Sensibilizarse para compartir las Escrituras durante el sufrimiento
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Randy Alcorn sobre Sufrimiento
Traducción por Carlos Diaz
Cuando estaba en el instituto, tenía un amigo al que admiraba de verdad. Greg era brillante y talentoso, y mucho más importante, amaba profundamente al Señor Jesús. A diferencia de alguno de nuestros otros amigos cristianos, Greg iba hacia algún lado con Dios. Si alguien tenía una vida prometedora de ministerio delante de él, seguramente era Greg.
Un viernes temprano por la tarde, en la primavera de mi año junior, el teléfono sonó. Greg había tenido un accidente terrible. Tenía mucho dolor, y los doctores no estaban seguros de si sobreviviría. Recuerdo como si fuera ayer que estuve despierto toda la noche, sentado en el suelo del hospital, orando, entumecidamente, mirando fijamente el letrero de “cuidados intensivos” que estaba entre Greg y yo. Oré por sanación, y tuve una fuerte fe en que Dios respondería. Nunca se me ocurrió que su respuesta pudiera ser “no”. Lo fue. A los pocos días, Greg entró a la presencia de Jesús.
El padre de Greg no era cristiano, y comprensiblemente era un hombre quebrantado. Muchos de nosotros que éramos cristianos tuvimos oportunidad de compartir con él. Nunca olvidaré cuando uno de mis hermanos en Cristo dijo al papá de Greg, “Sabes, la Biblia dice que todas las cosas obran en armonía para bien”. Su reacción fue tan comprensible como predecible. Estaba molesto y amargado, no solo por la muerte de Greg, sino por la descarada audacia de que alguien, aparentemente, etiquetase la trágica muerte de su hijo como “¡buena!”.
Aunque me dí cuenta de que este intento débil por consolar tenía buenas intenciones, me dolió tanto como a cualquiera. Pensé que era una platitud insensible, totalmente inadecuada y fuera de lugar. Desde entonces, en mi ministerio he visto una cantidad mucho mayor de accidentes y enfermedades de las que pueda pensar. Y más de una vez he escuchado usar Romanos 8:28 de forma inadecuada en el momento inadecuado.
Darrell Scott me contó que después de que su hija Rachel fuese asesinada en Columbine, las personas a menudo le citaban Romanos 8:28. Él no estaba listo para escucharlo. Qué triste es que, un versículo tan poderoso, sea citado sin cuidado o prematuramente, convirtiéndose en una fuente de dolor cuando debería ofrecer un gran consuelo. Pensemos en las verdades de Dios como herramientas. No usemos un martillo cuando necesitemos una llave inglesa. Y tampoco las utilicemos cuando lo que necesitamos es dar a alguien un abrazo, unas sábanas o una comida -o simplemente llorar con ellos.
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