Qué descuidar para tener una vida de riquezas
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Natalia Micaela Moreno
Que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros, con toda sabiduría enseñándoos y amonestándoos unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en vuestros corazones. (Colosenses 3:16, LBLA)
Este versículo de Colosenses está tan lleno de alimento que no hay forma de ponerlo todo en nuestras bocas de una vez. Tomará un par de mordiscos masticarlo todo.
Hoy, todo lo que quiero es masticar las primeras palabras: "que la." Que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros.
Otra forma de decirlo es, no pares la palabra de Cristo de llenarte hasta la saciedad. O para de detenerla.
De esto se trata: frecuentemente nosotros mismos nos empobrecemos espiritualmente "no dejándonos" ser ricos. En nuestros estantes o soportes de cama o en nuestras tabletas o computadoras hay una bóveda bancaria de "riquezas verdaderas" (Lucas 16:11, LBLA) Pero las baratijas de las casas de empeño que son las palabras mundanas son engañosamente atractivas. Incluso podemos estar por gastar nuestro tiempo (la moneda de la vida) en las riquezas de la bóveda y terminar gastándolo en las casas de empeño en el camino.
Lo que Pablo quiere que hagamos es descuidar las cosas que nos hacen pobres y no descuidar las cosas que nos hacen verdaderamente ricos.
Qué Descuidar
Si las palabras del periódico Wall Street o de la World Magazine o Wired Magazine o de David Brooks o David Letterman o David McCullough, o John Mayer o John Steinbeck o Juan Pablo II o John Calvin o Richard Dawkins o Richard Branson o Richard Baxter o Bono o Bach o de los blogs (incluso este) habitan en ti en mayor abundancia que la palabra de Cristo, eres pobre. Puedes impresionar a otras personas en una cena o en una mesa de conferencias o en un grupo pequeño. Pero eres pobre. Estás almacenando polvo.
No necesitas ser conocido.
No necesitas ser admirado entre los literatos o respetado en el gremio. No necesitas un impresionante patrimonio neto. No necesitas viajar mucho ni leer mucho. No necesitas estar al corriente de Portlandia o saber cuántos seguidores tiene Taylor Swift en Twitter. No necesitas ser políticamente articulado, o estar al tanto de los blogs de mamás o del joven, inquieto y reformado buzz. No necesitas ver la película. No necesitas leer la novela. No necestias verte genial.
Qué No Descuidar
Pero lo que desesperadamente necesitas, más que cualquier otra cosa en el mundo, es que la palabra de Cristo habite en ti en abundancia.
Nadie habla como Cristo Jesús (Juan 7:46). Él es el Verbo de Dios y el Verbo que es Dios (Juan 1:1, LBLA) Él es Verbo de vida (1 Juan 1:1, LBLA) y cuando habla, su palabra es viva y eficaz (Hebreos 4:12, LBLA) y Él te enseña la senda de la vida (Salmos 16:11, LBLA) y sus palabras te dan esperanza y gozo y paz (Romanos 15:13, LBLA).
Jesús es el único ser humano en toda la historia que habla palabras de vida eterna (Juan 6:68, LBLA) y cuando escuchas y crees sus palabras, se convierten en tu vida (Deuteronomio 32:47, LBLA), tu pan (Juan 6:51, LBLA), tu agua (Juan 4:14) y tu luz (Salmos 119:105, LBLA).
Solo Jesús tiene las palabras de la vida. Solo Él. Es por esto que el Padre nos ruega, "Este es mi Hijo amado; a Él oíd." (Marcos 9:7, LBLA).
Las palabras de cualquier otro son polvo en los vientos del tiempo y correr tras ellas es correr tras el viento (Eclesiastés 1:14, LBLA). Las pocas, preciosas palabras provechosas, iluminadoras, incluso preservadoras de la vida mortal son solo ayuda superficial para nosotros y al final serán arrastradas por el viento.
Las únicas excepciones son aquellas que nos ayudan a nosotros (y a los demás) a escuchar la palabra de Cristo.
Déjalo
"Deja" que la palabra de Cristo habite en abundancia en ti. No la descuides. Escucha su palabra. Empápate en su palabra. Memoriza su palabra. Cómela y mastícala lentamente. No impidas que te beneficie.
Descuida la TV, los blogs, las redes sociales, los videojuegos, los teatros, las revistas, los libros, las aficiones, los quehaceres y las búsquedas que te apartan de la Bóveda. Descuida las empobrecedoras palabras de baratija de casa de empeño que se convertirán en polvo en un día, una semana o un par de años.
Cuando se trata de la vida, el tiempo realmente es dinero. El tiempo es cómo gastas tu vida. No lo desperdicies. Gasta tu mejor tiempo comprando "verdaderas riquezas."
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