Por el amor de Dios, volumen 1/7 de junio
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 160 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Luximar Arenas Petty
7 DE JUNIO
Deuteronomio 11; Salmos 95-96; Isaías 39; Apocalipsis 9
MIS PADRES ERAN UN TANTO POBRES, no con la pobreza que uno encuentra en los peores barrios del mundo, pero pobres para los estándares norteamericanos. Mi papá fue un pastor. Antes que yo naciera, al final de la gran depresión, papá tomo un carrito de comida que había sido recolectada para los pobres una navidad, y entonces vino a casa al apartamento alquilado de mis padres, donde la única comida para navidad era una lata de frijoles. Mis padres dieron gracias a Dios por ello, y mientras hacían eso, fueron invitados a comer afuera. Puedo recordar muchas ocasiones, mientras yo estaba creciendo, cuando familia oraba que Dios supliría nuestras necesidades, por ejemplo, enormes facturas médicas cuando no podíamos darnos el lujo de tener seguro, y él siempre lo hacía. Cuando dejé el hogar para ir a la universidad, mis padres economizaron y ahorraron, ese año me enviaron diez dólares. Para ellos era bastante dinero; para mí, financieramente era independiente, trabajaba y estudiaba. Muchas veces pase dos o tres días sin comer, tomaba mucha agua para evitar que mi estómago hiciera ruido, le pedía al Señor que supliera mis necesidades, ya que temía tener que poner a un lado los estudios. Dios siempre las suplió, algunas veces de maneras sencillas, otras veces con muestras sorprendentes.
Hoy miro a mis hijos y reconozco que aunque ellos enfrentan nuevas pruebas y tentaciones, hasta ahora nunca han tenido que enfrentar algo parecido a la privación (¡no tener todo lo que ellos quieren no cuenta!). Entonces leo Deuteronomio 11,donde Moisés hace una diferencia generacional: “Y comprended hoy que no estoy hablando con vuestros hijos, los cuales no han visto la disciplina del SEÑOR vuestro Dios: su grandeza, su mano poderosa, su brazo extendido, sus señales y sus obras que hizo en medio de Egipto a Faraón, rey de Egipto, y a toda su tierra” (11:2-3; ver 11:5). No, no estaban los hijos. “Pero vuestros ojos han visto toda la gran obra que el SEÑOR ha hecho” (11:7).
¿Por qué entonces Moisés insinúa esta diferencia generacional? (1) La generación de mayor edad sería más rápida en obedecer, debido a que ellos habían tenido la oportunidad de aprender (11:8). Aquí estoy, preguntándome acerca de la limitada experiencia de mis hijos, cuando lo primero que Dios dice es que yo no tengo excusas. (2) La generación de mayor edad debe sistemáticamente hacer llegar lo que ellos han aprendido a sus hijos (11:19-21): de nuevo, la responsabilidad principal es mía, no de otros. (3) Más ampliamente, la provisión de Dios a su pueblo de las bendiciones del pacto, se centra aquí en la tierra y sus recompensas, depende en los primeros dos puntos.
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