Por el amor de Dios, volumen 1/4 de mayo
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 126 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Jaime Duran
4 DE MAYO
Números 11; Salmo 4; Isaías 1; Hebreos 9
UNA DE LAS MANERAS QUE DIOS HABLA DEL FUTURO ES… bueno simplemente hablando del futuro. Hay lugares en la Biblia dónde Dios predice, con palabras, qué sucederá: El habla acerca del futuro. Pero El también proporciona imágenes, patrones, tipos, y modelos. En estos casos El establece una institución, o un rito, o un patrón de relaciones. Luego El da pistas, muy pronoto una cascada de pistas, que estas imágenes o patrones o tipos o modelos no finalizan individualmente, pero son maneras de anticipar que hay algo aún mejor. En estos casos, luego, Dios habla del futuro con imágenes.
Cristianos que leen bastante sus Biblias reflexionan acerca del reinado Davídico y el reinado de Jesús, entre el cordero de la pascua y Jesús como el “Cordero de la Pascua”, entre Melquisidec y Jesús, entre el descanso Sabático y el descanso que Jesús da, entre las funciones del Sumo Sacerdote y las funciones sacerdotales de Jesús, entre el templo del Antiguo Testamento al cual el Sumo Sacerdote entraba, y el celestial al “Santo de los Santos” al cual entró Jesús, y aun más. Por supuesto, para aquellos que vivieron bajo las estipulaciones del antiguo pacto, fidelidad al pacto significaba adherirse a las instituciones y ritos puestas por Dios, aun cuando esas mismas instituciones y ritos, en una escala canónica más amplia, buscaban algo mucho mejor. A través de estas imágenes, Dios hablaba del futuro. Una vez que un cristiano comprende este punto, partes de la Biblia cobran vida de una manera más fresca.
Una de estas imágenes-modelos es Jerusalén en sí misma, algunas veces referida como Sión (la fortaleza histórica). Jerusalén estaba ligada no sólo con el hecho de que a partir desde David, era la capital (aun después de la división entre Israel y Judá, fue la capital del reino del sur), pero también con el hecho que a partir de Salomón era el sitio donde estaba el Templo, y por lo tanto el foco de la autor-revelación de Dios.
Así que para el salmista, “la ciudad de Dios, Su Monte Santo” no solamente es “hermosa”, pero también el “gozo del mundo entero” (Sal. 48: 1-2). No sólo es el centro de los conflictos armados de seguridad (48: 4-8), pero el lugar donde la gente de Dios meditar sobre Su gran amor (48: 9), el centro de la alabanza (48: 10). Sin embargo, el salmista mira más allá de la ciudad a Dios mismo: El es el que “la hace segura por siempre” (48: 8), cuya alabanza llega a los fines de la tierra, por los siglos de los siglos (48: 10,14).
Sembrados como están en la a Jerusalén histórica, los escritores del nuevo Testamento miran a una “Jerusalén que está arriba” (Gal. 4: 26), a él “Monte Sión”, a la “Jerusalén Celestial, la ciudad del Dios Viviente” (Heb. 12: 22), a la “nueva Jerusalén” (Ap. 21:2). Reflexionan bastante y frecuentemente en las conexiones.
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