 36; Apocalipsis 6
DEUTERONIMIO 8 SUMINISTRA UNA perspectiva teológica importante en los cuarenta años vagando en el desierto. Porque Dios es un Dios personal, uno puede contar la historia de aquellos años en términos de la interacción entre Dios y su pueblo: el conoce sus necesidades, ellos se rebelan, el responde con juicio, ellos se arrepienten, y entonces el ciclo se repite de nuevo. Por otro lado, uno puede mirar el relato completo desde la perspectiva de la soberanía trascedente y fiel de Dios. El permanece a cargo. Esa es la posición ofrecida aquí.
Por supuesto, Dios podría haberles dado todo lo que ellos querían antes de que ellos ni siquiera se molestaran en expresar sus deseos. El podría haberlos consentido. En cambio, sus intención era humillarlos, ponerlos a prueba, aún dejarlos tener hambre antes de finalmente alimentarlos con maná (8:2-3). El propósito de este último ejercicio, insiste Moisés, era que Dios podía enseñarles “que el hombre no sólo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del SEÑOR” (8:3). De manera más general: “Por tanto, debes comprender en tu corazón que el SEÑOR tu Dios te estaba disciplinando así como un hombre disciplina a su hijo” (8:5).
¿Por qué toda esta disciplina? La triste realidad es que las personas caídas como usted y yo fácilmente nos fijamos en las dádivas de Dios e ignoramos al Dador. En algún punto, esto degenera en adorar lo creado en lugar del Creador (comparar Romanos 1:25). Dios sabe que es el peligro de Israel. El esta trayéndoles a una tierra con la promesa de agricultura, con suficiente agua, y con riqueza mineral (8:6-9). ¿Qué posibilidades habría en dicho punto de aprender que “el hombre no sólo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del SEÑOR”?
Aún después de estos cuarenta años de disciplina, los peligros resultarán enormes. Así que Moisés les explica la lección. Una vez que el pueblo se ha establecido en la Tierra Prometida y que estén disfrutando de riqueza considerable, los peligros comenzarán. “Cuídate de no olvidar al SEÑOR tu Dios dejando de guardar sus mandamientos, sus ordenanzas y sus estatutos” (8:11). Con la riqueza vendrá la tentación de la arrogancia, provocando al pueblo a olvidar al Señor quien los sacó de la esclavitud (8:12-14). Al final, ellos no solamente valorarán la riqueza más que todas las palabras de Dios, ellos pueden aún justificarse a sí mismo, y orgullosamente declamar, “Mi poder y la fuerza de mi mano me han producido esta riqueza” (8:17), olvidando convenientemente que incluso la habilidad de producir riqueza es un don gratuito de Dios (8:18).
¿En qué manera su vida muestra que valora cada palabra que procede de la boca de Dios, sobre todo las bendiciones e incluso las necesidades de esta vida?
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