Por el amor de Dios, volumen 1/7 de mayo
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 129 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Jaime Duran
7 DE MAYO
Números 15; Salmo 51; Isaías 5; Hebreos 12
CULPABILIDAD. Que carga tan horrorosa.
Algunas personas cargan un peso tremendo de culpa subjetiva – ej., de sentir culpa – cuando realmente no son culpables. Pero la situación es tal que aún cargan un peso tremendo de culpa objetiva – ej., ellos realmente son culpables de algunos pecados odiosos a los ojos del Dios Viviente – y están tan endurecidos que ni ellos mismos lo saben.
La inscripción del Salmo 51 revela que en la medida que David lo escribe conscientemente tiene presente ambas culpas, tanto la objetiva como la subjetiva. Objetivamente ha cometido adulterio con Betsabé, y arreglado el asesinato de su esposo Urías; subjetivamente, la parábola de Natán (2 Sam 12; ver la meditación de Septiembre 16) ha conducido a la consciencia de David algo de la proporción de su propio pecado, así que escribe con vergüenza.
(1) David confiesa su pecado y clama por misericordia (51:1 – 2). No hay eco de clamores por vindicación que marquen algunos de los Salmos anteriores. Cuando somos culpables, y estamos conscientes que lo somos, ningún otro camino es posible y solamente éste camino es de ayuda.
(2) David francamente reconoce que su ofensa primero es contra Dios (51:4), no contra Urías, o Betsabé, o el niño que fue concebido, o aún con las personas de pacto que llevan algo del juicio. Dios establece los estándares.
(3) David es lo suficientemente honesto para reconocer que ésta secuencia de pecados, aunque particularmente viles, no están separados el uno del otro. Es un despliegue de lo que hay en el corazón, de la naturaleza pecaminosa que heredamos de nuestros padres. De nada sirve si no somos limpiados internamente, si no contamos con un corazón puro y un espíritu recto (51:5-6, 10).
(4) Para David esto no es meramente algo cerebral o un proceso teológico atractivo. La culpa objetiva y el reconocimiento subjetivo de éstos se mezclan tanto que David se siente oprimido: sus huesos son triturados (51:8), no puede escapar al espectro de su propio pecado (51:3), y el gozo de su salvación se ha disuelto (51:12). La transparente honestidad y la pasión de la oración de David revelan que el no busca una limpieza displicente o formulada.
(5) David reconoce el valor testimonial de ser perdonado, y lo utiliza como un argumento ante Dios del por qué debe ser perdonado (51:12-15). Implícitamente, claro está, ésta es una apelación a la Gloria de Dios,
(6) Inmerso como está en el sistema sacrificial del pacto Mosaico, David sin embargo adopta unas prioridades más fundamentales. Los sacrificios prescritos no significan nada aparte que el sacrificio de un espíritu quebrantado, y un corazón contrito y humillado (51:16-19).
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